Sundar Pichai, el hombre que todo lo encuentra

MERCADES MORA

MERCADOS

ABRALDES

En el año de la pandemia, el presidente de Google ha sido el ejecutivo mejor pagado del mundo: se embolsó 280 millones de dólares

13 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En el año de la pandemia, ese en el que, quien más quien menos, tuvo que apretarse -y mucho- el cinturón, él fue el ejecutivo mejor pagado del mundo. Tanto como que se embolsó 280 millones de dólares. De quitar el hipo. La suya es la historia del verdadero sueño americano: un joven nacido en un país pobre que tiene la inmensa suerte de acceder a una beca para estudiar en Estados Unidos y acaba a los mandos de uno de los titanes empresariales del planeta. De película.

Hablamos de Pichai Sundarajan, más conocido como Sundar Pichai (Madurai, Tamil Nadu, India, 1972), el hombre fuerte de Alphabet, la matriz de todo el imperio Google. Nacido en el seno de una familia humilde, se graduó en ingeniería metalúrgica en el prestigioso Instituto Indio de Tecnología de Kharagpur y luego logró ir a Stanford (California) para realizar allí un posgrado en Ciencia e Ingeniería de Materiales. Reza la leyenda que su padre, ingeniero eléctrico, dueño de una pequeña fábrica de componentes eléctricos y trabajador del por entonces grupo británico de electrónica e ingeniería GEC, tuvo que ahorrar tres años para poder pagar los mil dólares que costaba el viaje a América de su hijo. Mucho más que el sueldo de un año. También cursó Pichai un MBA en Wharton (Pensilvania). Y, antes de desembarcar en Google, allá por el 2004, trabajó para la consultora McKinsey.

Pero mucho antes de todo eso, el ahora todopoderoso CEO de Alphabet, vivió una vida de lo más humilde. «Teníamos una casa modesta, que compartíamos con inquilinos. Mi hermano y yo dormíamos en el suelo del salón. La sequía nos generaba ansiedad: incluso ahora tengo que dormir con una botella de agua al lado. Tardamos en tener un frigorífico. Tenía mucho tiempo para leer; a Dickens, por ejemplo. Con los amigos, el críquet [era capitán del equipo del instituto] y la lectura, no sentía que me faltara de nada», relataba hace algún tiempo el propio Pichai en una entrevista en el New York Times. Entre los recuerdos más queridos de aquella época, los viajes que realizaba con sus padres y su hermano a lomos de una pequeña moto. Ni que decir tiene que el acceso a un ordenador no estaba a su alcance. Si acaso de vez en cuando, y prestado.

De su época universitaria data también la relación con su mujer, Anjali, ingeniera química, con la que tiene dos hijos. Eso, y su pasión por el ajedrez. Dicen quienes le conocen que es un hombre tranquilo, de trato afable. Muy diplomático. Cosa que le ha venido de perlas para lidiar con alguna de las polvaredas que se han levantado en los últimos años en torno a la compañía que dirige. Y para lidiar con las muchas críticas que recibe el todopoderoso y omnipresente gigante de Internet, como las vinculadas, por poner solo un ejemplo, a su sumisión a la censura china. Por no hablar de los muchos temores que despierta por el poder que tiene Google para influir en la sociedad. Ninguna otra empresa tiene ni ha tenido nunca un conocimiento tan profundo de la ciudadanía.

Otro de los rasgos que definen el carácter de este indio nacionalizado estadounidense es el optimismo. Tanto que está convencido de que es este el mejor momento de la historia de la humanidad para venir al mundo. Ni que decir tiene que es un apasionado de la tecnología, de la que, sin embargo, intenta desconectar los fines de semana. Y que los suyos hagan lo propio. Difícil, con hijos en edad adolescente. Es vegetariano, y le gusta hacer deporte. Por las tardes, eso sí, que por las mañanas le cuesta ser persona.

Además del críquet le gusta el fútbol. El del Barça para más señas, del que es un gran aficionado. Hasta aprovechó su presencia en Barcelona con motivo del Mobile World Congress del 2017 para visitar las instalaciones del club y charlar con las estrellas del equipo. El fútbol es así, que diría alguno.