Tarima de Viveiro valorada en Europa

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López Pigueiras, que exporta ya el 50 % y prevé facturar 7,5 millones este ejercicio, ha logrado capear la crisis inmobiliaria vendiendo a Francia y a otros países del viejo continente

30 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El gusto que tienen culturas como la francesa, la austríaca o la suiza por la madera a la hora de construir porches, paseos marítimos o fluviales e incluso piscinas, por ejemplo, ha sido una tabla de salvación para Maderas López Pigueiras, de Viveiro. Esta empresa familiar fundada en 1972 registró a principios del siglo XXI un espectacular crecimiento, alcanzando una facturación cercana a los 15 millones de euros con una plantilla formada por 76 empleados. Sin embargo, el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera que dio sus primeros coletazos en el 2007 la abocaron a su etapa más complicada.

«Entre los años 2008 y 2012, la situación fue catastrófica», resume Manuel López, gerente de una firma que vivió una doble crisis. Por un lado, debido a la paralización del sector de la construcción, y por otro, como consecuencia de las ventas de producto a la baja que hicieron durante años otras empresas de la comunidad que estaban especializadas en la fabricación de tarima de madera maciza y que finalmente acabaron cerrando. «Cuadrar las cuentas resultó muy complicado en aquellos tiempos y conseguimos estabilizar la empresa aproximadamente en el 2012», recuerda el empresario viveirense, que mano a mano con sus dos hermanos ha logrado capear las dificultades que se han ido presentando para sostener y dar viabilidad a la empresa que en su día nació como una pequeña carpintería de la mano de su padre.

Un dato basta para explicar la evolución que ha experimentado López Pigueiras. En el 2008, el 95% de los productos que fabricaban eran dirigidos al mercado nacional y el 5% para exportación. En este momento, ese balance es totalmente opuesto, con un 50% destinado al mercado nacional y un 50% al extranjero. Vender en el exterior se ha convertido en una buena opción para numerosas empresas, puesto que en la última década en España la construcción con tarima de madera maciza ha sido sustituida en gran parte por la tarima flotante o el laminado. «Nuestro nicho de mercado ha cambiado totalmente en este tiempo. En este momento se emplea sobre todo para viviendas y reformas particulares de cierto nivel u otro tipo de instalaciones públicas o privadas», sostiene López.

Con 42 empleados en plantilla, la empresa maderera tiene previsto cumplir en el 2021 un presupuesto de 7,5 millones de euros. Y también afronta el futuro con optimismo tras haber firmado una colaboración con una importante multinacional del sector maderero. «Con su marca y especificaciones» desarrolla para ella un nuevo proyecto de termotratado de pino y fabricación de cladding (es una especie de revestimiento térmico) y perfiles para fachadas y suelos de exterior. Es el futuro. Un dato curioso, y que prueba la necesidad y el esfuerzo por adaptarse para sobrevivir, es que en la última década López Pigueiras ha impulsado obras significativas en distintos puntos del extranjero, tanto en palacios y edificios emblemáticos de países como Marruecos (Jardín Essalam o Ifrane Palace Project) o Turkmenistán (Palacio Presidencial de Achkhabad), como en ciudades como París (La Cité Musicale), Mallorca (Port Adriano), Cádiz (Parador), Vic (Teatro Ramón Montayá) o San Sebastián (Museo de San Telmo), entre otras muchas.

Catálogo selecto de maderas

«Contamos con un selecto catálogo de quince especies para interior, todas disponibles en acabado natural, barnizado y aceitado, entre las que destaca el roble americano, que además ofrece la posibilidad de múltiples tintados y veteados. Para exterior hemos seleccionado las cinco especies de mayor durabilidad, tratadas además con lasur Sikkens que garantiza una gran resistencia a agresiones externas», detalla el catálogo actual de López Pigueiras, que defiende que «no hay nada más noble que lo natural». El complejo industrial de la empresa está situado en el lugar de A Patarroa, en Escourido-Covas, y ocupa una superficie de 50.000 metros cuadrados, de los que 17.000 son de naves.