Consejos para empresas en la salida de la crisis

Marta Fernández Currás / Manuel Pestana

MERCADOS

CAPOTILLO

A diferencia de lo sucedido en otros contextos adversos, ahora las experiencias pasadas no sirven, y la espera puede convertirse en un miedo paralizante que termine por arruinar el negocio

10 may 2021 . Actualizado a las 17:23 h.

Una característica común de las crisis es la incertidumbre. A los humanos nos gusta jugar en terreno conocido, quizá estos últimos 40 años en el campo de una hasta ahora poco apreciada estabilidad. Al tiempo que hemos visto que estas situaciones se superaban mediante la técnica del repliegue y, sencillamente, esperando. Pero a diferencia de otras crisis, en la actual, la incertidumbre es máxima, las experiencias pasadas no sirven y la prudencia de esperar difiriendo algunas decisiones se puede convertir en un miedo paralizante que arruine nuestro negocio. Desde el inicio de la pandemia, hemos visto una enorme actuación por parte de las instituciones públicas, movilizando importantes ayudas económicas para superar los momentos más duros del confinamiento y de cese de la actividad económica.

Al margen de la situación, no nos podemos permitir un mundo privado y empresarial confiado, que no se prepare lo mejor posible para lo que nos viene. Las ayudas que obtengamos, habremos de devolverlas; la resaca que deja en la orilla cada ola -y ya vamos por la cuarta- no nos dejará indiferentes; y el mundo seguirá cambiando cada vez a mayor velocidad, donde lo que eran bloques geoeconómicos con unos roles definidos pueden empezar a converger desequilibrando la actual balanza de fuerzas geopolíticas. A nivel individual, hemos cambiado nuestras vidas, por causa de fuerza mayor. También, gracias a esa fuerza mayor, determinados hábitos de trabajo y de consumo se han instalado en nuestro día a día a una velocidad sorprendente imposible de alcanzar en otro contexto. Por mucho que todos deseemos recuperar nuestra vida ordinaria anterior, a buen seguro esta ya volverá con matices.

El vuelco que ha dado todo lo que considerábamos «normal» y la red de seguridad impulsada desde las Administraciones, no puede ser excusa para paralizar la toma de decisiones y afrontar la diversidad de escenarios que a partir de ahora se nos pueden plantear. Estar bien preparados nos permitirá afrontar con esperanza otra gran verdad: con toda crisis nos encontramos ante una serie de oportunidades para el que esté dispuesto a asumir el reto y sus consiguientes riesgos. Unos cambios que hay que afrontarlos a nivel empresarial, tanto de manera individual como sectorial y regional.

Es momento para las empresas de poner el foco en ciertos principios básicos, como planear su propia continuidad, proteger su caja, identificar sus dependencias críticas y trabajar para convertirse en una organización confiable, manteniendo en alto la marca y apoyando a sus empleados y clientes. A ello debemos unir otro tipo de aspectos más estructurales, como son el replanteamiento que debemos hacer de la estrategia de datos, la información que manejamos de empresas y clientes, la digitalización en las cadenas de suministro, sin olvidar el replanteamiento de las estrategias de sostenibilidad. Al tiempo que cobra especial importancia una nueva gestión de los recursos humanos para los nuevos tiempos, derivada de que nuestros equipos se han transformado y cambiado sus prioridades de manera radical durante este último año.

Desde el punto de vista sectorial y regional, concretamente con el foco puesto en el tejido empresarial gallego, debemos considerar una de las grandes lecciones aprendidas durante los primeros años de la internacionalización: la estrategia de la colaboración. Un elemento que ayudará a nuestras empresas a llegar a lugares que nunca habíamos pensado antes y que nos permitirá ser más eficientes ante la aparición de nuevos competidores que, al igual que nosotros, buscarán nuevos lugares de actuación. Una colaboración que ayudará a la revisión estratégica de cuáles son nuestros factores diferenciales respecto a la competencia, y que puede articularse de muy distintas maneras, en aspectos como el outsourcing de tareas secundarias o la aportación de habilidades distintivas a un proyecto común. Siempre con el objetivo claro de obtener un refuerzo de nuestra posición en el mercado y la tan necesaria profesionalización de aquellos aspectos que internamente tengamos menos desarrollados.

Tampoco debemos olvidarnos de la colaboración público y privada, que tantas esperanzas está levantando entre nuestras empresas. España tiene por delante la senda financiera más ambiciosa de la reciente historia económica para inversiones y reformas. Entre fondos estructurales de la UE y los de Next Generation, tendremos que gestionar 198.000 millones de euros en los próximos 10 años, con un protagonismo absoluto de dos transiciones que recorrerán el camino en paralelo: la verde y la digital. Pues bien, al menos en este sentido, no hay incertidumbre, es lo que Europa tiene diseñado y refleja en todas sus estrategias, y lo que España y Galicia necesitan. No conocemos ninguna empresa que no tenga que hacer alguna inversión en cualquiera de estos dos campos. La asociación privada o pública, o las dos, son un buen camino para obtener mayor impacto y dimensión de los proyectos y, por ende, del desarrollo de negocio. Mientras se va despejando el camino, no estaría de más que fuésemos trabajando en la conceptualización de proyectos y en el análisis de su viabilidad económica, porque la financiación está garantizada. A pesar de ello, tengamos en cuenta que nos toca competir, como siempre. En conclusión, debemos tener claro que no podemos intentar volver a la normalidad, si no que debemos replantearnos lo que debería ser nuestra normalidad en línea con nuestro propósito. Y, de paso, prepararnos con ello para el crecimiento.

Marta Fernández Currás es socia directora de EY en Galicia. Manuel Pestana es socio de EY