Las primeras víctimas del «brexit»

Juan F. Alonso LONDRES

MERCADOS

GONZALO FUENTES

A un mes de la salida definitiva del Reino Unido de la UE, distintos sectores de la economía británica descubren los puntos débiles del acuerdo de libre comercio

31 ene 2021 . Actualizado a las 11:15 h.

A un mes de que el Reino Unido saliera definitivamente de la Unión Europea (UE), el intercambio ha continuado sin grandes sobresaltos, gracias al acuerdo de libre comercio que Londres y Bruselas firmaron in extremis en Nochebuena. Sin embargo, con el paso de los días distintos sectores han comenzado a descubrir que no era broma cuando las autoridades les decía que a partir del 1 de enero del 2021 las «cosas cambiarían» y no son pocos los que comienzan a añorar «los buenos, viejos tiempos» en los que podían comerciar sin barreras ni papeleo con los Veintisiete.

Los primeros en darse de bruces con la nueva realidad han sido las empresas de mensajería. Algunas de ellas, como el gigante DDP, paralizaron temporalmente sus envíos por carretera, tras percatarse que una cuarta parte de sus paquetes eran devueltos por no tener los papeles correctos. No obstante, con el transcurrir de las semanas otro asunto se ha sumado: Los nuevos aranceles.

«Por recibir unos pendientes que me envió una amiga como regalo desde España me cobraron 30 libras», se quejó María Fernández, vecina de Castro Caldelas (Ourense) y quien vive en Londres.

Pero no solo recibir presentes sale caro, sino también hacer compras por Internet. Así, los adictos a Amazon o eBay han visto como sus facturas suben si los productos que adquieren provienen de la UE. ¿La razón? Como el Reino Unido ya no es parte del mercado único ni de la unión aduanera cualquier producto comprado al otro lado del Canal de La Mancha se le aplica el 20 % correspondiente al IVA, más los costes adicionales que implican los nuevos trámites (declaraciones aduanales).

Con el agua al cuello

Los pequeños y medianos productores británicos también han visto cómo los nuevos impuestos y trámites aduaneros los golpean. Uno de ellos, Simon Spurell, quien tiene una fábrica de queso en la localidad inglesa de Cheshire, reveló que de la noche a la mañana se quedó sin sus clientes de la UE, los cuales representaban el 20 % del total. ¿La razón? Ahora tiene que pagar 180 libras (203 euros) por certificados sanitarios por cada pedido, incluyendo aquellos que apenas cuestan 30 libras (33 euros).

«Nuestras exitosas ventas en línea a los consumidores de la UE ahora son imposibles de operar», dijo el empresario a la prensa.

Pero mientras que algunos necesitaron constatar que la entrada en vigor del acuerdo posbrexit traía consigo una letra pequeña que impactaba de lleno con el libre comercio, otros lo vieron venir desde que se anunció. Los pescadores están en este último grupo.

Las asociaciones de marineros ingleses y escoceses han denunciado que los nuevos controles aduaneros y fitosanitarios que ha traído la salida de la UE los llevarán a la ruina. «Las exportaciones se han detenido. Para cada envío necesitamos cuatro hojas de papel y antes bastaba con una», relató Graham Flannigan, propietario de la pesquera Berwick Shellfish, el cual hasta mediados de enero no había podido enviar un solo cangrejo y langosta a Francia.

En Escocia, por su parte, durante los primeros días las revisiones a los camiones con cajas de salmón y marisco estaban demorando hasta cinco horas, porque los veterinarios deben inspeccionar una a una y ello estaba poniendo en riesgo a un sector que el año pasado facturó más de mil millones de euros. «Nuestros clientes esperan producto fresco y al no recibirlo no lo compran», se quejó Santiago Buesa, portavoz de una de las empresas afectadas.

Los últimos en sumarse a la lista de damnificados son los músicos, quienes consideran que los 6 meses que pueden estar en la UE sin los visados hace financieramente inviable sus giras de conciertos. Por ello, miembros de las bandas Queen, Led Zeppelin y Pink Floyd acusaron al Gobierno de dejarlos tirados. Con el brexit se acabó la libre circulación de personas entre las dos orillas del Canal.

Mudarse, es la solución

Las autoridades británicas ya habían advertido que se producirían «algunas distorsiones». El premier Boris Johnson incluso llegó a equiparar a las dificultades con «un dolor de dientes». Sin embargo, el hecho de que funcionarios del Ministerio de Comercio Internacional estén recomendando a los exportadores, a abrir sucursales en la UE, para así evadir los aranceles y el papeleo extra, parece revelar que los problemas son más complicados de lo que Londres quiere admitir.

Dos pequeños empresarios aseguraron esta semana al diario londinense The Guardian que abrirán filiales en países como Francia y Holanda, para poder continuar comerciando sin problemas, aunque eso implique despedir parte de su personal en el Reino Unido. Una de las banderas del brexit fue tratar de generar más empleos en el país, pero al parecer a alguien en el Gobierno se le olvidó.