¿Qué es la planificación financiera?

Ivonne Pousa

MERCADOS

BANCO MEDIOLANUM

31 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hablamos a menudo de la necesidad de hacer una buena planificación financiera para que las familias consigan sus metas. Ese es el gran cometido que tenemos los asesores financieros: acompañar a las personas a lo largo del ciclo financiero de sus vidas. Pero ¿qué significa realmente hacer una buena planificación financiera? Trataré de explicarlo de la forma más didáctica posible, para que todo el mundo vea la importancia de este concepto.

Lo primero es conocer realmente las necesidades, metas y posibilidades económicas de la familia. Para eso, tendremos que saber cuáles son los ingresos, gastos, su capacidad de ahorro y los objetivos a corto, medio y largo plazo, etc. Además, hay que saber también si ya tienen un patrimonio acumulado, en qué está invertido y con qué seguros cuentan para cubrir imprevistos.

Una vez conocemos toda esa información, resulta muy útil intentar dibujarlos para planificar de forma más gráfica y fácil de entender. Para ello, podemos hacer el ejercicio de coger una hoja en blanco y dividirla en cuatro partes iguales para colocar nuestros objetivos según un horizonte temporal. Si pensamos, por ejemplo, en una pareja joven que quisiera comprarse su primera vivienda en cinco años, lo dibujaría dentro de ese plazo.

En la primera cuadrícula de la hoja pondríamos el corto plazo, aquellas necesidades económicas del día a día. Un colchón financiero para cubrir los gastos habituales o fijos de la familia, además de gastos extra, viajes, reparaciones, etc. Aquí incluimos el análisis y el estudio de los préstamos e hipotecas por si existe algún área de mejora, y vemos si es posible conseguir una mayor capacidad de ahorro.

Pasamos al segundo cuadrante, donde pondríamos las metas que tuviera una familia o un ahorrador de uno a cinco años vista. Puede incluir proyectos profesionales, la compra de una vivienda… En definitiva, metas que pueden ser muy distintas. ¿Por qué es tan importante diferenciarlas? Para aplicar una solución financiera coherente con el objetivo que queremos conseguir.

El tercer cuadrante -siguiendo con el ejemplo de una pareja joven- recogería aquellas necesidades y objetivos que se quieren llevar a cabo entre cinco y quince años. Por ejemplo, si pensamos en cambiar de coche, adquirir una segunda vivienda, una caravana para los viajes o si alguno de nuestros hijos va a ir a la universidad. En ese caso debemos cuantificar diferentes escenarios. El coste no será el mismo si estudia en una universidad pública o privada, o si lo hace en su ciudad o se va a estudiar fuera.

En todos los casos tendríamos que dibujar en nuestra cuadrícula cada una de nuestras metas según el horizonte temporal previsto. Debemos pensar, lógicamente, que esos horizontes varían en función de la edad de cada ahorrador.

Por último, llegamos al cuadrante final, en el que recogemos objetivos más a largo plazo, principalmente los relacionados con la jubilación. Se trata de una etapa en la que suelen bajar los ingresos, con lo que, más allá de cómo evolucione el sistema público de pensiones, habrá que compensar la reducción respecto al nivel de vida actual para, como mínimo, mantener nuestros hábitos sin que esto suponga un cambio radical en nuestra vida. Además, hay muchas soluciones financieras para la jubilación, cada una con sus características y su fiscalidad propias.

Y así llegaríamos a dibujar el mapa de nuestra planificación financiera en el corto, medio y largo plazo. Una vez planteados los objetivos, tendremos que dotar a cada una de estas metas de un método, una estrategia y un instrumento financiero adecuados para convertir en realidad lo que ahora no son más que deseos. En este momento, la figura del asesor financiero es también un apoyo fundamental, porque puede orientar al cliente en la toma de decisiones sobre cuál es el vehículo de inversión que se adapta mejor a su situación personal, fiscal, de liquidez, etc.

Así, lo que destinamos a gastos habituales como, por ejemplo, los imprevistos debería estar en un instrumento financiero que nos permita disponer de ese dinero de forma inmediata cuando lo necesitamos.

Con mis clientes suelo utilizar una comparación entre vehículo de inversión y medio de transporte para que comprendan mejor la coherencia que debe existir entre un vehículo de inversión y la meta que cubre.

Les digo: imagina que tienes una necesidad en el muy corto plazo. Sería como desplazarte a la tienda de la esquina. ¿Irías andando, en coche o en avión? Inmediatamente responden que andando. ¿Y si tuvieras que ir a Nueva York? En avión, contestan con lógica.

A veces encuentro a personas que tienen un avión para ir a la tienda de la esquina y vehículos de inversión para ir a Nueva York andando. Es decir, instrumentos para el corto plazo que se utilizan para el largo, de manera que ese patrimonio no crece lo suficiente para compensar el efecto de la inflación.

A toda esta explicación sobre la planificación financiera, acompañada de un profesional de las finanzas, hay que añadir tres áreas muy importantes a tener en cuenta antes de cualquier decisión de inversión. Una es que el ahorrador debe asegurarse de contar con los seguros necesarios para protegerse ante los imprevistos o los accidentes y proteger su capital humano, como ya explicamos aquí hace unos meses. Otra, el análisis fiscal de esa familia, porque, según su declaración de la renta, hay vehículos de inversión idóneos para ella y otros que no. Y, por último, todo esto debería estar englobado en una planificación sucesoria.

Por lo tanto, ya hemos definido los objetivos y hemos previsto cuánto de nuestro ahorro hay que dedicar, ahora solo queda establecer mecanismos que automaticen ese proceso.

Una buena planificación financiera y disponer de un traje a medida nos hará tener más tranquilidad, una buena salud económica y saber que contamos con un colchón financiero ante cualquier imprevisto.

IVONNE POUSA ES RESPONSABLE DE BANCO MEDIOLANUM EN LA ZONA NORTE DE ESPAÑA