Brian Chesky, el que la sigue la consigue

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El fundador de Airbnb ha cumplido el sueño de ver la puesta de largo de su compañía en Wall Street, valorada en 80.000 millones

20 dic 2020 . Actualizado a las 09:25 h.

Acaba de dar carpetazo a una de sus obsesiones: sacar a bolsa la compañía de sus desvelos. Y, de momento, puede estar contento con el resultado. Hablamos de Brian Joseph Chesky (Niskayuna, Nueva York, 1981) y de Airbnb. Consejero delegado de la plataforma de alojamientos turísticos y uno de los hombres que le dio vida hace ya 12 años, no ha parado Chesky hasta ver cumplido su sueño de contemplar orgulloso la puesta de largo de la niña de sus ojos en Wall Street. Más de 80.000 millones de dólares ha dicho el mercado que vale. No es poco para una compañía que todavía no ha tenido el gusto de arrojar beneficios. Ya vendrán, han de pensar los inversores que le han confiado su dinero.

Y es que, cuando a Chesky se le mete algo entre ceja y ceja no para hasta lograrlo. Inasequible al desaliento. Hasta lo ha dicho su madre en alguna entrevista, que el niño siempre fue muy obsesivo con sus objetivos. Eso, y que le encantaba arreglar cosas. Hasta le pedía juguetes estropeados a Papá Noel para poder recomponerlos. Y hubo una época en la que «estaba obsesionado con los videojuegos», como él mismo reconocía hace ya algún tiempo en The New York Times, pero no porque estuviese enganchado a ellos como muchos adolescentes, sino «por lo mal que estaban hechos».

El arte también está entre sus pasiones. Como el hockey -llegó a ser capitán de equipo durante sus años universitarios- y el culturismo, deporte este último que también ha practicado, participando incluso en certámenes.

Estudió en la Escuela de Diseño de Rhode Island. Allí conoció a Joe Gebbia, otra de las patas de Airbnb. Pero no sería hasta un tiempo de acabar sus estudios cuando se les ocurrió la idea.

Su primer empleo como diseñador industrial lo consiguió en la empresa 3DID, en Los Ángeles. Pero eso de trabajar para otros no acababa de convencerle. Así que decidió que había llegado el momento de montar algo por su cuenta con su amigo Gebbia. Ambos compartían piso en San Francisco cuando la ciudad se convirtió, en octubre del 2007, en escenario de un congreso organizado por la Sociedad de Diseñadores Industriales de América. Los hoteles se llenaron. Y a los dos amigos, que andaban cortos de dinero, se les ocurrió la idea de hacerles sitio en casa a los participantes y sacar partido de la situación para, de paso, poder pagar el alquiler. Colocaron 3 colchones inflables en el apartamento que compartían y bautizaron el invento como Air Bed & Breakfast. Acababan de poner un pie en el Olimpo del éxito empresarial. Algunos meses después de aquello se les uniría en la aventura otro amigo, Nathan Blecharczyk, ingeniero informático él. De Harvard, para más señas.

Con todo, y aunque a estas alturas del texto ya saben ustedes que era una de su obsesiones y que él no para hasta verlas cumplidas, sorprendió a los analistas la fecha elegida para el debut en el parqué de la plataforma de alquileres. En medio de una pandemia que no está teniendo piedad con nada, y menos con el sector turístico; y a la que, desde luego, Airbnb no es inmune. Tanto que ha tenido que despedir a 1.900 trabajadores. Lo anunciaba el pasado mes de mayo el propio Chesky con lágrimas en los ojos. Pues bien, dicen, que precisamente por eso el directivo decidió pisar el acelerador de la salida a Bolsa, para obtener financiación con la que hacer frente al golpe y recuperar cuanto antes esos empleos. Una curiosidad fue lo que escribió junto a la foto del anuario del instituto, donde rezaba: «Estoy seguro de que no llegaré a nada». Hoy, y tras la OPV, tiene una fortuna de más de 10.000 millones de dólares, según Forbes.

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