«Los recursos humanos son el mayor bien que puede tener una empresa»

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Arquitecta técnica e ingeniera, la coruñesa Isabel García se incorporó a la empresa familiar, la firma forestal Hermanos García Rocha, después de más de dos décadas en una constructora de obra pública de ámbito nacional

22 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Isabel García Rodríguez (A Coruña, 1963) estudió Arquitectura Técnica en la UDC, en su ciudad natal, e Ingeniería de la Edificación en la Universidad Europea de Madrid. Durante cerca de 23 años trabajó en una constructora de obra pública de ámbito nacional, de la que llegó a ser delegada de obra de la zona Norte. Hasta que la crisis del sector y su padre, uno de los hijos de Manuel García Rocha, el fundador de la empresa Hermanos García Rocha, de Oza-Cesuras, la persuadieron para incorporarse a la compañía familiar, que codirige con su primo, Benito García.

-Usted representa a la tercera generación de una saga de empresarios del sector forestal.

-Sí, mi primo y yo. Mi padre trabajó desde muy joven en la empresa familiar, cuyo origen se remonta a los años 50. Mi abuelo Manuel García Rocha fue el que la fundó y de quien recoge el nombre. Empezó en un pequeño taller, un aserradero de madera, en Bendrade (Oza-Cesuras). Compraba madera de pino en el monte, la talaba y la transformaba en tabla y tablón, con un carro metálico y cinco empleados. Mi padre y sus hermanos impulsaron el negocio durante todas estas décadas.

-¿Cuáles son sus líneas de producción en la actualidad?

-Somos una empresa maderera que factura en torno a 15 millones de euros anuales. Vamos creciendo un poco cada año, invertimos muchísimo dinero en máquinas y en nuevas líneas de producción. Tenemos la suerte de contar con gente estupenda trabajando con nosotros, ingenieros y encargados de producción y de fábrica que siempre están pensando en ir más allá, y eso tira de nosotros. Nuestra actividad está diversificada en dos: la explotación forestal, con la compra de madera en pie, y a partir de ahí, la comercialización para fábricas de papel o empresas de tableros. La que tiene la calidad y las dimensiones apropiadas, tanto de pino como de eucalipto, la traemos para nuestra fábrica y la transformamos nosotros.

-Y la segunda actividad...

-A partir de ahí hacemos, básicamente, primera transformación, y algo de segunda, de madera de pino y de eucalipto (esta la utilizamos sobre todo para fabricar mangos de herramientas). Intentamos que las líneas de producción estén muy diversificadas y tratamos de abrir mercados nuevos. Aparte de fabricar tabla y tablón, apostamos por una ampliación constante de la gama de productos, buscando aquellos con un mayor valor añadido, como los mangos para herramientas, las diversas líneas de embalajes... Aparte, hemos participado en proyectos de I+D+i que nos han permitido desarrollar productos más competitivos.

-¿Cuál es su mercado?

-Trabajamos en Galicia y en toda la Península, incluido Portugal, y vendemos mangos de herramientas a Sudamérica a través de una comercializadora.

-¿Cómo les ha afectado la pandemia?

-Es un momento de gran incertidumbre que afecta a todos. Como empresaria te da mucho miedo, afrontar nuevos retos requiere inversiones y para eso necesitas financiación... Esta crisis ha tenido un impacto negativo para todo el sector, se ralentizaron los pedidos de nuestros clientes, muchos tuvieron que cerrar temporalmente... Tuvimos otro problema, aparte de tener menos trabajo, porque hubo bajada de precios. Aun así, al ser considerada como una actividad esencial, hemos podido seguir trabajando y no hemos tenido que hacer ningún ERTE. Nuestro objetivo principal ahora es poder mantener los puestos de trabajo, porque yo creo que los recursos humanos son el mayor bien que puede tener una empresa.

«A las mujeres no les da miedo coger el testigo de las empresas del sector»

 

? A. F. C.

Para Isabel García no hay duda: «Lo más importante de una empresa son los recursos humanos. Si tienes buenas personas y buenos profesionales a tu alrededor, llegarás lejos». A ella la ha tocado «ser la cabeza tractora» en dos sectores «masculinos». «En la constructora dirigí un equipo de hombres, pocas veces me encontré con una mujer en oficios, sí como técnicos», cuenta. Y en la empresa familiar, a la que se incorporó hace ocho años, también está rodeada de hombres: «Hacemos explotación forestal, aserrado y algo de segunda transformación, estamos en la base de la pirámide [...]. Es un sector eje para el futuro de la economía rural gallega. Creo que las mujeres estamos cada vez más preparadas y a las generaciones que vienen detrás, muy formadas, no les da miedo coger el testigo de las empresas del sector maderero, y muchas se apoyan en la empresa y la experiencia familiar». En el caso de Hermanos García Rocha, subraya «el compromiso medioambiental, de buenas prácticas, bajo los estándares PEFC y FSC [...], trabajando de manera regulada y sostenible». Incide en que «es un sector duro, aunque se ha modernizado y se ha automatizado mucho, con nuevos equipos, que hacen esta actividad más rentable y, sobre todo, reducen mucho los riesgos de accidentes laborales». «Desde hace años hago una escapada con mi marido, me voy a esquiar una semanita. Me gusta, me relaja la tranquilidad de la montaña, el silencio...»

El aprendizaje adquirido de la experiencia de su padre

 

 

Cuando entró en la universidad, en su curso eran seis chicas. «Tenía miedo a ser rechazada o a que, después, en el trabajo, fuera relegada a un puesto administrativo. Pero fue un miedo infundado, tuve mucha suerte y siempre estuve a pie de obra, primero como jefa de obra y como jefa de grupo de obras, y después ya como delegada de obra de la zona Norte [de la constructora para la que trabajó durante casi 23 años]», relata. «Al final, debajo del casco lo único que importa es que seas válida en tu trabajo», sentencia. En Hermanos García Rocha comparte la dirección con su primo Benito García. «Aparte de la gestión, con él, yo me ocupo más de los temas de calidad, certificación forestal, líneas de producción y prevención de riesgos laborales», explica. Dar continuidad a la empresa familiar entraña una responsabilidad adicional: «A veces pesa un poco; en la constructora, cuando tenía un problema miraba para atrás y detrás de mí había alguien en quien apoyarme. Ahora no hay nadie detrás, pero miro a los lados y siempre hay alguien». «Mi padre tiene mucha experiencia y he intentado aprender de él, absorber todos sus conocimientos», destaca. Cuando no trabaja disfruta de su familia, de las caminatas por el paseo marítimo de A Coruña y de la lectura. Y, junto a su marido, se escapa una vez al año a la nieve, a Baqueira, Candanchú o Andorra. «Me gusta, me relaja la tranquilidad de la montaña, el silencio...».