La vacuna y el nuevo ciclo

MERCADOS

Vega Alonso del Val

15 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Solemos creer que, con mar tranquila, carente de vientos traidores y ausente de resacas tardías, cualquiera sale a navegar. Si bien es cierto que esa situación parece atractiva, de nada sirve si no tenemos visibilidad. Esto, claridad en el corto y en el largo, es lo que realmente necesitamos para saltar del suelo a la cubierta y enfilar el horizonte. Lo que no se ve no existe y lo que no existe no se puede gestionar. Así actúan los marineros y así actúan los inversores. Es la misma lógica.

Desde agosto, si no antes, sabíamos que en la primera semana de noviembre llegarían anuncios de vacunas. Dados los esfuerzos de la Administración Trump, había incluso quien vaticinaba que sería unos días antes de las elecciones norteamericanas. Lo cierto es que algunos bancos de inversión, este verano, daban por hecho que más pronto que tarde cambiarían las estrategias inversoras. Entonces, ¿qué ha pasado esta semana en las bolsas europeas? Pues que ha sorprendido el grado de eficacia de la vacuna de Pfizer, del 90 %. La segunda ola no solo nos devolvió a los confinamientos, sino que también nos sumergió en el pesimismo. Instauramos como una verdad la creencia de que no serían efectivas, de que tendrían efectos colaterales o que, en caso de funcionar, no superarían el grado de eficacia de la vacuna de la gripe. Parches para el malvivir.

Ahora ya tenemos la luz de corto, la que nos dice que tendremos más de lo mismo hasta enero, y a partir de ahí, un proceso gradual de vuelta a la normalidad. Terreno hostil, mala mar, pero cierto, diáfano y, por tanto, navegable. Este lunes comenzaron los movimientos de fondo. El dinero empezó, tímidamente, pero de modo decidido, a salir de sus valores refugio. El oro cayó, el coste de la deuda soberana empezó a subir y los especuladores volvieron a mirar para el petróleo. El dinero empieza a volver al campo a través, deja sus cuevas y busca posiciones, los valores más castigados. En paralelo, los bajistas empiezan a sentir que el entorno de perpetuo castigo empieza a llegar a su fin ¿Hasta cuándo durará? Los dientes de sierra son el paisaje natural de los mercados bursátiles, por tanto, veremos días mejores y peores. No pasa nada. Lo sustancial es que esta semana se dieron las condiciones para el inicio de un nuevo ciclo, y las semanas siguientes indicarán si el pronostico es o no acertado. Para ello, hemos de fijarnos en dos indicadores: la rentabilidad de la deuda pública debería subir por caída de la demanda y la volatilidad de los mercados debería bajar.

Si así fuera, ya podemos empezar a hacer algunas previsiones, como la subida del euríbor. Pero debemos estar tranquilos, a doce meses está hundido en la horquilla del -0,4%. Es decir, ha de subir medio punto porcentual para que llegue a impactar en su hipoteca a interés variable. Veremos crecer el precio del petróleo, y tampoco debemos llorar por ello. Las principales economías americanas lo necesitan para crecer y para apreciar sus monedas, y lo que es bueno para nuestros clientes lo es para nosotros. Consejo de tendero. Los estados, si el BCE no lo evita, verán caer la demanda de sus bonos y, por tanto, se encarecerá el coste de su deuda. Pero si no hay tensión inflacionista, y a esta ni se la ve ni se la espera, las subidas serán moderadas. En todo caso, veremos una caída del precio de los bonos impactando negativamente en la rentabilidad de los fondos de inversión y de los planes de pensiones de renta fija. Veremos cómo una estación se marcha y entra otra, la primavera. Dios lo quiera.