Lucía Lloret: «Es vital tratar las aguas residuales para preservar el ecosistema marino»

MERCADOS

Sandra Alonso

De la colaboración de Cetaqua con Feuga y otros organismos en Galicia y Portugal nace Conserval, un proyecto que busca darle uso a las aguas residuales y a los restos derivados de la industria conservera a través de la economía circular

08 oct 2020 . Actualizado a las 11:47 h.

Lucía Lloret es doctora en ingeniería química y ambiental y acumula más de 10 años de experiencia en proyectos de I+D+i a nivel nacional e internacional. Es promotora tecnológica y gestora de proyectos de Feuga, fundación que lidera la transferencia y comunicación del proyecto Conserval, liderado por Cetaqua.

—¿En qué consiste Conserval?

—Conserval es un proyecto colaborativo entre España y Portugal cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) a través del programa Interreg V-A España-Portugal (POCTEP) 2014-2020. Cuenta con un presupuesto de casi un millón de euros y la iniciativa arrancó en el 2019 y se desarrollará hasta abril del 2022. Como es un proyecto colaborativo cuenta con socios españoles y portugueses. Del lado de Galicia participa Feuga como agente de innovación, Cetaqua, la Universidad de Santiago de Compostela a través de dos grupos de investigación y Anfaco-Cecopesca. Por la parte portuguesa participa la Universidade do Porto y el ANICP.

—¿Cuáles son sus objetivos?

—El principal objetivo del proyecto es el desarrollo de tecnologías para la valorización de subproductos y aguas residuales de la industria conservera para obtener productos de alto valor añadido. En este caso queremos producir ácidos grasos volátiles, aceites ricos en omega 3 e hidrolizados proteicos. Además, trabajamos a nivel económico, social y medioambiental. Por una parte buscamos la modernización del sector conservero a través de un modelo de gestión innovador y sostenible. Esto repercutirá además en la creación de empleo y en la apertura de nuevos nichos de mercado en la región aumentando así la competitividad de las empresas. Y a nivel medioambiental conservar la costa con un modelo de economía circular innovadora donde los residuos se convierten en recursos minimizando así los impactos medioambientales de la industria y aprovechando al máximo los recursos naturales.

—¿Qué utilidad tienen estos derivados extraídos?

—En la parte que trabaja Cetaqua, se obtienen ácidos grasos volátiles como el ácido acético o el butírico. Ambos tienen interés en cuanto a que son empleados por un gran número de industrias químicas que los utilizan como materia prima en sus procesos industriales. En la parte en la que se centra Anfaco, además de trabajar con aguas residuales lo hacen también con residuos semisólidos como cabezas, tripas o pieles. A través de labores de reparación y purificación obtienen aceites ricos en omega 3, que tienen gran interés en las industrias cosméticas y farmacéuticas.

—¿Qué beneficios medioambientales implica?

—En Galicia y el norte de Portugal se producen aproximadamente 750 mil toneladas de conservas anualmente. Esto genera grandes cantidades de subproductos sólidos y corrientes líquidas que en la mayor parte de los casos no se están tratando adecuadamente. Por otro lado, el crecimiento del sector conservero requiere cuidado y protección del medio marino porque al fin y al cabo es la propia fuente de materia prima. Es de vital importancia el tratamiento de las aguas residuales para preservar el ecosistema marino y asegurar los recursos del mar, ya no solo por un interés medioambiental general sino también por la propia industria conservera.

—¿En qué fase se encuentra actualmente?

—A nivel tecnológico, para la obtención de los ácidos se está validando la tecnología a escala laboratorio y a escala intermedia para determinar los parámetros que dependen del sustrato que utilicemos, así en función de la demanda del cliente trabajaremos en unas condiciones o en otras. Ya ha arrancado una planta piloto en una industria conservera en la ría de Arousa y están optimizando el proceso. De momento están saliendo unos resultados prometedores pero estamos esperando a ver esos resultados a una escala mayor.

—¿Cuál será el futuro del proyecto?

—La idea es estudiar su replicabilidad y estudiar la posibilidad de replicar el modelo de economía circular en otras regiones. De hecho hay una actividad transversal de transferencia, internalización y explotación de resultados que lidera Feuga por nuestro perfil como agente de innovación y nuestra experiencia previa desarrollando modelos de transferencia de tecnología y conocimientos. Esto es solo un ejemplo del trabajo que hacemos para impulsar el desarrollo tecnológico, económico y social de Galicia a través de la innovación, internacionalización y de favorecer el dinamismo y la competitividad del sector productivo gallego. Encaja en los tres grandes retos que trabajamos en Feuga. Por una parte la gestión de las relaciones empresa-universidad, por otra parte la captación de fondos para la ejecución de proyectos colaborativos y por último, el diseño e implementación de metodologías de transferencia.

—Últimamente la economía circular es un gran reclamo de las empresas hacia sus productos.

—Sí, podría resultar un aliciente. Desde Feuga estamos diseñando diferentes actividades de divulgación y comunicación dirigidas a los principales agentes del sector pero también para el público en general para dar a conocer este modelo innovador de economía circular. Sin embargo, nos podemos encontrar con alguna barrera a nivel social. No podemos olvidar que son productos que vienen de la transformación de corrientes residuales y esto puede crear ciertas trabas de entrada en el mercado. En esto está trabajando un grupo de psicología de la USC que va a trabajar con los potenciales consumidores para analizar cuál es la aceptación y crear un plan de comunicación que rompa la barrera de aceptación de estos productos. Además hay también algunas trabas legislativas. A futuro se pretende hacer lobby para fomentar cambios en las leyes que favorezcan el uso y la comercialización de estos productos.