La falta de realismo y de un conocimiento objetivo de nuestra situación también impacta negativamente sobre nuestras finanzas. A veces por exceso, porque nos planteamos metas o propósitos irreales, nos embarcamos en compras que están por encima de nuestras posibilidades o nos endeudamos por encima de nuestra capacidad. En otras ocasiones por defecto, porque pensamos que no podemos ahorrar o que no podemos lograr un objetivo concreto cuando, con una buena planificación y con la estrategia adecuada, nuestra realidad sí que nos lo permitiría.
También es habitual que concentremos todo nuestro dinero en una sola opción, que no diversifiquemos. Ya sea porque todo nuestro patrimonio está en casas y pisos, o porque solo invertimos en acciones del Ibex, o porque tenemos todo nuestro dinero en el mismo fondo de inversión. En cualquiera de esos casos, al no diversificar estamos asumiendo demasiado riesgo. Lo recomendable es aplicar la máxima diversificación buscando reducir el riesgo y la volatilidad y aumentar la estabilidad de los retornos.