La puerta que recibe cuando no estás

MERCADOS

XOAN CARLOS GIL

Con tres años de trayectoria, esta empresa viguesa ha creado un sistema inteligente con una trampilla que los mensajeros pueden abrir aunque no haya nadie en el domicilio; gracias a un código de la entrega y de una app, el sistema identifica la entrega y avisa al cliente

16 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Resuelven uno de los problemas más habituales del comercio electrónico. Un problema para empresas de venta de productos online, para compañías de paquetería y para el cliente final. La viguesa Yolodoor nacía en el 2017 respondiendo ya de primeras a la necesidad de su propio director. Daniel Graña, gerente de varias empresas de ecommerce desde hace 20 años, con un considerable número de envíos diarios, sabía que un porcentaje de los mismos retornaban sin haberse realizado la entrega al destinatario. De este modo, decidió buscar una solución para el impedimento de la última milla. Así nació esta compañía que comercializa puertas que permiten la recepción de paquetes aunque el cliente no se encuentre en casa. Una necesidad más en aumento con la explosión online que ha traído el confinamiento. «Grandes plataformas han creado sistemas de recogida en buzones propios. Nosotros hemos ido más allá, depositando el paquete en el interior de las viviendas. Pensamos que se puede tener una casa sin buzón, pero no una casa sin puerta», apuntan desde el equipo de Yolodoor, formado ya por una docena de profesionales con experiencia en diferentes campos: desde el diseño o la ingeniería hasta la programación informática y la domótica. Y es que las puertas que desarrollan encajan en la perfección en el concepto de vivienda inteligente.

Su funcionamiento es sencillo. La puerta tiene una trampilla que, a través de un código, el repartidor puede abrir para hacer la entrega en el interior del domicilio en cuestión. «La app es sencilla. Nos ha llevado mucho tiempo crearla para que sirviese para todas las empresas logísticas para que el transportista o rider pueda realizar la entrega escaneando con la cámara de su móvil o introduciendo por medio del teclado el número de seguimiento o cualquier caja o ticket de compra», explican. El paquete queda depositado en una bandeja y, a su vez, el cliente recibe una notificación. Un sistema que ha llegado incluso al mundo de los alojamientos turísticos como Airbnb. «Los anfitriones están muy interesados en nuestro sistema porque facilita el check in autónomo a cualquier hora del día, sin tener contacto con el huésped. Así, le facilita un código para que pueda abrir la compuerta y recoger las llaves». Opciones ya en marcha, que este equipo cree que pueden convertirse en infinitas. «Estamos desarrollando un sistema de compra sin bolsas, una plataforma centrada en la entrega de productos de comercios offline, retail, donde el cliente escanea el ticket, sube la foto a la app y un rider se lo entregará en su puerta. Es válido para todo tipo de establecimientos. También abre la posibilidad a las entregas nocturnas, algo que vienen demandando las empresas de logística: podrán ahorrarse atascos, se evitarán problemas de aparcamiento, habrá menos emisiones y las entregas serán ecológicas, discretas y silenciosas».

Yolodoor tiene estas puertas en tres series y sus precios oscilan entre los 1.500 y los 2.500 euros. «Todos los prototipos se producen en Galicia: se fabrican en A Coruña y se ensamblan y envían desde Vigo», relata.

El perfil de sus clientes es universal y cuentan con una red técnica en cada una de las provincias españolas y Portugal. «Tenemos proyección internacional. Algunas de importantes empresas ya lo ven como un nuevo océano azul del comercio mundial. Además, la puerta cumple todos los requisitos para ser el nuevo electrodoméstico, que puede servir de asistente personal. En nuestras instalaciones las tenemos integradas con asistentes de voz, con una cocina con domótica, que estamos desarrollando, y se adaptan y se mimetizan con el hogar». Uno de sus principales motores a día de hoy es su complicidad con las empresas logísticas. «Entregar a la primera les hace optimizar recursos. Pierden mucho dinero con las entregas fallidas», sentencian.