Zhang Yiming, el fundador de Tik Tok: un multimillonario «made in China»

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El creador de la aplicación de vídeos acapara los focos por la guerra declarada por Trump contra la red social

18 sep 2020 . Actualizado a las 14:30 h.

Lleva zapatillas deportivas, vaqueros, una sudadera juvenil y sonríe tímidamente a cámara mientras se encoge de hombros y esconde las manos en los bolsillos: «Una vez vi un eslogan en un edificio en construcción en Pekín. Era: espacio pequeño, sueño grande», recuerda Zhang Yiming mientras recorre el antiguo apartamento donde vio nacer su imperio digital: ByteDance. Una matriz de negocio valorada hoy en más de 100.000 millones de dólares, donde el rey tiene solo cuatro años y mucho flow: TikTok.

Nació de la nada. Entre platos de comida recalentada y alguna que otra factura sin pagar, según confesó él mismo en una entrevista reciente. «No vivíamos mal», asegura con falsa humildad. En apenas ocho años su gallina de los huevos de oro ha crecido tanto que Yiming se ha convertido en el noveno hombre más rico de China, con una fortuna estimada de16.200 millones de euros. Hoy es capaz de mantener en vilo hasta altas horas de la madrugada a los 700 millones de usuarios activos en todo el mundo con TikTok. Consumen de forma adictiva los vídeos virales de celebridades y anónimos. ¿Su secreto? El humor. Caben todos y cabe de todo: de la generación A a la Z. Abuelos, mascotas, padres ingenuos, adolescentes y celebridades. Hasta el Gobierno chino, según denuncia el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien acusa a Yiming de ser un pérfido «espía comunista» y le amenaza con prohibir su aplicación bajo el pretexto de la «seguridad nacional».

Yiming (Longyan, 1983), ingeniero de software especializado en microelectrónica, solo tiene una cosa en común con el magnate norteamericano: la cuenta corriente. Trump encarna al obsoleto hombre de negocios del siglo XX, soberbio y vanidoso. Yiming ha copiado el formato del emprendedor discreto y audaz del siglo XXI que tan buenos resultados da en Internet. Tiene un supuesto origen humilde, como el de Steve Jobs, la ambición de Elon Musk, la dúctil moralidad de Mark Zuckerberg y la aparente modestia de Bill Gates, el fundador de Microsoft, empresa para la que el propio Yiming trabajó en el 2008 y que hoy negocia con él la compra del negocio de TikTok en Estados Unidos por orden del propio Trump.

El multimillonario «made in China», cordial y paciente, no ha entrado al juego. Detrás de esta enemistad hay algo más que una mera animadversión o pirateo empresarial. Nadie confía en Yiming. Nadie sabe quién es ni qué relación tiene con el Gobierno de Pekín. No solo ha copiado el estilo de sus rivales occidentales para generar confianza y simpatía entre todos los públicos, también se sospecha que ha cedido datos personales de sus usuarios a las autoridades chinas. En el centro de la polémica está su lucrativa criatura, TikTok, la startup que consiguió rebasar a Uber en el 2018 hasta convertirse en la más potente del mundo. Detrás de su desenfadada interfaz, de la felicidad y el humor que destilan los contenidos de la plataforma, se esconde el oscuro secreto de su éxito: el tráfico de datos. No solo con fines publicitarios. También políticos. Trump no fue ni será el primero en tratar de cortar los tentáculos del régimen chino en el mundo virtual. India, principal mercado exterior de TikTok, se le adelantó al prohibir este año la aplicación y otras 59 de origen chino por cuestiones de «seguridad».

Nadie quita ahora los ojos de sus otros vástagos digitales como el agregador de noticias Toutiao o los embrionarios smatphones de marca propia que Yiming quiere lanzar al mercado para devorar una pieza jugosa del mercado digital mundial, monopolizado por sus rivales yankis. Cojan un bol de palomitas porque la Guerra Fría tecnológica no ha hecho más que empezar.

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