UE: un impulso federal

MERCADOS

JOHN THYS / POOL

02 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Parece que algo hemos aprendido. Quizá sea porque aún está muy reciente la experiencia lacerante de la Gran Recesión, en la que la Unión Europea trastabilló todo lo que pudo, cometiendo errores de bulto -el famoso sobreajuste, prematuro y brutal- que agravó considerablemente los problemas ya existentes. Para entender por qué, esta vez sí, se ha alcanzado un histórico acuerdo para el Plan de Recuperación, a esa razón -aprendizaje y memoria- debe añadírsele otra de gran calibre: el alto riesgo de ruptura del elemento más vertebral de la integración europea, el mercado único. Porque una salida descontrolada y muy asimétrica de la sima económica impuesta por la pandemia por parte de los distintos países miembros podría efectivamente haber provocado esa ruptura. Y cuidado, porque al Plan aún le falta por superar un laberinto político y burocrático, con la dificultad, sobre todo, de su aprobación por los parlamentos nacionales. Confiemos que la fuerza de aquellas dos razones permitan superarlo sin mayores sorpresas.

Entre todas las piezas innovadoras que el Plan trae consigo (inversión prioritaria en los grandes procesos abiertos de transformación productiva, etcétera) hay una que destaca de un modo notable: su financiación a través de la emisión de deuda común, que obviamente saldrá a los mercados en las mejores condiciones y con la máxima calificación (de triple A). Esto, que tanto se pidió en los años de la crisis de deuda soberana, ahora por fin se ha alcanzado, gracias al cambio de criterio de la parte alemana, para la que hasta unos pocos meses se trataba de un asunto tabú. No es exagerado hablar de un momento hamiltoniano en la UE.

 Esta expresión recuerda a Alexander Hamilton, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, y responsable de la fundación de su Tesoro (del que fue primer secretario). A él se debió la decisión de asumir por parte del Gobierno Federal las deudas de las antiguas colonias en 1790, un hecho fundamental para la unificación económica del país. No resultó fácil pues algunos estados, como Virginia, que ya había redimido sus deudas, se opusieron a rescatar las de los territorios sobreendeudados (algo que recuerda lo ocurrido en Europa hace diez años). Es evidente que la analogía no es completa, pues en el caso de Europa se trata de un paso, muy importante, acaso trascendental, pero solo un paso hacia un sistema general de deuda mancomunada. No son todavía los eurobonos, ni existe un Tesoro ni una verdadera política fiscal común, pero ya se sabe que se hace camino al andar.

La emisión común de bonos trae consigo dos novedades de primer orden. En el plano económico, corrige un fallo fundamental en el diseño original del euro que muchos expertos hace tiempo habían detectado. Si países que comparten objetivo de inflación, tipo de cambio, moneda, experimentan presiones muy diversas por parte de los mercados de capital en caso de crisis financiera, es que algo va mal en ese sistema; ocurrió en 2010, en 2012, pero ahora, al fin, no debiera ocurrir, lo que no es pequeño avance. Y en el ámbito político, los europeístas genuinos están de enhorabuena, pues la emisión de deuda mutualizada será un vector fundamental en la profundización de la unidad europea. En ella late todo un impulso federal.

Recordando de nuevo a Hamilton, y en sus palabras, esa deuda «si no es excesiva… será un poderoso cemento de nuestra Unión».