«El rural no es solo un medio de vida, es un modo de vida»

MERCADOS

PACO RODRÍGUEZ

Sus padres emigraron a Bilbao, pero sin perder nunca el contacto con sus raíces en Santiso. Begoña López, tras una larga carrera en la abogacía como experta en economía social, vuelve ahora los ojos a sus orígenes para crear una producción agrícola con la que comercializar té, nueces, miel y otros productos. Ya tiene pensado el nombre: Tedebego

19 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hija de la emigración gallega en el País Vasco, a Begoña López (Bilbao, 1966) sus padres le enseñaron dos cosas; que el emprendimiento era una manera de vivir y que nunca se debía olvidar de dónde procede uno. Esas enseñanzas las puso en práctica siempre, y más ahora, cuando una enfermedad que limita su capacidad de movimiento le llevó a darle un vuelco a su vida y a emprender un proyecto agrícola, ecológico y novedoso en el corazón de sus orígenes.

-En el País Vasco estudió Derecho. ¿Por vocación?

-Mis padres tenían una empresa y encaminé mis estudios hacia la gestión empresarial y la economía social, pensando que algún día gestionaría yo la empresa familiar, aunque luego no fue así.

-Y como el destino es caprichoso, acabó en Galicia.

-Venía todos los veranos. Acostumbrada al cemento de Bilbao, en Santiso disfrutaba muchísimo. Luego, por razones personales, me quedó y monté una gestoría en Santiago, pero no duró, y decidí instalarme como abogada en Arzúa, que fue a lo que me dediqué toda la vida, sobre todo a la economía social, aunque aquí en Galicia la economía social no funciona, al contrario de lo que ocurre en el País Vasco, donde la responsabilidad empresarial está muy asumida. Cuando tuve a mi hija la mayor trasladé el despacho a mi casa, en Melide, para poder conciliar.

-Y ahora está inmersa en un novedoso proyecto agrícola. ¿Y ese cambio?

-Al lado de la casa familiar, en Santiso, había una finca que mi padre siempre insistía en que deberíamos comprarla, y al final lo hice. Es un terreno de más de 2.000 metros en Visantoña y me planteé qué podría hacer. En mi familia el eucalipto está prohibido, y pinos ya tenía mi padre, así que decidí cultivar camelias para hacer té, porque yo soy una gran consumidora de té. Luego pensé que los camelios hacían una buena simbiosis con los nogales, que son árboles altos que le dan sombra a las camelias, y eso es lo que voy a hacer.

-¿Se aconsejó sobre su viabilidad?

-En la anterior corporación municipal yo era concejala, y me tocaba ir las reuniones del Grupo de Desenvolvemento Rural (GDR) Ulla-Tambre-Mandeo, así que conocía su trabajo. Hice un curso que lo impartía Carmen Salinero, jefa de Servicio de la Estación Fitopatolóxica de Areeiro, y me contagió su entusiasmo.

-¿Dispone de alguna ayuda?

-Lo iba a hacer igualmente aunque no me la dieran, pero de paso que presenté al GDR un proyecto de una clienta mía para un cátering que diera servicio a las casas de turismo rural de Santiso, presenté el mío. Les pareció algo innovador y les gustó mucho, y me dieron la subvención.

-¿Cuándo tendrá su primera cosecha?

- Las camelias producirán en dos o tres años, y los nogales, en torno a cinco años. Quiero poner también colmenas y hacer miel con nueces, y plantar frambuesas para darle sabor al té.

-¿Se plantea vivir de esto?

-Mi apuesta por el rural no es solo un medio de vida, es un modo de vida. Sé que no voy a vivir de esto, pero me gustaría inculcarle a mis hijas que no todo es lo digital. Y la tierra gallega es tan rica... Plantes lo que plantes, malo será. Genera ingresos, puestos de trabajo, revitaliza el rural... No entiendo su abandono.

«Nunca entendí que los gallegos seamos tan cobardes en casa y tan valientes fuera»

«Nací al lado de la ría de Bilbao». Y eso, marca. Begoña López sufre desde hace años artrosis cervical y esa enfermedad está limitando su vida, porque cada vez su capacidad de movimiento es menor. «Es una de las razones por las que me planteé este proyecto, porque no sé cuánto tiempo voy a poder seguir con la vida que hacía hasta ahora. Lógicamente, yo no podré cultivar la tierra, pero a mí no me gusta estar ociosa. De momento, no es más que un ensayo, pero si va bien, ampliaremos la producción, y es una manera de involucrar a mis hijas en esto, de enseñarles que es necesario devolverle a la tierra algo de lo que ella te da». Y tiene buenas sensaciones. «Los vecinos se extrañan muchísimo, pero enseguida me dicen que en cuanto tenga el primer té, lo quieren». Ante el avance de su dolencia, poco antes del confinamiento, Begoña quiso volver a Bilbao, y allí compró un original y colorido cuadro de la ciudad que destaca en su despacho y resume su personalidad: «No puedo renegar del lugar en el que me crie», dice nostálgica.

Del mismo modo que cuando estaba en el País Vasco no olvidó sus orígenes gallegos, ahora tampoco olvida que es de Bilbao. LLeva 25 años en Galicia, y sin embargo, el choque cultural todavía pesa.

-¿Le cuesta al gallego emprender en su tierra?

-Es curioso. En el País Vasco iba a la Casa de Galicia y allí aprendí a tocar la gaita y a bailar la muiñeira, y compartíamos experiencias con otros gallegos que eran emprendedores, empresarios de la construcción, banqueros... Gente que aquí no vio su oportunidad y la vio fuera. Nunca entendí que los gallegos seamos tan cobardes en casa y tan valientes fuera.

-¿Cree que esta crisis es una oportunidad para Galicia?

-Debería serlo, y lo digo también por experiencias que conozco del despacho, porque los abogados somos también psicólogos. Los seres humanos, por norma, somos individualistas, pero las vivencias nos hacen ver que no somos autosuficientes y si te juntas con otros con tus mismas inquietudes, se abren más oportunidades. Conozco, por ejemplo, albañiles que son autónomos, y yo les dijo, ‘¿pero por qué no os juntáis'? Pero aquí, cuesta.

-¿No se arrepiente?

- Cuando me vine hace 25 años, en Santiso había pinos, vacas y músicos. Las vacas desaparecieron y los eucaliptos sustituyeron a los pinos, pero la banda de música sigue ahí, con más de 140 años de vida, y mis hijas están en ella. Tienes que mirar por tu hogar, por lo que es tuyo. Para mí esto es un aliciente, una ilusión.