Guillermo Fernández-Obanza: «Las multinacionales remesadoras se quedan con más del 5 %»

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Verónica Vázquez Vázquez

El activista alerta de que no existen planes estatales para la gestión del dinero de las remesas en los países receptores

19 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La comunidad de senegaleses en Galicia asciende a 2.826 personas. Un colectivo en el que centra sus esfuerzos la oenegé que coordina Guillermo Fernández-Obanza, Ecodesarrollo Gaia. «Son inmigrantes del cambio climático. La escasez de pescado en sus caladeros y la sequía en sus campos los empuja a emigrar. Aquí la mayoría trabajan en la venta ambulante. Los que tienen más suerte se emplean en la pesca o en la construcción. Son estos los que pueden reunir 200 o 300 euros para enviar a Senegal, pero la mayoría de sus remesas son de 30 a 50 euros. A esto hay que descontarle los intereses por las transacciones. Las multinacionales remesadoras se quedan con más del 5 % de cada envío», explica.

El último informe sobre la Migración y el Desarrollo del Banco Mundial eleva el porcentaje a una media del 6,8 %. «En un envío de 30 euros eso es mucho», matiza el activista. Con la reducción del turismo por las calles de ciudades como A Coruña, donde está la asociación, llegar a esa cifra es difícil estos días.

Las remesas son casi una obligación. Con la familia y la comunidad. «En estos casos no hablamos de un proyecto personal de un individuo que decide venirse. El billete se lo compra su familia o un grupo de familiares. Es un proyecto común», destaca.

Para Fernández-Obanza el comienzo de la solución comienza en el origen de estas migraciones. «No existe ningún plan estatal para la gestión del dinero de las remesas, que adquiere gran importancia presupuestaria en el desarrollo de países como Senegal», apunta. En el estado africano constituyen un 10,7% de su producto interior bruto. «Hay que aliviar los costos para los que envían y gestionar los fondos para inversiones públicas en el país. La remesa se dirige a una estructura familiar tradicional-patriarcal. Paga escuelas y medicinas, pero también alimentos que se distribuyen desde el «norte global» a precios muy altos». Como un bumerán, todo regresa a los países ricos.