El desafío al que se enfrenta el país es enorme si se tiene en cuenta que en el año 2017 la productividad de su economía presentaba un diferencial de 21 puntos con Estados Unidos, de 20 con Alemania y de 13 con Francia
05 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Existe un amplio consenso sobre el gran efecto que tendrá la pandemia en el Producto Interior Bruto español, con pronósticos que lo sitúan entre el 8% y el 15% y dejando a España, por tanto, con una de las recesiones más pronunciadas de todos los países industrializados.
A corto plazo, el acceso a la financiación del MEDE, el fondo europeo de recuperación o las políticas del BCE tienen como objetivo que se destruya el menor tejido productivo posible. Para el medio y largo plazo, sin embargo, la reflexión debe abrir nuevos debates, y desde luego uno de los principales, teniendo en cuenta que pronto nos encontraremos con un déficit público en torno al 11% del PIB y una deuda pública que puede rondar el 120% del PIB, será el reequilibrio y estabilización de las cuentas públicas.
Una comparativa entre Alemania y España puede resultar aleccionadora. Tras la crisis financiera de 2008, la economía alemana puso en marcha políticas que redujeron su deuda pública en el año 2019 hasta el 59.8% del PIB. En contraste, la economía española no solo aumentó dicha deuda a lo largo de la anterior crisis, sino que una vez superada la mantuvo estable en torno al 99% del PIB. Son 40 puntos de diferencia relacionados prioritariamente con tres factores: el crecimiento económico, los tipos de interés reales y el llamado superávit/déficit primario, es decir, la diferencia entre ingresos y gastos del sector público una vez se descuenta el pago de intereses de la deuda pasada.
Hagamos un análisis sencillo. Partiendo de que la deuda pública española en el año 2019 era del 95,5% del PIB, suponiendo que los tipos de interés reales eran del -1% (bono alemán a 10 años), con una prima de riesgo de 100 puntos básicos y un crecimiento potencial de la economía española del 2,2%, la deuda sería sostenible a largo plazo con déficits primarios del 2%. Conviene recordar por ello que, tras la crisis del covid-19, ahora mismo estamos hablando de un déficit público del 11% del PIB y una deuda pública del 120%. Podemos imaginarnos cómo tiene que ser el plan de estabilización de las cuentas públicas a lo largo de los próximos años para que dicha deuda sea sostenible.
En este sencillo análisis se ha asumido, además, que el crecimiento de la economía española a largo plazo sería del 2.2%, pero esto es en realidad un objetivo difícil de cumplir si no se realizan profundas reformas estructurales que estimulen la Productividad Total de los Factores (PTF): todo aquello que influye en el crecimiento que no tiene que ver con el capital físico ni el trabajo (calidad institucional, emprendimiento, generación de nuevas ideas, capital humano, políticas de I+D+i, etc...).
El reto que tenemos delante alcanza su dimensión justa si tenemos en cuenta que en el año 2017 la productividad de la economía española presentaba una diferencia de 21 puntos con la de EE.UU., 20 puntos con Alemania, 13 puntos con Francia, 15 puntos con la Unión Europea y 12 puntos con la eurozona.
Resumiendo: el panorama que nos espera a lo largo de los próximos años ofrece dos retos importantes: a corto plazo tendremos que poner en marcha un plan de ajuste que actúe directamente sobre el déficit primario. Esto implicará por una parte incrementar los ingresos fiscales en términos de PIB (estamos 7 puntos por debajo de los países de nuestro entorno) y, por otra, reducir gastos que no afecten al crecimiento de medio y largo plazo para generar un clima de confianza ante los inversores internacionales (y, por tanto, para impedir tensiones en las primas de riesgo de nuestra deuda pública). En el largo plazo, la prioridad es contrarrestar el peso de la deuda. Para ello habrá que actuar sobre aquellas variables que influyen directamente en la Productividad Total de los Factores y, consecuentemente, en el crecimiento económico.
Esto es en lo que deberíamos estar pensando cuando se habla de «cambio de modelo productivo» un desiderátum constante en el debate político-económico español que hoy ha dejado de ser una opción, para que en las crisis venideras, que sin duda las habrá, no nos vuelva a pillar otra vez con el paso cambiado.
José María Martín Moreno Profesor de Economía ECOBAS/UVigo