Gonzalo Urquijo, nervios de acero para salvar a Abengoa

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El directivo tiene la difícil misión de reflotar la compañía sevillana que ya ha estado a punto de protagonizar la mayor quiebra de la historia de España

05 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La historia se repite. Las más de las veces, para mal. Que se lo digan si no a Abengoa. La empresa sevillana fundada por la familia Benjumea se asoma otra vez al precipicio del concurso de acreedores. Esta vez, con Gonzalo Urquijo (Madrid, 1961) a los mandos. Desembarcó el directivo en la compañía allá por el 2016. Sobre la mesa, la difícil misión de reflotar una compañía que a punto había estado de protagonizar la mayor quiebra de la historia de España.

Nadie le puede negar a Urquijo que ha conseguido mucho (reducir la deuda de 10.000 millones que arrastraba la multinacional a la mitad), pero no ha sido suficiente. La cosa está tan complicada, que el directivo se ha dado de plazo hasta este 14 de julio para tratar de sacar adelante el plan de reestructuración que puso en manos de la banca hace más de un mes, y para el que todavía no hay acuerdo. Su meta: evitar a toda costa el concurso. Hasta ha tenido que retrasar la empresa la publicación de los resultados del 2019. El plazo para hacerlo vencía el pasado martes. Pero es que, afirman desde la compañía andaluza, para elaborarlas precisan «tener mayor grado de certidumbre sobre la probabilidad de éxito o fracaso de las medidas anunciadas». Total, que la que en su día fue una de las empresas españolas más reconocidas en ingeniería y renovables está otra vez al borde del abismo. Aunque, todo hay que decirlo, son muchos los analistas que no creen que la banca la vaya a dejar caer. Ya se verá.

Licenciado en Ciencias Económicas y Políticas por la Universidad de Yale y con un MBA por el Instituto de Empresa de Madrid, es Gonzalo Urquijo miembro de una de las familias de más abolengo de este país. Es el tercero de los seis hijos del matrimonio que formaron Jaime Urquijo Chacón, vinculado al Grupo Banco Urquijo y a Tabacalera , ya fallecido; y Carmen Piru Fernández de Araoz Marañón, nieta de Gregorio Marañón.

También es de apellidos ilustres su mujer, Marta Barreiros Cotoner, sobrina de Nicolás Cotoner, marqués de Mondéjar, exjefe de la Casa del Rey. Y también del empresario Eduardo Barreiros. Junto a sus hermanas regenta Aquilea, firma especializada en la decoración floral de eventos. La preferida de la alta sociedad madrileña. Una pasión, la de las flores, que Marta, Cristina y María Isabel heredaron de su madre. Pero, esa es otra historia.

Quien nos ocupa ahora es Urquijo y no tiene el directivo por delante lo que se dice precisamente un camino de rosas. Por muchas flores que le echen, eso sí, quienes conocen su trayectoria profesional, ligada durante largo tiempo a la industria siderúrgica y al gigante ArcelorMittal, en cuya dirección general estuvo desde el principio de la fusión entre los dos grandes del acero.

Procedente de una estirpe ligada a las finanzas, nada hacía presagiar que Gonzalo terminaría entregado al mundo industrial. Pero así fue.

Aunque sus primeros pasos profesionales los dio en la banca, fiel a la tradición familiar. Trabajó para Citigruop y para Crédit Agricole. Hasta que en 1992 se adentró en territorio siderúrgico de la mano de José María Aristrain, un histórico del sector, como director financiero del grupo. Después vendrían Aceralia, Arcelor y, finalmente, ArcelorMittal. Hasta que llegó a su mesa el reto de Abengoa y lo aceptó. Al principio se mantuvo en la presidencia de ArceloMittal en España, pero luego lo dejó para dedicarse de lleno a su nueva tarea.

Lo de estar a medias en algo nunca ha ido con él. Tan impoluto, dicen, en sus maneras, como en su forma de vestir, aficionado al fútbol, del Real Madrid, para más señas; y de los viajes (y no será porque ha hecho pocos).

Por sus manos pasa ahora otro tipo de viaje. Uno que quiere evitar a toda costa. El emprendido por Abengoa hacia ninguna parte. Por empeño no va a ser. Que por algo tiene fama de perfeccionista.

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