Las medidas de defensa contra el dopaje industrial no alivian a Galicia

MERCADOS

PACO RODRÍGUEZ

Los productores europeos acusan a los chinos de vender en la UE por debajo del precio de coste, un «dumping» que está forzando la venta de plantas, cierres y la pérdida de miles de empleos en el bloque comunitario

05 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Tarde y mal. Las medidas de salvaguarda europeas desplegadas por el último Ejecutivo comunitario no han surtido efecto. La Comisión utilizó una tirita -aranceles espejo-, para cortar la hemorragia de la industria europea, ahogada por las tasas estadounidenses y la sobrecapacidad del mercado que ha promovido el gigante asiático con el dopaje de sus empresas de acero y aluminio. Los productores europeos acusan a los chinos de vender en la UE por debajo del precio de coste, un dumping que está forzando la venta de plantas, cierres y la pérdida de miles de empleos en el bloque comunitario. «Las actuales herramientas de la UE están lejos de ser adecuadas para defender los intereses de las industrias europeas contra el enfoque agresivo de poderes globales como China», denunció el mes pasado la patronal europea del aluminio. Aseguran que «no podemos aguantar mucho más». No les falta razón. En el período del 2013 al 2017 hasta el 85 % de los subsidios registrados fueron a alimentar a cinco empresas chinas. Estas tenían el control del 11 % del mercado en el 2004, hoy ya controlan el 57 %.

Las medidas de defensa comercial de la UE han probado tener un efecto limitado. La Asociación Europea del Acero (Eurofer) mostró esta misma semana su «profunda decepción» por la decisión de la UE de no ajustar la cuota de importación de acero libre de aranceles tras el hundimiento de la demanda interna tras el confinamiento. Exigen reciprocidad en la protección de las industrias. Este problema de suma al retroceso del 6 % en su producción en el 2019.

Para algunas comunidades la acción llega tarde. Es el caso de Galicia, donde el futuro industrial es incierto. Al cierre de la planta de Alcoa de A Coruña le sigue ahora la de San Cibrao. A pesar de los planes propuestos para garantizar la estabilidad de precios de la energía y la actividad en las factorías, la empresa insiste en echar el candado y trasladarse a otras jurisdicciones. Es posible que la diversificación de la producción se abra paso en los próximos años y la actividad se relocalice, pero ¿Galicia saldrá agraciada? Como bien apunta el catedrático de Economía Aplicada de la USC, Xabier Vence, la comunidad acumula décadas de «declive industrial». Galicia no solo ha perdido músculo en este terreno, en favor de los servicios, también atraviesa una situación compleja para atraer inversiones (crisis demográfica, falta de conexiones y ubicación periférica). Ni es cabeza tractora de las economías más avanzadas ni puede competir en salarios con países como los asiáticos. Esos factores la dejan, temporalmente, fuera de juego. Pero no está todo perdido, ni mucho menos. Hay otras industrias emergentes o consolidadas donde se abren posibilidades: la movilidad eléctrica o la apuesta por la teconología de alto valor añadido. Y aquí la UE sí ha abierto cauces con su apuesta estratégica por diseñar y fabricar en territorio comunitario los vehículos del futuro y las infraestructuras de telecomunicaciones.