El coronavirus infecta a la economía china

María Puerto PEKÍN / LA VOZ

MERCADOS

ROMAN PILIPEY

El Gobierno de Perkín aprueba un plan para recuperar la actividad en todo el país ante el temor a que no se puedan cumplir las previsiones de crecimiento para este ejercicio

29 feb 2020 . Actualizado a las 15:31 h.

El famoso restaurante Quanjude, en el turístico barrio de Qianmen en Pekín, cerró sus puertas hace unos días al igual que la mayoría de los lugares públicos y de ocio de China por la epidemia del coronavirus Covid-19. Es toda una institución en la capital y su famoso pato laqueado uno de los símbolos de la gastronomía china. Fue fundado en 1864, durante la dinastía Qing, y alardea de haber unido su historia a la de la China moderna. Ni la Revolución Cultural consiguió cerrar sus hornos de leña. Solo se atrevieron a cambiarle el nombre. Con la llegada de las reformas, y siguiendo la estela del desarrollo chino, se amplió el local, se abrieron franquicias por todo el país y se expandieron por el mundo.

Pero el coronavirus ha conseguido que ni siquiera el anexo que vende pato para llevar abra las persianas. Los candados en su puerta simbolizan el cierre, o al menos el delicado momento, que vive la economía china. El país lleva más de un mes paralizado, con el transporte restringido y la población enclaustrada sin trabajar para contener los contagios. La epidemia ha prolongado el período habitual de vacaciones de año nuevo que ya de por sí ralentiza la producción industrial.

El consumo, que se dispara durante las vacaciones, se ha hundido y el sector turístico está en la uci, sin perspectivas de mejorar a corto plazo. Zhu Min, ex alto cargo del Fondo Monetario Internacional, calculaba en unos 196.000 millones de dólares las pérdidas de estos sectores en los dos primeros meses del año. La epidemia puede reducir el crecimiento de China en un 1,2 % en el primer trimestre del 2020.

El presidente Xi Jinping reconoció en un largo discurso televisado que se enfrentan a la peor crisis sanitaria desde la creación de la República Popular en 1949, y que tendrá un «impacto considerable en la economía y la sociedad». Pero advirtió que es prioritario reanudar la actividad.

El mensaje fue claro: reactivar la economía empieza a ser más acuciante que frenar el virus. Por eso inmediatamente se empezaron a relajar algunas medidas de cuarentena en provincias como Guandong, de donde salen la mayoría de las exportaciones. El objetivo es propiciar la vuelta al trabajo de los millones de empleados que siguen varados en sus localidades de origen. La taiwanesa Foxconn, el mayor fabricante mundial de componentes electrónicos y que tiene sus principales fábricas en el sur de China, ha empezado a ofrecer bonus a los trabajadores que se reincorporen a las cadenas de montaje.

A pesar de los problemas, el Gobierno chino mantiene los objetivos de crecimiento, reducción de la pobreza rural y control del paro marcados para el 2020.

El 24 de febrero anunció un presupuesto de 14.000 millones de dólares para combatir el impacto del coronavirus. La decisión va acompañada de medidas fiscales, financieras y de empleo para apuntalar la economía. Y ayudas para facilitar el crédito a las pymes.

Pero para hacer posible la promesa de Xi Jinping de conseguir que a finales del 2020 el PIB sea dos veces superior al del 2010, es necesario crecer como mínimo un 5,6 % anual. Y muchos analistas pronostican que la crisis sanitaria ralentizará el crecimiento. Goldman Sachs pronostica un incremento del PIB del 5,2 % y Moody’s solo lo eleva hasta el 5,3 %.

La crisis del Covid-19 llega en un mal momento para el gigante asiático. Se enfrenta a una larga guerra comercial con Estados Unidos y también necesita resolver los problemas de endeudamiento de sus bancos y grandes empresas. El parón de las fábricas puede acelerar que las compañías extranjeras trasladen su producción a otros países.

En China todavía conviven muchas realidades y niveles de desarrollo. Una tradición ya muy minoritaria, la compraventa de animales vivos sin controles sanitarios, propia de un país poco desarrollado, ha torpedeado a la segunda economía mundial, líder en tecnología 5G, inteligencia artificial y soluciones de comercio electrónico.