Subidas en el SMI, ¿a quién perjudican?

Venancio Salcines
Venancio Salcines DIRECTOR GENERAL DE CESUGA

MERCADOS

19 ene 2020 . Actualizado a las 05:05 h.

Probablemente resulte extraño, pero este año es más que previsible que la Comisión Europea y el Gobierno de España caminen, en el desarrollo de la agenda social, a un ritmo paralelo. La idea fuerza será que, en toda Europa, el salario mínimo esté en la órbita del 60 % de la remuneración media nacional.

Esta nueva verdad, a la que será difícil oponerse, nace con una escasa contrastación académica. La literatura económica sobre su impacto es escasa y no concluyente. Algunas experiencias han sido positivas, otras no. Estamos en una situación similar a la de un fármaco nuevo ante una enfermedad crónica. En unos enfermos funciona, en otros lo empeora. Gran parte de los análisis se han realizado en naciones con un tejido económico y demográfico diferente al nuestro. Una reinterpretación de los mismos, para España, en numerosos casos no sería rigurosa y podría generarnos conclusiones erróneas. No obstante, este año, el Banco de España, en sus documentos ocasionales, nº 1902, ha publicado un trabajo de tres de sus técnicos, Lacuesta, Izquierdo y Puente, que puede darnos alguna de la luz que nos falta.

La primera pregunta es, ¿a cuántos trabajadores afecta? Atendiendo a la Muestra Continua de Vidas Laborales, y para datos del 2017, estaríamos hablando de un 2,4 % del total de la muestra. Extrapolar esta ratio al conjunto del mercado laboral no sería descabellado. Lo que sí es importante destacar es que si la lectura la hacemos al tramo 16-24 años, asciende al 20 % de ese colectivo, y a un 5,5 % del siguiente (25-32); para el de mayores de 45 años sería solo de un 1 %. Por tanto, el primer dato objetivo es que una subida del SMI impacta directamente sobre el empleo joven y, en segundo lugar, y a bastante distancia, sobre los trabajadores de más edad.

La siguiente pregunta a hacerse es, ¿cómo impacta? ¿Hace más probable que lo despidan? El análisis realizado por Lacuesta et al. (2019) indica que la probabilidad de no tener empleo, para la fecha estudiada, era del 22,9 %, y algo inferior (17,1%) si no hubiera habido subida del SMI. Estos datos, que son la media de todas las cohortes de edad, se vuelven dramáticos si hablamos de los mayores de 45. La probabilidad de perder el empleo pasa de un 14,1 % a un 40,9 %. En los jóvenes, el impacto es mínimo. Por tanto, es fácil concluir que, en términos netos, una subida del SMI puede beneficiar a la mayoría de los más jóvenes, pero puede resultar muy perjudicial para una parte marginal de los trabajadores de más edad.

El análisis del Banco de España no incluyó la variable territorial, pero parece obvio que debe ser un elemento determinante y, de hecho, estudios posteriores así lo han demostrado. El SMI no impacta igual en un joven de Madrid o Valencia, con mercados laborales dinámicos y positivos, que en uno de la España vaciada. Como no impacta del mismo modo en los mayores de las comarcas más deprimidas de Extremadura que en los que viven en el cinturón industrial de Barcelona.

Hoy, toda afirmación sobre el resultado final de un nuevo SMI, en nuestro caso de 1.000 euros en catorce pagas, no deja de ser un acto de fe. A pesar de ello, creo que para el grueso de los afectados será positivo, existiendo, eso sí, colectivos vulnerables, los jóvenes menos cualificados, y los mayores descapitalizados, esencialmente los afincados en la España más deprimida. A estos, que posiblemente sean en los que muchos piensen como beneficiados, una subida los puede abocar al desempleo. Ya se sabe, en economía, muchas veces una decisión te lleva a donde no quieres. Grave, cierto, pero mucho más es no ser consciente de ello.