Edificios que cobran por generar energía: ya solo faltan unos días

Manuel Blanco REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

María Pedreda

A finales de este mes o principios de febrero está previsto que particulares y comunidades de vecinos empiecen a ser compensados por el excedente de electricidad que producen sus inmuebles

20 ene 2020 . Actualizado a las 07:12 h.

A principios de los años ochenta, el escritor e intelectual estadounidense Alvin Toffler describió en La tercera ola la emergencia de un moderno perfil de ciudadano. Un sujeto activo, nunca más pasivo y sometido al discurso de unos pocos, que consumiría información, pero también la produciría. Prosumidor, lo bautizó. El tiempo, y en buena medida las redes sociales, dieron la razón a Toffler. Y su legado, ese florecimiento del individuo que actúa, ha ido haciendo fortuna en multitud de campos. El último, por extraño que parezca, el energético. El prosumidor, de hecho, está llamado a liderar la mayor transformación en este ámbito en décadas, una era de cambio en la que la generación y el consumo de electricidad se concentrarán en el kilómetro cero.

 Es lo que se conoce como generación distribuida. Hasta la fecha, la producción energética se ha concentrado en grandes centrales (de carbón, fuel, nucleares, de ciclo combinado, hidroeléctricas...) muy alejadas de los lugares donde se consumía, ya fuesen edificios o polígonos industriales. Pero el modelo ya está mutando. Tanto a nivel global como local. En abril pasado, de hecho, el Gobierno español aprobó el Real Decreto 244/2019 que sienta las bases de esta revolución al permitir a particulares, empresas, entidades de todo tipo o comunidades de vecinos adentrarse en el territorio del autoconsumo, esto es, la capacidad de producir la energía que necesitan para sus inmuebles por medio de fuentes renovables: paneles fotovoltaicos, instalaciones de bomba de calor, geotermia... Y lo que es más importante, volcar a la red el excedente de electricidad, aquella que no utilicen, a cambio de una compensación.

En el mundo que viene, los edificios ya no solo serán consumidores, sino también productores. Millones de inmuebles, urbanizaciones o barrios se convertirán en generadores netos de suministro a la red, con lo que el papel de las grandes centrales se verá presumiblemente minorado. ¿Por qué el planeta se asoma a este cambio? Por la emergencia climática. Crear energía verde allí donde se necesita no solo limita de forma sustancial las emisiones contaminantes, sino que atenúa las cuantiosas pérdidas que se producen al transportar la electricidad desde las grandes centrales hasta los núcleos urbanos.

España aún no ha empezado a compensar a los por ahora pocos edificios y particulares que vuelcan energía a la red -no hay datos concretos sobre la cifra-, pero lo hará en breve. Lo explica con detalle Antonio Masdias, profesor titular e investigador del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidade da Coruña y uno de los mayores expertos en eficiencia energética de la comunidad: «Desde la publicación del RD 244 se recogía que el sistema tiene que empezar a compensar, pero estamos en un país burocratizado y esto implica cambios profundos tanto a Red Eléctrica como al operador de mercado, que no estaban registrando la información de los contadores inteligentes sobre el volcado de la energía. Esa modificación [para contabilizar los datos], que no es más que una directiva técnica, se publicó en diciembre pasado, por lo que a finales de este mes o a principios del que viene se debería empezar a compensar».

La red de contadores inteligentes que se ha ido desplegando en los últimos 10 años juega un papel clave en esta etapa de cambio, en el desarrollo de lo que los expertos llaman smart grids, redes preparadas para gestionar y procesar todo ese suministro extra que va a ir floreciendo con el auge en España, por ejemplo, de las instalaciones fotovoltaicas. «Si yo tengo en casa paneles y no consumo esa energía porque no estoy -argumenta Masdias-, se vuelca a la red y el contador inteligente la cuantifica e informa a los centros de transformación, ya equipados con redes de fibra óptica y tecnología. Con todos esos nuevos equipos se gestiona ese excedente para que lo usen, por ejemplo, mis vecinos y se cuantifica la compensación que recibiré».

 Tanto Red Eléctrica (operador del sistema) como OMIE (operador del mercado) tienen trabajo por delante para afrontar esta transformación radical, pero sostiene el profesor coruñés que el camino es irreversible. Sobre la posibilidad de que las redes puedan verse saturadas en el futuro ante la aparición de un vasto continente de nuevos generadores, Masdias explica que en los últimos años todas las empresas distribuidoras (Naturgy, Endesa, Iberdrola...) han creado departamentos de smart grids (redes inteligentes) para prevenir cualquier tipo de incidencia y prepararse para afrontar uno de los retos clave de la transición energética, un objetivo que, eso sí, tendrá un coste social, visible en procesos como los planes de descarbonización que amenazan a industrias como Endesa As Pontes. 

Bruselas, en cualquier caso, no muestra atisbo de duda. Y ha dado orden a los estados miembros para que profundicen en esta senda. Además de la norma de autoconsumo y la directiva relacionada con los contadores inteligentes, el Ejecutivo central dio el pasado 28 de diciembre, día de los santos inocentes, otro paso significativo al aprobar una modificación del Código Técnico de Edificación que impulsará la autonomía energética de cualquier nuevo inmueble que se levante en territorio español de ahora en adelante.

La era verde

Las nuevas obligaciones son ciertamente exigentes. Obliga por ejemplo a que el 70 % de la energía para obtener agua caliente que precisa un edificio provenga de fuentes renovables, con lo que todos habrán de estar dotados de paneles solares, instalaciones de geotermia o bombas de calor. Eso dependerá de la elección del promotor, aunque en este momento son la fotovoltaica y la eólica las que parecen ganar por la mano en el mercado. «Para que nos hagamos una idea, solo en Galicia -detalla el investigador de la UdC- hemos pasado de un día para otro del 30 al 70 % de exigencia, con todo lo que eso implica».

El interés por crear este gran contingente de edificios eficientes y autónomos responde a una cifra llamativa: el 40 % del gasto energético total de la UE procede de su parque inmobiliario. Transformar el comportamiento en esta materia de miles y miles de bloques por todo el Viejo Continente supondrá un recorte significativo de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) e incluso abrirá nuevas oportunidades de negocio para las empresas que se posicionen en el sector. En A Coruña, sin ir más lejos, está el primer edificio de Galicia que va a instalar una microrred de 20 Kv dedicada a la generación. Por ahora no es más que una excepción. En el futuro será la norma.