-Mantiene una dura batalla contra el presencialismo...
-Intento acabar con esa cultura absurda. Hay que cumplir unos objetivos, pero para conseguirlo no hace falta estar horas sentada en una oficina. Quiero cambiar los horarios.
-También se ha ampliado el espectro de contenidos...
-Seguimos trabajando en obra de consulta porque no tendría sentido dejar de hacer lo que se nos da bien, pero hemos introducido colecciones infantiles y juveniles, moda, gastronomía... Hemos ampliado fronteras, para vender a más público, en el resto de España y en el extranjero.
«Mi padre me advirtió: ´Has llegado en el peor momento´ »
Laura aterrizó en la empresa en septiembre del 2009. «En EE.UU. la crisis había empezado un año antes, así que salí de una para meterme en otra», recuerda. Aunque reconoce que el bache más gordo ha sido superado, también admite que «los tiempos dorados ya no volverán». Hasta el 2014, el sector editorial se redujo alrededor de un 30 %. «Nosotros vivimos la recesión por partida doble. La que afectó a todo el mundo y la que tuvo que ver con la irrupción de nuevas formas de consumir cultura». Nuevas formas que obligaron a adaptarse a otras realidades: «La de leer menos, porque se dedica más tiempo a ver series o al teléfono móvil». Sin embargo, no ve en el libro electrónico la principal amenaza. «Llevo diez años escuchando ‘Que llega, que llega’, como si fuese el lobo, pero lo que vemos en las ferias no es eso. Las ventas, de hecho, se han estancado. El verdadero peligro es la piratería. Eso sí que hace daño».
«Comprar un libro me da placer, como a otro comprar unos zapatos bonitos»
Una habitación propia, de Virginia Woolf, es su última adquisición: «Estoy leyendo mucho sobre temática feminista. Estamos preparando una colección de autoras extranjeras actuales traducidas al gallego, que saldrá en noviembre». ¿El olfato editorial es innato? Laura siempre está «con la antena puesta, como vosotros los periodistas, atenta a lo que se mueve, a lo que interesa». Pero no hay una fórmula mágica. «Ojalá todos los días llamasen a la puerta con ideas brillantes y originales». A veces, sin embargo, talento y suerte confluyen para dar un auténtico pelotazo, como ha ocurrido con El mundo en que viví, de Ilse Losa, «una obra de los años 50 que hemos traducido del portugués, donde tuvo muchísimo éxito y que aquí no se conocía». Se confiesa una romántica, de las de tocar y oler papel. «Para mí comprar es libros es un placer, como para otra persona pueda ser comprar unos zapatos bonitos. Ir a una librería, explorar, esa sensación de encontrar algo como si fuera un tesoro. Una vez me descargué un libro en el móvil. Nunca lo leí. Estamos tantas horas ante la pantalla que ya no me apetece».