Tierras raras, el arma secreta

María Puerto PEKÍN / LA VOZ

MERCADOS

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China se plantea restringir las exportaciones de unas materias primas fundamentales para las industrias tecnológicas en respuesta a la guerra comercial con Estados Unidos

13 dic 2019 . Actualizado a las 22:08 h.

China es el principal productor y exportador mundial de tierras raras, unas materias primas indispensables para la industria de la electrónica. Restringir las exportaciones de estos productos se puede convertir en una arma negociadora en la guerra comercial que mantiene abierta con Estados Unidos habida cuenta de que son necesarias para la fabricación de una amplia gama de bienes que están muy presentes en nuestra vida cotidiana como los teléfonos móviles, ordenadores, pantallas, láseres, lentes de cámara, pero también son cruciales para la industria eólica, la solar, la automoción y la militar.

Tierras raras es el nombre que se da a un grupo de 17 elementos químicos del final de la tabla periódica. Quince de ellos son el grupo de los lantánidos y se les suma el escandio y el itrio. Se les llama tierras porque se pueden disolver en un medio ácido y en realidad no son tan raras: están presentes en gran parte de la corteza terrestre. Pero lo que resulta difícil es encontrarlas en cantidad suficientemente pura para que su extracción sea rentable.

China cuenta con el 37 % de las reservas mundiales de estas materias primas, pero en la actualidad controla más del 90 % de la producción mundial y es el principal exportador. Después del gigante asiático, los principales productores son Estados Unidos, India, Rusia, Australia, Vietnam, Brasil y Malasia.

El proceso de extracción de las tierras raras es caro y muy contaminante. China ha conseguido tener una posición de dominio del mercado debido a sus bajos costes laborales y la tolerancia que a lo largo de los años ha mantenido con los riesgos medioambientales. La principal explotación en Mongolia Interior es un ejemplo de la gran acumulación de residuos tóxicos que genera. La mina se gestiona desde 1957 y de ella se extraen el 70 % de las tierras raras del país. Pero el gigante asiático no solo produce en su territorio. También ha hecho grandes inversiones en otros estados como Australia, Sudáfrica, Argentina o Groenlandia.

Desde que se recrudeció la guerra comercial con Estados Unidos con el bloqueo de las negociaciones y el aumento de aranceles, China ha ido lanzando avisos de que podría presionar con limitar las exportaciones. El pasado mayo, el presidente Xi Jinping se dio un paseo, bien documentado por la prensa estatal, por la provincia de Ganzhou y se dejó fotografiar en una planta de producción de imanes de tierras raras para mostrar el apoyo a la industria. Era una forma de hacer público lo importante que es para Pekín en este sector.

Poco después, la poderosa Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo, el organismo que pilota la dirección económica del país, daba el primer toque de advertencia en un comunicado donde señalaba que China debería endurecer los controles de exportación de tierras raras. Y en los últimos meses ha celebrado dos reuniones con expertos con la misma conclusión.

Y el resto de los argumentos los han mostrado sin rubor los artículos de opinión de diarios como el China Daily o el Global Times. En ellos se ha asegurado que el Gobierno debe limitar las exportaciones de estos minerales a países que intentan limitar el crecimiento chino, sin nombrar directamente a EE. UU. y siempre advirtiendo que son medidas defensivas.

Estados Unidos es consciente del riesgo. El pasado 4 de junio, el Departamento de Comercio publicó un informe en que incluía las tierras raras en la lista de los 35 elementos imprescindibles para la seguridad nacional. Proponía acciones para buscar alternativas a las exportaciones chinas con productores de la UE, Japón y Canadá. Se utilice o no como arma negociadora, la guerra comercial ha puesto el foco sobre la importancia global de estas materias primas. Además, una restricción a Estados Unidos puede generar víctimas colaterales ya que en Tailandia, Japón o Corea del Sur hay empresas que utilizan las tierras raras chinas para fabricar bienes con destino a Norteamérica.