Galicia quiere ser potencia del surf

Pedro José Barreiros Pereira
P. Barreiros REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

Pantín Classic

El deporte de la ola, que será olímpico en Tokio, sigue creciendo como fuente de turismo deslocalizado. Administraciones y empresas coinciden en el alto potencial de la comunidad

24 jun 2019 . Actualizado a las 12:11 h.

El surf se identifica con nómadas que recorren el mundo con sus tablas y una forma de vida un tanto hippy. Pero esta imagen romántica están dejando paso a otra más real y acorde con los tiempos. La de un negocio cuyas cifras no paran de crecer y en el que Galicia no debe dejar pasar la ola, según destacan tanto profesionales como instituciones. Rob Gunning, director para Europa de la World Surf League, cifra en «cinco o seis millones de euros» el impacto global en el turismo del Pantín Classic, la prueba más importante de las que se celebran en España por la calidad de los participantes y la repercusión económica que genera, mientras la Mancomunidad de Municipios de Ferrolterra, donde se celebra, eleva esta cifra a diez millones de euros.

 No es una exageración. Dos profesores del departamento de Economía de la Universidad de Oxford, Thomas McGregor y Samuel Wills, calcularon que el beneficio económico de esta práctica en todo el mundo supera los 42 millones de euros al año. Su estudio no solo analiza cuánto se gastan los surfistas en alimentos y alojamiento, o las ventas de las grandes marcas de tablas o trajes de neopreno. También tomaron en cuenta actividades indirectamente relacionadas, como el alquiler de coches, y hasta evaluaron, gracias a los satélites que orbitan alrededor del planeta, la cantidad de luz emitida durante la noche en aquellas zonas donde se practica surf y en las que no, y la relacionaron con su actividad económica. Así, subrayan, si dos lugares son parecidos, pero solo uno dispone de buenas olas, este crecerá más. Nada menos que entre un 16 y un 32 % a lo largo de un período de 21 años, según sus cálculos.

La directora xeral de Turismo, Nava Castro, considera a Galicia como «escenario privilegiado» para practicar surf «a todos los niveles y en la mayor parte del año». La comunidad reúne todas las condiciones para triunfar en este sector. A una situación geográfica privilegiada en esta esquina del Atlántico, con cerca de 1.500 kilómetros de litoral, casi el 20 % del total de España, se añaden muchos arenales alejados de la contaminación urbanística, las condiciones singulares de sus rías y la presencia de marejadas casi durante todos los meses del año. Playas como Patos, Montalvo, Río Sieira, Nemiña, Soesto, Malpica, Razo, Caión, Orzán, Ondalonga, Doniños, Campelo, Pantín, Machacona, Peizás y Oliñas ofrecen distintas posibilidades de turismo de surf, pues se adaptan a cualquier perfil y dificultad, a modalidades más o menos salvajes, e incluso son combinables en distintas épocas del año. Así, la Costa das Ondas, en Ferrolterra, y la Costa da Morte, destacan en primavera y verano, mientras las Rías Baixas y A Mariña pueden ser opciones para la temporada de otoño-invierno.

Reserva mundial

La Costa da Morte, y su riqueza en torno al surf, es una de las candidatas en este 2019 del programa World Surfing Reserve, de la prestigiosa oenegé californiana Save the Waves que, si prospera, convertiría a este territorio en la segunda reserva mundial de surf declarada en Europa, después de la portuguesa Ericeira, y en la duodécima del mundo. También se encuentran en esta prestigiosa lista Malibú y Santa Cruz, en Estados Unidos; Manly Beach, Gold Coast y Noosa, en Australia; Guarda do Embaú, en Brasil; Huanchaco, en Perú; Bahía de Todos Santos, en México; Punta Lobos, en Chile; y Punta Borinquen, en Puerto Rico.

El potencial de Galicia es enorme, pero aún sigue sin exprimírsele todo el jugo. Mientras en España el turismo mediterráneo de sol y playa se estanca e incluso decae, el relacionado con las prácticas deportivas sigue creciendo y genera unos ingresos anuales de 12.500 millones de euros, según Turespaña en el 2016. Esto es especialmente significativo en el caso del surf, donde los practicantes han pasado en la última década de 26 a 35 millones de personas en todo el mundo, según The Economist, mientras unos 120 millones se declaran aficionados. Pero esto no es nada. La explosión definitiva se espera a partir del próximo año, cuando el surf se convertirá en deporte olímpico en los Juegos de Tokio.

 Además, el surf se destaca como un espléndido prescriptor de negocio. En el caso gallego, puede suponer la carta de presentación de un turismo asociado con la naturaleza y la cultura, deslocalizado y ajeno a las épocas estivales, en el que sus practicantes se acercan a la comunidad cuando hay olas y, luego, vuelven en otra época. En una entrevista publicada por La Voz, Pablo Maciñeira, responsable de Ortegal Surf Escola, afirmaba que la llegada de turistas que desembarcan en su comarca es algo que va a más año tras año. «Hace cinco o seis, a la playa de Esteiro de Mañón solo íbamos unos pocos surfistas locales, pero ahora casi ni puedes aparcar el coche, porque está todo lleno de furgonetas de austríacos y alemanes».

Estilo de vida

Otro factor a tener en cuenta es que el surf trasciende la condición de industria y se convierte en todo un estilo de vida. Basta ver su repercusión en el cine o la publicidad. Las olas y las tablas aparecen por igual en anuncios de automóviles como en los de perfumes o teléfonos móviles, pues se asocian a consumidores de un alto poder adquisitivo y un estilo de vida determinado. El responsable de la consultoría de turismo deportivo Goodlife, Jacobo Suárez, pone el acento en la demanda de cursillos para iniciarse en la práctica de esta disciplina. «Las matrículas siguen creciendo año a año en las escuelas de surf», señalaba en unas declaraciones a este diario. La ola del surf como industria está a punto. ¿Galicia está preparada para subirse?