«La gente dice que el Camino va a morir de éxito: qué sería de nuestra zona sin él»

G. Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

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cedida

Los hermanos Miguel y Gloria Villar regentan la casa rural Fogar de Lecer de Arzúa desde hace dos años

05 may 2019 . Actualizado a las 05:17 h.

Después de 22 años a los mandos de un camión y seis conduciendo un taxi por la zona de Arzúa, Manuel Villar se dio cuenta de que siempre había tenido ante sí su oportunidad de negocio. Lo suyo ya era, y es, transportar de un lado a otro a los peregrinos, e incluso sus equipajes, pero desde hace dos años también es hostelero. Junto con su hermana Gloria, que llevaba en ese momento dos años en el paro, se lanzaron a gestionar una casa rural. «La conocía de ir a buscar allí gente con el taxi. La propietaria me dijo que la iba a alquilar y vi la oportunidad. En mi entorno me llamaron loco», explica Manuel. Esa casa se llama Fogar de Lecer. Está a solo un kilómetro de Arzúa y, con sus cinco habitaciones, su demanda no ha dejado de crecer. «Hay que decir que nos la dejaron con 200 habitaciones reservadas. Este mes de mayo casi no tenemos huecos libres. Hemos tenido que rechazar gente. En la última semana de abril hemos tenido huéspedes españoles, pero también de Italia, Reino Unido y Estados Unidos».

La agenda de Fogar de Lecer goza de buena salud también para junio, septiembre y octubre. Y eso que sus habitaciones no están en los rangos más asequibles. Dormir en esta casa cuesta entre 62 y 82 euros la noche. «Hay sitio para negocios de todo tipo. Es lo bueno del Camino. Por esa zona también hay pazos, que son más caros que nuestra casa, y también están llenos. Lo que se demuestra es que en el Camino somos todos iguales pero, al terminar, hay gente que no quiere compartir espacios o sufrir ruidos», explica Manuel, que se encarga de Fogar de Lecer solo junto a su hermana y otra persona que los ayuda. «También nos contratan media pensión: llevamos a los peregrinos a restaurantes que tenemos de mano en Arzúa. Intentamos aportar a la zona del mismo modo si compramos muebles o botellas de agua, por ejemplo. Nos lanzamos a realizar rutas turísticas, pero no damos para más», comenta. Aún así, esta familia cree que ha hecho lo correcto. «La gente dice que el Camino va a morir de éxito. ¿Y qué haces? ¿Le pones puertas al campo? Esto es bueno para la comarca, que la gente deje rendimiento. Qué sería de la zona sin el Camino».

En Fogar de Lecer creen que su secreto es el trato personalizado y se ponen las pilas para el futuro. «No podríamos atender del mismo modo a la gente con 20 habitaciones. Mi hermana va a la escuela de idiomas para mejorar el inglés. Yo he aprendido a base de llevar a gente en el taxi. La realidad es que, de los que paran en nuestra casa, un 90 % son peregrinos. De ellos, el 70 % son extranjeros». Lo dice un empresario que siempre ha visto con buenos ojos la ruta. «Cuando todo esto empezó con el Xacobeo 93, la gente desconfiaba. Yo creo que los peregrinos que vienen son gente estupenda».