El Támesis se come sesenta millones

Rita Álvarez Tudela LONDRES / LA VOZ

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El fallido plan para construir un nuevo puente sobre el río generará cuantiosas pérdidas al erario de la capital británica, que ha decidido renunciar al proyecto para no engordar los números rojos

03 mar 2019 . Actualizado a las 05:14 h.

 Son incontables las ocasiones en las que una infraestructura llamada a aportar una solución acaba convertida en lo contrario. En un auténtico quebradero de cabeza. Es lo que acaba de ocurrir, sin ir más lejos, con el fallido plan para construir un nuevo puente sobre el Támesis, el icónico río de la capital británica. Iba a ser un viaducto emblemático, en el centro de Londres, cubierto de árboles y flores. Pero se va a quedar en eso, en una idea. Un sueño caro, dicho sea de paso, porque a pesar de que no se ha puesto ni un pilar, la factura del proyecto le ha costado a los contribuyentes la friolera de 53 millones de libras (unos 61 millones de euros).

Una consulta planteada por Transporte de Londres (TFL, por sus siglas en inglés) reveló que se desembolsaron, entre otros gastos, 161.000 libras en un sitio web y 417.000 libras en una gala para conseguir financiación para llevar a cabo la infraestructura, así como nueve millones de libras en el proyecto y otros 1,7 millones en pagar a los responsables de organizar el citado acto benéfico. El apodado como puente jardín vio la luz en el mandato del anterior alcalde, Boris Johnson, pero fue en la etapa del actual regidor, Sadiq Khan, cuando empezó a verse rodeado de dudas hasta acabar durmiendo el sueño de los justos por recomendación de una auditoría demoledora.

Las reacciones políticas no se han hecho esperar. El miembro de la Asamblea de Londres Tom Copley tildó de «apabullante ver que los costes del fallido puente de Boris continúan aumentando para los contribuyentes londinenses», mientras que Caroline Pidgeon, presidenta del comité de transporte de este mismo organismo, aseguró que los gastos del proyecto no son más que «la confirmación final de la locura absoluta del proyecto».

Los planes de construcción del puente incluían la plantación de más de 270 árboles y 2.000 arbustos. La idea era crear un auténtico «paraíso flotante» en recuerdo de la princesa Diana de Gales, un planteamiento sugerido por primera vez por Joanna Lumley allá por el año 1998. El plan cobró impulso en el 2012, y al año siguiente, el alcalde conservador y defensor del brexit Boris Johnson apoyó su construcción, prometiendo que TFL ayudaría a que viera la luz. También fue respaldado por el entonces ministro de Economía y Hacienda, George Osborne.

 Pese a todo, el proyecto del puente se vio envuelto en problemas por su financiación desde su origen y tampoco contó con el apoyo decidido de los ciudadanos. En septiembre del 2016, con la llegada del laborista Sadiq Khan a la alcaldía de Londres, se pidió una auditoría para averiguar si la relación calidad-precio del viaducto era la adecuada.

La sorpresa llegaría apenas unos meses después, cuando la Oficina Nacional de Auditoría reveló que el primer ministro, David Cameron, había ignorado el consejo de sus propios funcionarios de no proporcionar más fondos de los contribuyentes al proyecto debido a los riesgos y dudas sobre su viabilidad. En enero del 2017, las cuentas presentadas mostraron un déficit de 56 millones de libras en las cuentas del proyecto y tres meses después, la diputada laborista Dame Margaret Hodge concluyó que sería mejor deshacerse del mismo en lugar de arriesgarse a engordar la factura.

Aquello fue el principio del fin. Sadiq Khan empezó a sembrar dudas en los meses posteriores al asegurar que no podía proporcionar la garantía financiera necesaria para dar vida al puente, mientras las dudas alrededor del mismo seguían creciendo. Una nueva auditoría demostraba que se habían gastado ya 37,4 millones de libras de fondos públicos y que, incluso si se cancelaba, la factura se elevaría a 46,6 millones. Al final, las pérdidas se han disparado hasta los 53 millones. En su lugar no hay puente, tampoco árboles o flores... El sueño del puente jardín ha acabado en pesadilla.