«En España ya es lo normal ver una mujer en una obra»

Susana Luaña Louzao
Susana Luaña REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

Marcos Míguez

Su carrera profesional fue siempre de la mano de la compañía de servicios y certificación Applus, que acaba de ser reconocida con el premio Top Employers España 2019 por las condiciones laborales de sus empleados. La ingeniera de Caminos, Canales y Puertos Sonsoles Carbia forma parte de un equipo directivo en el que cada día es más fácil ver a una mujer a pie de obra y con voz de mando

04 mar 2019 . Actualizado a las 12:30 h.

Estudió una ingeniería porque le gustaban las ciencias puras «y nunca tuve un plan B». No se arrepiente; estuvo dos años haciendo prácticas en Applus y se quedó, incluso antes de acabar la carrera. Sonsoles Carbia Rosendo (A Estrada, 1978) se sumó así a una empresa líder en la realización de proyectos, control y supervisión de obras que hace algo más de un año sumó a su cartera de negocio la gestión de las ITV gallegas.

-Empezó como becaria y ahora tiene a 36 personas en su departamento.

- No me equivoqué al estudiar Caminos y Puertos aunque tampoco destaqué por las notas, pero al ir avanzando la carrera sí que te vas centrando más y en cuarto hice unas prácticas en Applus y al año siguiente repetí, y antes de terminar la carrera ya me incorporé definitivamente. Fue en el año 2005, con 27 años.

-¿Se las apañó bien en un mundo de hombres?

-El año en que entré en la carrera, en la Universidade da Coruña, se dio la casualidad de que éramos el mismo número de hombres que de mujeres, y no sé si es lo frecuente, pero cuando me incorporé al mundo de la obra ya teníamos presencia. Y no fui yo la primera, en las prácticas ya tenía una jefa.

-¿Y siempre a pie de obra?

-Entré de becaria y el primer contrato fue de formación en prácticas, hacía de soporte a las personas que preparaban concursos públicos y a partir del 2006, sí, estuve siempre en el mundo de la obra, en el departamento de infraestructuras.

-Aunque la compañía abarca otros muchos campos, ¿no?

-Sí, un abanico muy amplio, repartido en dos bloques en Galicia: la industria por una parte y la construcción por la otra. Y en el segundo, hacemos control de obra, redacción de proyectos, prevención de riesgos e incluso un laboratorio en el que se hacen todo tipo de ensayos, como análisis de suelos, por ejemplo.

-¿Siempre trabajó en Galicia desde la sede de la compañía en Sada?

-Menos en el año 2014, que estuve en Alemania para el control de calidad de un ciclo combinado de una central eléctrica que llevaba Applus con otra empresa española. Iba para dos meses y estuve allí un año. Era la encargada de supervisar el trabajo de los técnicos alemanes. Éramos 400 trabajadores españoles en Bremen y yo era la única gallega de Applus.

-Conocerá al dedillo la obra pública gallega...

-Las prácticas las hice en el eje atlántico ferroviario, en el tramo Portas-Portela. Después estuve en dos obras de carreteras, en la conversión del corredor de Barbanza en autovía y en los enlaces de la autopista en Val Miñor. Luego estuve un tiempo en la oficina con la redacción de proyectos vinculados al sector del agua, y de ahí me fui a Extremadura para la realización de un tramo ferroviario en Navalmoral de la Mata. Después, otra temporada en la oficina antes de irme a Bremen, y a la vuelta hicimos la ampliación de la AP-9 en Santiago. Hasta hoy, que estoy de nuevo en la oficina coordinando equipos en otras obras.

-¿Es fácil dirigir un equipo en el que la mayoría serán hombres?

-Somos 36 personas pero yo tengo una jefa de departamento que es la que tiene la última palabra y a la que apoyo en su trabajo. Y en Val Miñor, de cuatro personas en el equipo directivo, tres éramos mujeres: la jefa de obras, la inspectora de la Xunta y yo, la jefa de la unidad. En España ya es normal ver una mujer en una obra.

Una familia unida por la profesión

Lo de que Sonsoles vive a pie de obra es literal, porque conoció a su marido cuando trabajaba para el AVE en Extremadura y su hijo nació nada más finalizar la obra de ampliación de la autopista en Santiago. «Casi nace con la cinta de inauguración ?dice su madre, divertida?, porque se abrió al tráfico el 3 de enero y él nació el día 4». También fue curioso cómo conoció a su marido. «Él es de Sada, donde yo trabajo, y haciendo cuentas, tuvimos que coincidir en la carrera, y no nos conocimos; y luego hizo prácticas en Applus, y tampoco. ¡Y nos fuimos a conocer en Extremadura!». Con un bebé de 13 meses está en ese momento en el que tan necesaria es la conciliación. «Tengo la guardería y una persona que me ayuda en casa. Se concilia, como todos, como se puede... yendo alguna vez al trabajo sin dormir. Pero la verdad es que yo tengo suerte porque el trabajo me permite conciliar y adaptar los horarios a mis necesidades, incluso trabajar desde casa en ocasiones. ¡No me puedo quejar!».

Mi sitio preferido está en San Vicente do Mar, y en concreto, en la playa de Area da Cruz, donde pasé las vacaciones toda mi vida»

«No me puedo quejar, tengo compañeros que se tuvieron que ir y no lograron volver»

Nunca sufrió discriminación alguna por trabajar en un campo tradicionalmente masculino, aunque sí vivió algunas anécdotas curiosas.

-¿Qué valor aporta una mujer en la construcción?

-A nivel técnico no hay ninguna diferencia con los chicos y a nivel de capacitación o reconocimiento, poco a poco se va alcanzando también esa equiparación. Pero hay una parte que creo que sí que favorece a la mujer, porque en general somos más ordenadas y eso en la obra es bueno.

-¿Alguna anécdota?

-Pues sí, algo que me llamó la atención en Alemania, porque no fue hace tanto tiempo. Estuve allí en el 2013, y un cliente con el que acabé teniendo confianza me preguntó un día que si en España era habitual que hubiese mujeres trabajando en las obras, porque en Alemania, no. Eso me llamó la atención porque se supone que ellos están más avanzados en eso. Y la verdad, desconozco otros mercados pero en España es algo frecuente que a nadie le sorprende.

-A usted nunca le ha faltado trabajo y casi siempre en Galicia. ¿Se considera afortunada?

-Sí, hoy en día no es lo más normal, no me puedo quejar, tengo compañeros que han tenido que irse y no pudieron volver. Con la crisis, del 2010 al 2015, la situación fue muy compleja y muchos ingenieros tuvieron que emigrar. Ahora, afortunadamente, las perspectivas son mejores.

-¿Cómo solventó Applus esa crisis?

-Se ha sabido adaptar a las circunstancias, se tuvieron que adoptar medidas que no fueron fáciles pero que tomadas a tiempo nos permitieron llegar hasta aquí y ahora la empresa está consolidada, hemos salido de unos años muy duros.

-Y ahora acaban de recibir el premio Top Employers España 2019, por la excelencia de las condiciones laborales de sus empleados.

-Pues sí, es un reconocimiento de un organismo que evalúa 600 indicadores y nos lo han dado a nosotros. Es un orgullo, por supuesto.

-¿Nunca sintió la necesidad de un cambio laboral?

-No he sentido esa necesidad, los retos de la empresa siempre se acompasaron a los míos.