El campeón de la innovación

María Puerto PEKÍN / LA VOZ

MERCADOS

SHIN DONG-JUN

En poco más de medio siglo, Corea del Sur ha pasado de ser una economía agrícola y apenas desarrollada a ser el gran referente mundial en la apuesta por el I+D y la tecnología

15 feb 2019 . Actualizado a las 12:37 h.

Corea del Sur ha vuelto a liderar, por sexto año consecutivo, el índice que elabora Bloomberg sobre los países más innovadores. El resultado revalida la apuesta del país asiático por la inversión en I+D, que ha transformado su economía hasta convertir la tecnología en su principal activo. Ahora, el reto que se ha propuesto el Estado asiático es transformar todo este conocimiento en industrias creativas que desarrollen nuevos sectores. 

Bloomberg elabora su índice de innovación teniendo en cuenta diferentes indicadores, entre los que se incluyen los gastos en I+D y el porcentaje que representa del PIB, la capacidad de fabricación, la actividad de patentes, la inversión en educación o la concentración de empresas de alta tecnología y de investigadores, entre otros. Aunque en el ránking de este año Alemania le pisa los talones, Corea del Sur ha logrado retener su corona por la firme apuesta que ha hecho el Gobierno a lo largo de los años para apoyar el desarrollo tecnológico. Seúl supera en innovación a economías tan punteras en este sector como la finlandesa, la sueca o la estadounidense. Su fórmula de éxito no es ningún secreto. El año pasado dedicó un 4,2 % de su PIB a investigación y desarrollo. 

El valor de esta historia de éxito cobra auténtica dimensión si se recuerda que, en la década de los 60, Corea del Sur estaba entre los países en vías de desarrollo. Su economía era agrícola, sus exportaciones escasas y además no tenía grandes recursos. Todavía hoy importa el 97 % de la energía que consume.

Para invertir las tornas, el Gobierno planificó un plan de industrialización y apostó por la educación. En 1964 destinó un primer presupuesto a I+D que permitió contratar a 5.000 científicos e ingenieros. Desde entonces, la inversión no ha parado.

En los años 70 subvencionó la creación de institutos gubernamentales de I+D para colaborar con las empresas privadas en el desarrollo industrial. Y en los ochenta ya disponía de un programa para fomentar la innovación en el sector privado que incluía créditos fiscales, ayudas a la formación de trabajadores y apoyo a la exportación. El registro de patentes creció de media un 15 % anualmente entre 1981 y el 2005. En el 2017, Corea del Sur fue el quinto país del mundo en número de solicitudes de registro internacional de patentes.

En tres generaciones ha conseguido convertirse en la cuarta economía de Asia y en la onceava más grande del mundo. Es un líder exportador de tecnología y destaca en sectores como las telecomunicaciones, los productos farmacéuticos o la fabricación de automóviles. Sus empresas -Samsung, Hyundai, LG...- son sinónimo de innovación y calidad.

Pero estas grandes empresas emblemáticas también son parte del problema actual. A lo largo de los años, el apoyo del Estado ha beneficiado la creación de grandes conglomerados empresariales, conocidos como chaebols, que se han visto salpicados por numerosos escándalos de corrupción. Los ingresos de los cinco principales chaebols, de hecho, representan más de la mitad del PIB de Corea del Sur.

 Desde hace dos años, el Ejecutivo de Moon Jae-in intenta diversificar la economía para reducir la dependencia de los chaebols apoyando a las pymes y la creación de nuevas empresas. Su programa defiende dirigir la innovación a la creación de nuevos servicios de carácter social en el campo del medioambiente, la biotecnología o la sanidad. Por ejemplo, el pasado septiembre la Administración surcoreana activó un fondo de inversión dotado con 9.000 millones de dólares para impulsar nuevas compañías en el sector de la inteligencia artificial. Actualmente, Corea del Sur también lidera la lista de países más robotizados.

Bloomberg elabora su índice analizando datos del Banco Mundial, el FMI y la OCDE y lo pública durante la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos. Entre los diez países más innovadores se encuentran dos vecinos asiáticos: Singapur, en el puesto sexto, y Japón, en el noveno. China, la segunda economía mundial, no aparece hasta el 16. España ocupa el puesto 30, por detrás de Rumanía.