La cruzada germana contra Airbnb

Patricia Baelo BERLÍN / LA VOZ

MERCADOS

Christoph Soeder

Varias ciudades alemanas obligan a registrar las viviendas incluidas en la plataforma e imponen multas que llegan a los 500.000 euros, además de limitar el alquiler a dos meses al año

09 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Es cómoda y no le sorprenderán las inclemencias del tiempo». Así reza el anuncio de la última novedad en alojamientos ofrecidos a través de Airbnb: una tienda de campaña para dormir en el salón de un piso ubicado en pleno centro de Berlín a un precio de 17 euros por noche. Una oferta que demuestra hasta qué punto la capital alemana, al igual que otras grandes ciudades del país, ha caído rendida a los pies de la famosa plataforma de alquileres para turistas. Un fenómeno que no ha hecho más que agravar la escasez de vivienda y la consecuente subida de precios que sufre desde hace unos años la locomotora europea. Al menos en opinión de las autoridades y del sector hotelero, que ven en Airbnb un oscuro modelo de negocio.

Se quejan de que los arrendadores particulares son sustituidos cada vez más por inversores e inmobiliarias, que echan a sus inquilinos con la excusa de que necesitan la vivienda para uso propio y luego la alquilan. «Además, no se rigen por las mismas normas de higiene o sistemas antiincendios que nosotros», critica Axel Klein, director del hotel Dehoga. Otro problema adicional es que muchos de los usuarios de Airbnb no informan a las autoridades, por lo que casi nunca pagan impuestos por el arriendo. Pero el descontento también se va apoderando de los ciudadanos, que responsabilizan directamente a la plataforma de convertir zonas residenciales en turísticas, provocando así un alza de los precios de la vivienda en general.

Por todo ello, desde principios de este año las grandes urbes alemanas han cortado las alas a Airbnb en lo que respecta al alquiler de apartamentos enteros. Berlín, por ejemplo, modificó la ley en febrero, y desde entonces es necesario solicitar un número oficial de registro que se debe incluir en cada anuncio. Gracias a ese número, las autoridades locales pueden llevar un control exhaustivo, y el fisco cobrar impuestos de forma automática. Si uno no lo hace y lo pillan, tendrá que pagar una multa que puede llegar a 500.000 euros. Asimismo, el registro obligatorio pisará Hamburgo en el 2019, según el borrador de ley aprobado en verano, que además rebaja de seis meses a dos el período máximo de alquiler anual a través de Airbnb.

La última en sumarse a la cruzada ha sido Múnich, que acaba de exigir a la plataforma estadounidense que le facilite todos los datos de sus usuarios para comprobar que no infringen la norma de arrendar durante más de ocho semanas al año, como sospecha que ocurre en unos 1.000 casos. La capital bávara, que cuenta con 160.000 nuevos habitantes desde el 2010 y solo 35.000 pisos más, también creó un equipo formado por ocho investigadores que se trasladan hasta las viviendas para charlar con vecinos y turistas, con el fin de averiguar si estas son legales o no. Una labor titánica, pues normalmente en los anuncios la localización de la casa suele ser solo aproximada y el arrendador anónimo.

Pese a los cientos de demandas que se han interpuesto ya, un estudio reciente elaborado por el Instituto de Economía Alemana (IW) a petición del ministerio considera que el impacto en el sector inmobiliario germano, donde se estima que existen unos 100.000 anuncios en Airbnb frente a los 485.000 de Francia y los 660.000 de Estados Unidos, aún es limitado. Los expertos calculan que la cuota de mercado de la plataforma se sitúa en torno al 20 % de las pernoctaciones anuales de turistas extranjeros, y que incluso en las diez ciudades más cotizadas el porcentaje de apartamentos que se alquilan solo representa entre el 0,22 y el 0,59 % del total de vivienda libre que existe en el país. «La mayoría son particulares que deciden hacerlo de vez en cuando y temporalmente. Algo que no está robándole pisos disponibles a las ciudades», protesta el jefe de Airbnb Alemania, Alexander Schwarz.