Intera, los ojos que son capaces de ver el gas radón

Tamara Montero
Tamara Montero SANTIAGO / LA VOZ

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xoan a. soler

El laboratorio de análisis de radiaciones de la USC y la empresa Inous han unido fuerzas; la USC mide y localiza el foco del gas y la ingeniería busca soluciones

09 sep 2018 . Actualizado a las 05:12 h.

En el 2010, algunas administraciones comenzaron a preocuparse por un gas que se produce de forma natural pero cuya acumulación puede acabar siendo perjudicial. Ahí fue cuando las trayectorias paralelas del laboratorio de análisis de radiaciones de la USC y de la empresa de ingeniería Inous comenzaron a cruzarse. Unos se encargaban de la medición y otros de diseñar soluciones para evitar altas concentraciones de este gas. Cada vez que alguien llamaba al laboratorio de análisis de radiaciones de la USC para preguntar por su sistema de medición del radón, la siguiente pregunta era, ¿y si me da, qué? A ese qué daba respuesta la empresa Inous, cuyo trabajo es impedir la concentración del gas en interiores de edificios. Así que era cuestión de tiempo que uniesen fuerzas.

Lo hicieron en el año 2017, cuando nació Intera, una empresa de base tecnológica que se encarga de la detección, diseño e implementación de soluciones para evitar altas concentraciones de un gas que se produce de manera natural pero que en importantes acumulaciones es perjudicial. El laboratorio de la USC -en el que participan Dolores Cortina, Juan Llerena y José Benlliure- es capaz no solo de medir cuánto radón hay en el interior de un edificio. También puede establecer cuál es el foco de emisión. Han desarrollado los ojos capaces de detectar el gas: protocolos, tecnologías que facilitan dar respuesta a ese ¿y si me da, qué? del que se encarga Pablo Costas, director de operaciones. Puede que la mejor solución sea captar el radón antes de que entre en el edificio. O quizá sea mejor optar por un sistema de ventilación y extracción. Todo depende de cada caso que llega a Intera, que da una solución personalizada y que además busca la eficiencia energética. Porque el radón comenzó a acumularse demasiado en los edificios cuando se mejoraron los sistemas de aislamiento de las viviendas, lo que impide la salida de este compuesto a causa de las corrientes internas.

También se encargan de informar y de formar a los que se acercan a la empresa buscando soluciones. Quizá se haya generado un cierto nivel de histeria alrededor del gas radón, que ya no tiene que ser un problema porque las soluciones existen. Y usan un símil muy adecuado. Sus soluciones sobre el radón son lo que las cremas de protección a los rayos ultravioleta. Nadie deja de ir a la playa porque hay radiación. E Intera puede decir qué factor se tiene que usar para estar protegidos.

Un problema que ya tiene solución y que puede llegar a ser un potencial de innovación

Hacer de la necesidad virtud, dice la sabiduría popular. Eso es lo que precisamente se puede hacer con el gas radón. Si la presencia es especialmente importante en Galicia, lo que es ya un problema con soluciones tangibles y que puede llegar a convertirse en un potencial importante de innovación para la comunidad, explican los miembros de Intera, que siguen investigando para mejorar sus técnicas de combate del radón y así conseguir minimizar su impacto.

Pero, ¿por qué Galicia está especialmente afectada? La comunidad tiene una serie de factores que la convierten en una zona de especial incidencia del radón, un gas radiactivo que se produce por la desintegración de uranio 238, presente de manera natural en el suelo. En Galicia, al tener un suelo granítico, la concentración es un poco más elevada que en otros puntos. A esto, hay que sumar que el suelo gallego está muy fracturado, lo que facilita incluso más la movilidad del gas en el que se descompone el uranio.

No es nuevo. Esa desintegración del uranio en gas radón ocurre desde el origen del mundo. La diferencia es que se ha trabajado mucho en el aislamiento de las viviendas para mejorar la eficiencia energética. Así que el radón penetra en los edificios pero ahora ya no es capaz de salir. Se da entonces un efecto perverso: el gas se va concentrando y puede llegar a tener efectos nocivos para la salud.