Las iniciativas para explorar y disfrutar del litoral se multiplican en Galicia; la mayoría son autónomos y pequeñas empresas que regresan a un mar con un potencial que esperaba a ser descubierto
27 ago 2018 . Actualizado a las 00:42 h.El mar era un lugar al que solo se acudía para trabajar. En el imaginario colectivo de los pueblos marineros salitre y sudor van de la mano. El disfrute era un gozo prohibido a bordo y los veleros elementos exóticos en puertos de lobos de mar. Las tornas han cambiando. Ahora, algunos de esos patrones han caído en la cuenta de que su rutina es lo emocionante para los que llegan de fuera. «Mis padres no fueron a Cíes ni a Sálvora y eso que son de Ribeira, de una familia de marineros de Ribeira», cuenta Pablo Mariño, responsable de Bluscus. Hace cuatro años se le encendió la bombilla. Si los turistas quedan fascinados cuando les hablas de las bateas, ¿por qué no llevarlos hasta ellas?
Su empresa es una de las pioneras del turismo marítimo. Un sector incipiente en Galicia que suelta amarras a una velocidad récord. El alquiler de goletas para reuniones de empresa o para fiestas era impensable, sino inalcanzable, hace unos años. Lo mismo llegar a las Illas Atlánticas sin recurrir al catamarán. En agosto del 2018, términos como taxi-yate se han interiorizado. La oferta, si se consulta en Internet, se ha multiplicado. «La gente necesita algo más que sol y playa. Quiere saber de dónde viene lo que come, cómo es la extracción», explica Mariño.
NEGOCIO a flote
En Bluscus viajan a las Sisargas; cuentan con un barco científico con dron submarino que transmite en tiempo real lo que sucede bajo el agua; ofrecen paseos en goletas de más de cien años; muestran cómo trabaja un cerquero o la actividad en una batea y también realizan rutas pelágicas de avistamiento de cetáceos y aves a bordo de un barco de pesca restaurado, el Chasula. «El mar es un recurso por explotar. Hay mucho por descubrir, también para los locales. Había iniciativas, como los catamaranes de O Grove, pero no dejaban de ser un transporte que te lleva a. Ahora, ese transporte es la propia experiencia», comenta Mariño. Los patrones de las embarcaciones de sus rutas son curtidos marineros. Esto, unido al carácter de las excursiones, con grupos reducidos, remarca, defiende, el carácter sostenible de las iniciativas que están saliendo a flote. «Divulgamos los valores de la cultura marinera: oficios, esfuerzo, historia», remarca Mariño.
En Volta Montana comenzaron hace dos años y medio. «Hay necesidad de conocer más de cerca, pero no solo a nivel paisajístico y cultural, sino también social. Sucede en el mar y en el río. Quieren saber cómo se pesca la lamprea o cómo funcionan las pesquerías. Más allá del producto que se captura, en Galicia no estábamos utilizando a nivel social y económico los recursos del mar», cuenta Cristina Collazo, de Volta Montana. En su oferta hay rutas interpretadas por Ons, Sálvora o Cortegada. Las preparan durante el invierno. «No somos una naviera que va a las islas con cientos de pasajeros. Es una experiencia para disfrutar y, para eso, hay que ir en grupos pequeños», argumenta Collazo. «Por ejemplo, no vamos a las Cíes en verano», añade.
Amare Turismo Náutico enseña a pescar una lubina así como los secretos del islote de Rúa, en A Illa de Arousa. Buceo Fisterra se centra en actividades del mundo submarino. El Taximar de Juan Allo está disponible las 24 horas de los 365 días del año para acercar al pasajero a donde lo necesite por las rías de Arousa y Pontevedra. «Era mariñeiro, non tiña outra alternativa», confiesa Allo. En Viveiro, Queresvela descubre los aguillóns de cabo Ortegal desde el mar. «Tenía el velero a nivel particular. Montamos un hotel y comencé haciendo excursiones con los clientes. Ahora, ya solo me dedico a esto», apunta Álvaro Carrodeguas, patrón del Queresvela.
365 días
Vivir todo el año de esta actividad se hace más cuesta arriba. «En Galicia, por las rías, se puede navegar casi los 365 días del año», defiende Pablo Mariño. «Lo fuerte es en verano, el resto del año vas picando algo», reconoce Carrodeguas. «Somos atlánticos», alega David Trillo. Creó Navieira Jalisia como un experimento. Es marino mercante y compró su lancha, Robinsón da Lobeira, con capacidad para cinco personas y fondeada en Corcubión, para hacer unos extras en vacaciones. Navega por O Pindo, O Ézaro, cabo Vilán, Illas Lobeiras... Y transmite la cultura marinera. Empezó en junio y no da abasto. «Envío clientes á competencia. En Fisterra antes só estaba o barco que te leva ver o solpor. Agora un mariscador tamén montou un taxi con terraza flotante. Por suposto que hai un potencial no mar. Hai clientes que xa repetiron nas miñas viaxes. Un deles David Summers», remarca.
Ante los que temen por la sostenibilidad del medio marino ante este bum, responde: «Como vai ser isto malo? Somos tan minifundistas. Trátase de pór en valor a costa que temos, coidala e potenciala. É o noso patrimonio. Que é preferible? Que os faros se recuperen ou que sexan unha ruina?A Costa da Morte é un deserto de pobos baldeiros. Os novos emigran. Temos a posibilidade de crear postos de traballo no mar». Cobra 20 euros persona, 50 como mínimo por una salida. Pablo Mariño cree que es cuando se conoce el medio cuando más se cuida. «I am in the heaven», dice, es una frase que se repite mucho entre los excursionistas extranjeros.