Sabor artesano, pero con la duración que pide el mercado

MERCADOS

CESAR DELGADO

Después de dos años de trabajo, el obrador Casa Naveira ha conseguido su objetivo: que la se mantengan frescas durante 90 días

05 ago 2018 . Actualizado a las 12:11 h.

Si dedicarse al mundo de la producción láctea ya era complicado, David Ares y su familia han rizado el rizo. Desde hace cuatro años también son panaderos. Son el alma de Casa Naveira 1914, un proyecto que profundiza en la tradición de sus antepasados. «Como el litro de leche se está pagando mal, decidimos rehabilitar un horno de piedra antiguo. Mis abuelos ya se lo dejaban en su día a los vecinos de intercambio. Estaba abandonado, así que nos pusimos manos a la obra para reconstruirlo e incluso hemos hecho otro igual. Nos lo propusimos tanto que busqué puerta por puerta a quién sabía cómo se hacían antes», explica David Ares. Y es que, aunque la restauración del horno parezca una anécdota, en ese gesto reside el sabor de esta panificadora de Sobrado dos Monxes. «Nuestra intención siempre ha sido recuperar la tradición. A la gente le sorprende que el pan, por ejemplo, tenga tanta calidad. Que sea de verdad. Eso es porque ya estamos mal acostumbrados. Es muy bueno escuchar eso de ‘esto sí que es pan’. Como empresarios sufrimos mucho la competencia del producto industrial. También tenemos que decir que a los clientes que le gusta lo nuestro, después ya no cambian».

Casa Naveira se siente en un buen lugar en Galicia, pero hace un par de años detectaron que había una dificultad que les impedía penetrar en nuevos mercados. Y ese problema era simple, venía de la mano de la materia prima que usan. «Teníamos dificultades para comercializar fuera de Galicia por la duración del producto. Al día siguiente, o a los dos días, tienes que recogerlo. Necesitábamos que tuviese algo más de conservación para poder llevarlo fuera. Sin una caducidad larga, es raro que te quieran comprar tu producto».

Fue precisamente esa inquietud la que les hizo buscar la fórmula de que sus dulces supiesen a «hogar», pero que se conservasen durante más tiempo. Tanto que la bica y la torta de maíz de Casa Naveira 1914 se mantienen frescas 90 días. «Nos ha llevado tiempo conseguirlo. Habíamos alcanzado ya una duración de dos meses, pero el objetivo eran los 90 días. Lo hemos hecho echándole un antimoho y envasando los productos en atmósfera modificada», dice David, que a la vez niega que semejante duración cree cierta desconfianza en el consumidor. «Ya estamos vendiendo en Asturias y en Madrid. Poco a poco, pero somos optimistas. Incluso las pruebas del sabor las hicimos fuera de Galicia, donde la gente no tiene tan identificados los sabores. Esas personas nos han dicho que le recuerdan a los dulces de las abuelas. Al cliente, a día de hoy, no se le engaña. Todo viene bien claro en la ficha técnica», comenta. A las claras intenciones de este obrador se sumó el impulso definitivo que les dio una subvención de 12.000 euros de Agader, que les permitió invertir en maquinaria y en una modificación de sus instalaciones. «Los dulces se están vendiendo en tienda sobre los 8 euros. Los hacemos las cuatro personas que trabajamos en el obrador, aunque es cierto que uno de los cuatro rota entre la panadería y la explotación láctea. Usamos nuestra manteca y la materia prima de productores rurales. Tenemos que ayudarnos. Cada vez estamos más desprotegidos».