«Hay que fomentar el emprendimiento entre los niños»

Lucía Vidal REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

PACO RODRÍGUEZ

Heredera de los entonces llamados JASP, Noemí Bellas era insultantemente joven cuando montó su empresa, que fue, además, su primera experiencia laboral. Tenía solo 24 años. Tras hacer la carrera de Económicas y cursar un máster, lo tuvo claro: lo suyo no era ni la banca ni las finanzas. En su cabeza se encendió la bombilla del emprendimiento

15 jul 2018 . Actualizado a las 05:09 h.

De Erasmus en Italia, Noemí Bellas (A Coruña, 1989) visitó un pueblo llamado Galípoli. Le gustó la sonoridad de sus vocales y bautizó como Líbolis el fruto de su trabajo. «Luego me di cuenta de que llevaba incluida la palabra ‘boli’, una herramienta que todos usamos a diario para crear». Su empresa desarrolla el espíritu emprendedor de niños de 7 a 14 años. «Muchos adultos -dice- se sorprenderían con las ideas brillantes que tienen».

-¿Dónde nació la inspiración para crear Líbolis?

-Un día, cuando mi hermana iba a empezar el instituto, volví al centro. Mi profesora de Economía, bendita ella que prendió en mí esa llama, me habló de una asignatura nueva de carácter optativo. Vi el currículo y pensé: ‘¡Eso tenía que ser obligatorio!’ No existía ese concepto. La búsqueda de taller de emprendimiento para niños no daba resultados en Google. Líbolis es como una academia de inglés hace cien años, una necesidad de la que en ese momento todavía no se era demasiado consciente.

-En la práctica, ¿en qué se traducen los talleres, cursos y campamentos que organizan?

-Planteamos un problema real a los niños, por ejemplo, cómo reducir las colas de gente que se forman en una oficina bancaria. Ellos piensan cómo resolverlo, prototipan la idea, analizan a quién se la podrían vender y luego la exponen públicamente. Todas las experiencias están conectadas con el mundo real.

-Tan real que una vez dijeron que Amancio Ortega les había copiado...

-Se trataba de un concurso organizado por un centro comercial. El objetivo era cómo conseguir que los clientes no tuviesen que cargar las bolsas. Un equipo de chavales desarrolló un punto de recogida con código QR. Un mes después, Inditex anunció la puesta en marcha de un sistema de venta online con código QR. Una de las participantes le dijo a su madre: ¡Amancio me ha copiado! Otros pensaron que tenían un topo en el equipo.

-Igual que hay quien piensa que para qué sirve estudiar matemáticas si uno no va a ser matemático de profesión... ¿Qué les diría a aquellos que no encuentran utilidad en la formación emprendedora si no se va a ser empresario?

-Socialmente la palabra emprendedor no está bien contextualizada. La gente alinea el concepto emprender únicamente con empresario o autónomo. Hoy por hoy todos los puestos requieren de saber comunicar, hablar en público, trabajar en equipo, desarrollar ideas y ser creativo. Se dediquen a lo que se dediquen nuestros hijos, van a necesitar estas capacidades. Muchos de mis compañeros de carrera se han preocupado de trabajar mucho su expediente académico pero no el personal. ¿De qué vale saber mucho si no se sabe transmitir ese conocimiento? ¿Acaso los americanos son más listos que nosotros? No, pero aprenden estas habilidades desde la infancia. Y mis niños ya tienen esa forma de pensar: con esfuerzo, trabajo y un buen equipo pueden sacar adelante cualquier idea.

-Mujer, joven y empresaria. ¿Qué pata de estas tres le ha dado más quebraderos de cabeza desde el punto de vista profesional?

-Sin duda, la juventud. El de la empresa es un mundo mayoritariamente de hombres, y mayores. Es más habitual ver a una mujer que a una persona menor de treinta años. Muchos pensarían: ‘¡Esta cría que nos va a enseñar a nosotros!’

Noemí Bellas montó su empresa con solo 24 años. | PACO RODRÍGUEZ

«Fui una niña inquieta, curiosa y creativa. Siempre estaba maquinando»

Aunque descubrió su vocación empresarial al cursar Bachillerato, a Noemí ya se le veían maneras desde pequeña. Sus veranos en el barrio de Elviña transcurrían a la sombra de las ventas...

-¿Es verdad que montó una tienda en el portal de casa?

-Sí, con una vecina, que me llevaba un año. Nos gustaba estar haciendo siempre cosas, maquinar, y en verano tiempo era lo que sobraba. Llevábamos al portal productos que ya no usábamos y los vendíamos. Había una competencia feroz. Comíamos rápido para ser las primeras, para que nuestros amigos no nos robasen la clientela. Hacíamos ofertas, estudiábamos cómo colocar la mercancía...

-Y crearon incluso un periódico en el que vendían hasta la publicidad...

-Se llamaba El Eco del Barrio. Era en blanco y negro, grapado. Usábamos el ordenador de mi tío. Aún conservo ejemplares. Cobrábamos publi a las empresas del barrio por aparecer, con tarifas, como se hace ahora. Si querían solo foto, o foto y texto. Creábamos eslóganes. Es lo que tiene no tener maquinitas, espacio para que los niños hagan cosas y ser creativos.

Cuando quiero pensar o tomar distancia respecto a un problema me siento en el faro de Mera. Es uno de mis rincones preferidos»

«Voy mucho al sur»

el detalle

Se pasa el día entre niños pero en su casa desconecta porque no hay ninguno. «Es raro porque los padres siempre me piden consejo pero todos mis hijos, como los llamo yo, son postizos».

Adora la playa, más que la montaña. «Aquí tenemos playas espectaculares pero se echan en falta más horas de sol para disfrutarlas». Si tiene que elegir un rincón donde pasar las horas, se queda con el faro de Mera. «Es una respuesta muy típica pero me encanta porque parece un lugar alejado y en realidad está muy cerca de la ciudad. Me siento allí cuando necesito pensar».

Su verano transcurre a caballo entre Galicia y el sur. Tiene familia andaluza y además ha encontrado un nuevo aliciente: «Me eché novio en una de mis bajadas». Suele desplazarse en avión aunque el último trayecto lo hizo en coche, con parada en Madrid, «para hacer unos recados».

Le encanta experimentar con la comida, pero cada plato en su lugar. «Si estamos fuera de Galicia y vemos pulpo en la carta, les digo: ‘No se os ocurrirá pedirlo, ¿no?»’