Nació en el seno de una familia de futbolistas. Su padre Pepe había jugado en el Dépor, una tradición que continuó su hermano Marcos. Pero a Óscar, más que el balón, lo que le atraía cuando era niño eran las tablas de surf que veía en las revistas. Tuvo la primera a los nueve años, cuando en Galicia esta modalidad deportiva no tenía apenas tirón. Lo practicaban algunos veteranos, pero no los chavales. Óscar compitió sobre las olas, pero lo que le gustaba era disfrutar. La adrenalina que le generaba el surf es la que le daría el impulso, con 22 años, para crear Vazva, una marca de ropa inspirada en el surf y el skate que este año cumple trece años «llenos de autenticidad», como dice Óscar. Porque Vazva, recalca, «no nació de una moda, nació del amor por un deporte».
Óscar Vales repasa los trece años que han pasado ya desde que puso en marcha la marca. «Cursé Administración y dirección de empresas (ADE). Al acabar la carrera empecé a trabajar en Zara. Coincidió que querían abrir una tienda en Santa Mónica (California) y me había propuesto ir a trabajar allí. Por cuestiones administrativas la apertura se retrasó, pero fui igual a Santa Bárbara para hacer un máster. Allí, en aquel gran invernadero de emprendedores, descubrí realmente todo lo que se movía en torno al surf», recuerda. Fue cuando se le encendió la bombilla.
«El 5 de mayo del 2005 monté la empresa Vazva y el 13 de octubre de ese mismo año abrí la primera tienda en el Orzán», dice. Aquellos primeros años fueron muy buenos. Colocaron Vazva en la cresta de la ola. Abrieron tiendas en la coruñesa Calle Real, en Santiago, en Vigo... Pero entonces vino el tsunami económico que azotó España y a punto estuvo de arrastrar el sueño de este chico que creció junto al mar. «En el 2014 estuve a punto de cerrar, pero son momentos como esos los que hacen que agudices el ingenio. Pasé los dos o tres años peores de mi vida, pero aprendí a empezar de cero», reconoce. El año pasado Vazva comenzó a repuntar de nuevo con un incremento de las ventas de un 30 %. «Volvemos a coger fuerza. Hay que ir poco a poco, con sentidiño. La verdad es que estoy feliz. Llevo trece años saboreando un proyecto auténtico», dice.