Mi «hobby» me dio un empleo

María Cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

De izquierda a derecha, de arriba hacia abajo: Joaquín Martínez, Óscar Vales, Alberto Curiel, Jordi Grau, Evaristo González y Álex Rivas
De izquierda a derecha, de arriba hacia abajo: Joaquín Martínez, Óscar Vales, Alberto Curiel, Jordi Grau, Evaristo González y Álex Rivas

Una afición es un valor al alza en el mercado laboral; no solo porque las empresas la valoran a la hora de elegir a sus empleados, también porque a veces son una base para emprender

06 may 2018 . Actualizado a las 13:06 h.

Hace unos años, en el 2012, el multimillonario norteamericano Warren Buffet tocó a dúo durante una conferencia en la ciudad de los rascacielos con John Bon Jovi. ¿Quién lo diría? Pero juntos se atrevieron con The glory of love. El inversor incluso bromeó con el rockero diciéndole que ya no tendría que volver a llamar al guitarrista Richie Sambora para tocar en su banda. Ahora lo tenía a él. La única diferencia es que el Oráculo de Omaha, como lo apodan, no la toca. Tampoco el bajo. Le va el ukelele, un instrumento del que, como confesó aquel día, aprendió a sacarle sonido hace más de sesenta años para conquistar a las chicas. Desde entonces es su hobby. Pero Buffet nunca dio el paso de convertir esa afición en un negocio, aunque le habría ayudado mucho en el hipotético, y remoto, caso de que el multimillonario tuviera que buscar un nuevo empleo.

Al contrario que Buffet, cada vez hay más empresarios o emprendedores que han convertido su hobby en una fuente de ingresos. No solo eso. En una época de constante crecimiento de start ups -la auditora Startup Explore ubicó el año pasado a Galicia entre las seis primeras comunidades españolas en número de esas compañías emergentes con base tecnológica-, un 76 % de los miembros de la generación Z sueñan con generar ingresos para vivir montando empresas basadas en sus hobbies, como recoge un artículo de la agencia NSB. Entre las razones que dan está la de que no quieren ser empleados de nadie.

Pero no son solo ellos los que apuestan por esa alternativa. Muchos han creado ya empresas que generan más de una decena de puestos de trabajo. En Galicia pueden hallarse varios ejemplos. Detrás, no solo hay jóvenes de menos de treinta años como Álex Rivas, uno de los CEOs de Gamerswalk.

La experiencia de los que ya han dado ese paso es fundamental para los que quieran seguir su camino emprendiendo algún proyecto empresarial. Por eso, Álex habla de meditar bien sobre el concepto time to market (la oportunidad o tiempo oportuno de lanzar algo al mercado). El fundador y director de Esmerarte, Joaquín Martínez, Kin, va más allá y da un toque de atención a los que quieran iniciar esa aventura: «No 2012 moita xente perdera o emprego. O problema tratouse de paliar co emprendemento, pero iso non o hai que facer cando toca, haino que facer cando o sintes. Hai que analizar ben as cousas, ter un plan de empresa porque a idea tense que traducir no mercado e neste momento moito máis. Está ben investir, pero cos pés no chan».

No es el único que llama a ser cauto. El consultor José Manuel Alarcón, director general y fundador, entre otras, de la empresa especializada en e-learning Krasis, apunta que al convertir en una fuente de ingresos principal un hobby, «muchas veces las personas que lo hacen pierden la función de válvula de escape que esa actividad implicaba para ellos. Además, no podrán hacerlo solo cuando les apetezca, y de la manera que les ayude, sino que al depender de ello, a veces tendrán que hacer cosas que no les gustan tanto, o nada, con lo que añadirán presión debido al hecho de profesionalizarse porque no hay actividades económicas para aficionados. No ocurrirá en todos los casos, pero a medio o largo plazo una actividad placentera puede convertirse en algo que ya no lo es tanto». La cuestión es, por tanto, meditar con calma lo que se hace para no acabar en fracaso.

Un punto en el currículo

Pero aunque esos hobbies no acaben convertidos o traducidos en una empresa, el hecho de tener amor por el desarrollo de una actividad, o más, fuera del trabajo ayuda, y mucho, a encontrar un empleo. De hecho, son cada vez más las compañías que valoran más a los candidatos con aficiones. Es más, no llegan ni a entrevistar a aquellos que no las tienen.

Lo sabe bien el fundador de SkyLab Coders, que trabajó catorce años en Infojobs. «La primera pregunta que les hago a las personas que quieren entrar en la escuela de programación que gestiono es: ‘¿Tienes alguna afición?’ ¿Por qué? Porque eso me va a decir muchas cosas sobre ellos, sobre todo muestran que son personas con ganas de aprender y con facilidad para la motivación. Eso es fundamental cuando alguien quiere dedicarse a programar, un puesto en el que hay que estar formándose constantemente». Pero no vale tener un hobby cualquiera. «Estar tirado toda una tarde viendo películas no lo es. Otra cosa es pintar figuras o hacer un trabajo creativo», añade. Y pone un ejemplo muy claro: un entrenador de un equipo modesto que hace esa actividad durante el tiempo libre, la información que transmite es que es una persona con capacidad de llevar equipos complicados.

Sea de una manera o de otra, es que tener un hobby resulta enriquecedor. ¿Convertirlo en un modo de vida? Depende. Solo hay que pensar bien lo que se hace. Estas personas lo han hecho. Son felices.