
Una reforma fiscal que incluya un impuesto a la tierra para acabar con el problema de la vivienda. Es el planteamiento que el argentino Fernando Scornik defiende en su libro «La especulación inmobiliaria y el silencio de los corderos». Es la forma, asegura, «de no repetir los errores del pasado»
18 mar 2018 . Actualizado a las 05:11 h.El título de su libro, La especulación inmobiliaria y el silencio de los corderos, es una síntesis perfecta de lo que para este abogado experto en Derecho Agrario y Derecho Fiscal sucede en España con el suelo. Fernando Scornik (Argentina, 1937) no tiene pelos en la lengua ni problema alguno en señalar a políticos, bancos y propietarios como los culpables de que en España existan infinidad de pisos vacíos para una tasa de habitantes por kilómetro cuadrado irrisoria, sobre todo, si se compara con otros países. Su solución sigue la tesis del economista estadounidense Henry George de imponer una reforma social basada en la eliminación de la fiscalidad sobre el capital y el trabajo y sustituirlos por un gravamen sobre las tierras. ¿Estamos preparados para esta revolución? Scornick y el economista británico Fred Harrison, coautor del ensayo, aseguran que sí.
-Explica que la preocupación por ver cómo la clase política oculta la situación de la vivienda en España le llevó a escribir «La especulación inmobiliaria y el silencio de los corderos».
-Así es. Los políticos llevan años tapando este tema, por eso no proponen medidas que dejen a la vista los errores del sistema. En España hay 93 habitantes por kilómetro cuadrado y, sin embargo, es un país vacío con un enorme problema de vivienda, con casas en manos de los bancos y con jóvenes con dificultades reales para independizarse. En otros países con muchos más habitantes por kilómetro cuadrado, como Singapur (713), Corea del Sur (518) u Holanda (500), no sufren estos problemas. ¿Cómo es posible? La diferencia es el régimen del suelo. En Singapur y Hong Kong la tierra es del Estado, y en Holanda, por ejemplo, se han impuesto medidas drásticas y buena parte de la tierra está también en manos públicas. En el Reino Unido, el líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, ha planteado un impuesto al valor del suelo residencial, porque el suelo comercial ya lo tiene, y muchos se le han echado encima pero hay que tener valor, y en España no se tiene.
-¿Cuál es el motivo?
-Principalmente que no quieren perder votos. En España no hay ningún control sobre el suelo, pero ninguna formación, independientemente de la ideología política, quiere tratar esta problemática. Tan solo Podemos tiene alguna propuesta, pero muy vaga, porque no se atreven a plantearlo. Yo tengo buenos amigos economistas de este partido y reconocen que no hacen nada al respecto porque dan por sentado que en este país la propiedad privada es sagrada. Después están el PP y el PSOE, que no hicieron nada para frenar la burbuja, por eso prefieren hacer que este problema no existe, y Ciudadanos no dice nada. ¿Quién quiere arriesgarse a tener a los propietarios en contra?
-¿En qué consiste exactamente su propuesta?
-Lo que nosotros defendemos es aplicar un impuesto a la renta del suelo. Estableciendo una tasa del 2 % sobre el 80 % del valor comercial se recaudarían más de 48.000 millones de euros. Si se aplicase un 3 %, que ya se considera alto sobre este 80 %, se obtendrían 73.000 millones. Es una recaudación fabulosa, pero hay que adecuar los valores catastrales a la realidad.
-¿Qué pasaría con el resto de la tributación?
-Si se aplicase este modelo tributario se podría bajar el IVA al 15 %, que es lo mínimo que permite la Unión Europea, y reducir al mínimo el IRPF. Sería un bum económico, se lo garantizo.
-¿Cree que la sociedad española está preparada para el gravamen que propone?
-A nadie le gusta que le graven con impuestos, pero estamos asistiendo a una nueva burbuja inmobiliaria y la gente no se da cuenta. Con el sistema actual terminaremos mal. Nosotros mostramos que el precio de la vivienda desde 1999 hasta el 2007 aumentó un 145 % y cuando se había normalizado todo un poco en el 2009 siguió un 70 % más con respecto a diez años antes. El salario mínimo interprofesional, por su parte, solo creció un 50 % en este período. Con estos datos es imposible que la juventud pueda mantenerse.
-Así que garantiza que una nueva burbuja inmobiliaria está aquí.
-Desde luego. Estamos dando de nuevo los mismos pasos, pero nadie lo quiere ver. Tenemos el problema de la vivienda en un país vacío porque las políticas han sido nefastas y los políticos no quieren asumir sus errores. La gente cree que el incremento del valor de la propiedad del suelo es un índice de recuperación cuando en realidad es un indicador de que vuelve la especulación, y parece que nos da igual, cuando si la vivienda es inaccesible, la vida es imposible. Vivimos en una confusión constante; piensa sino hasta en el lenguaje popular. Los ciudadanos hablan del problema del ladrillo, cuando el ladrillo no sube jamás de precio, todo lo contrario. Es el suelo el que sube de precio.
-Y luego está la tasa de desempleo. Asegura que también se juega con los datos...
-Sí, de hecho es el otro motivo que me llevó a escribir el libro porque no me parece normal que en España se venda que alcanzar un 12 % de tasa de desempleo se considere aceptable. Yo creo que es un desastre. A los ciudadanos se les oculta la realidad y no se compara con otros países europeos donde el porcentaje de parados es mucho menor. Aquí se convierte en un logro una situación que sería muy alarmante en otros sitios.
-¿Por qué es tan grave la situación en España?
-Es cierto que hay países con una situación peor que la de España, sí. Es el caso de Argentina, que con 15 habitantes por kilómetro cuadrado tiene que asumir grandes dificultades para ofrecer una vivienda digna. Pero aún así, la especulación por el suelo en ningún otro lugar ha tenido la repercusión que ha tenido aquí porque en España la imposición de la renta del suelo es muchísimo mayor.
-¿Qué papel juegan los ciudadanos en el posible cambio que usted propone?
-Lo que podemos hacer los ciudadanos es exigir a los políticos que digan la verdad. La gente sabe lo que pasa pero no conoce la solución por una razón muy sencilla: porque nadie se la ofrece. Por otro lado, hay más interesados que los políticos en no tratar la especulación: los bancos, que son los aliados naturales de la especulación inmobiliaria, y los propietarios. El pequeño propietario es cómplice del grande y tampoco quieren que les toquen la renta del suelo. En España si se quiere cambiar el modelo económico actual hay que acabar con la especulación, que es el sustento actual. La tierra vale porque se puede alquilar y apropiar. Si el Estado se lleva parte de esa renta, el valor cae, con lo que la burbuja inmobiliaria sería mucho menor.
«El incremento del valor de la propiedad del suelo no indica recuperación, sino la llegada la especulación»
«Estableciendo una tasa del 2 % sobre el 80 % del valor comercial se recaudarían más de 48.000 millones»
Scornik asegura que el precio de la vivienda supone un grave obstáculo para las nuevas generaciones.