«Ser o primeiro en facer algo esixe explicar todo o tempo o que fas»

Rosa Estévez
Rosa Estévez REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

MONICA IRAGO

18 feb 2018 . Actualizado a las 04:45 h.

Mariló Ramos lleva en la sangre eso de abrir caminos. Hace años, esta vilagarciana se lio la manta a la cabeza y se marchó a Os Ancares, donde montó uno de los primeros hoteles en abrir en la zona. «Vin o potencial que tiña e lanceime», relata. E, igual que se fue de la orilla del mar, volvió. Hace un par de años, la brújula emocional de esta mujer la condujo de vuelta a la ría de Arousa. Llegaba con una idea en la cabeza: poner en marcha una granja en la que criar gallinas de Mos con el tiempo y el mimo necesario para producir carne y huevos de excelente calidad. «Esta raza estivo en perigo de extinción porque non se adaptou á produción industrial. É unha raza que non pode estar pechada nin podes darlle unha mala alimentación, nin alterar as súas fases de crecemento... Así que o que come galo de Mos, asegúrase de que son galos que están en liberdade, ben coidados e ben mimados. Ese é o principio dunha granxa artesanal», cuenta. Está harta de contarlo. Y es que se pasa la vida justificando «por que os meus produtos son máis caros que os demais. Cando se é o primeiro en facer algo tes que estar a explicar todo o tempo o que fas».

Arrancar este negocio no fue fácil. Sigue sin serlo. De las lecciones aprendidas cuando montó su hotel en Os Ancares aprovechó todo lo que pudo. Pero «de ser hostaleira a ser gandeira hai un abismo», recalca. «A burocracia é, sen dúbida, o peor. Son moitos trámites, moitas cousas, e no meu caso significa delegar. E delegar significa pagar», explica. En esta nueva aventura, hay otro elemento que le ha pesado, y mucho, a Mariló Ramos. «O de ter que pagar autónomos. Como tivera outra empresa había pouco tempo, non puiden optar a axudas, e iso suponme uns gastos enormes». Aún así, y pese a que ha tenido que diversificar su actividad para ir tirando, esta incansable emprendedora asegura que por nada del mundo renunciaría a este sueño. «Prefiro mil veces traballar catorce horas para min, que cinco para outro», afirma, rotunda. Y a ello sigue, con todo el entusiasmo.