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«Estuve 20 años enseñando a emprender y ahora lo hago yo»

AGRICULTURA

ÓSCAR CELA

Su larga trayectoria profesional estuvo siempre vinculada a la dirección y gestión de centros de orientación laboral y empresarial, pero la vida la llevó a Navia de Suarna, donde la familia de su marido lleva cinco generaciones fabricando miel en un marco incomparable. Pensó que había negocio, y creó La colmena de Sofía. Ahora, como mentora, comparte su experiencia con universitarios

21 ene 2018 . Actualizado a las 12:42 h.

Los Ancares le quedaban muy lejos a Rosa Corral cuando, tras especializarse en asistencia a la dirección y en relaciones laborales, comenzó una fructífera trayectoria como directiva de las escuelas de formación de las confederaciones de empresarios gallegas. No sospechaba entonces a dónde le llevaría el amor y el destino. Pero esa es su historia más reciente. Antes de llegar a su proyecto empresarial, La colmena de Sofía, que lleva el nombre de su hija, Rosa repasa sus dos décadas formando emprendedores. «Estuve 20 años enseñando a emprender y ahora lo hago yo. No iba a ponerme barreras...»

-¿Cambió mucho la formación laboral a raíz de la crisis?

-En veinte años cambió mucho, pero lo único que no ha cambiado es la actitud ante una situación de desempleo; es el elemento clave para alcanzar el éxito. Es importante apoyarse en herramientas; un currículo atractivo, unos objetivos definidos, tener presencia en las redes sociales... Pero lo principal es tener una actitud positiva y un alto grado de motivación. No hay mayor trabajo que buscar un trabajo. Lo primero que le pregunto a los alumnos es qué quieren hacer, cuál es su talento, y muchas veces no lo saben, o se cierran puertas ellos mismos. Si estudiaste magisterio pero no te gustan los niños y sin embargo tienes una habilidad divina para el baile, pues a lo mejor tienes que revisar tus objetivos.

-¿Les falta seguridad?

-A menudo sí, y ahí jugamos nosotros un papel importante. Además de facilitarles herramientas, tenemos que acompañarlos en su autoconocimiento. Otra faceta importante es que tengan la posibilidad de apoyarse en alguien que les genere confianza, y eso vale tanto para los universitarios que empiezan como para los desempleados. El 99 % del desempleo sobreviene por causas ajenas y no se puede caer en la frustración.

-Usted desempeña ahora ese papel como mentora de la USC. ¿En qué consiste?

-Participo desde el año 2015. Es un proyecto de la Universidade de Santiago para dar apoyo a los universitarios de los últimos cursos, para apoyarlos bien en el emprendimiento o en la empleabilidad. Es el universitario el que escoge al mentor en función de su inquietud. También son importantes los contactos que le facilita el mentor, pero no solo para encontrar trabajo, sino porque es un referente de alguien importante para ellos y que se preocupa por ellos. Eso les genera seguridad.

-¿Hay un déficit de emprendimiento?

-Sigue siendo la segunda opción, si pueden encontrar un trabajo por cuenta ajena, mejor. Y muchas veces para correr los mismos riesgos... Yo estuve veinte años como empleada y trabajaba las veinticuatro horas y me llevaba el trabajo a casa y si había que ir a una feria un domingo, no me lo planteaba.

-También forma parte de Executivas de Galicia. ¿Es una manera de mantener el vínculo con su trayectoria profesional?

-Supongo que sí, llevo cuatro años y formo parte de la directiva. Participo en las comisiones de trabajo de mujer rural y de diversidad funcional de la Secretaría Xeral de Igualdade de la Xunta. Cumplimos seis años y tenemos una buena línea de crecimiento, ya somos un centenar.

Rosa Corral creó un proyecto empresarial de una tradición de cinco generaciones de apicultores. | óscar cela

«Soy urbanita y no sabía de apicultura, pero pensé que no tenía nada que perder, y aquí estoy»

Nunca abandonó su rol como ejecutiva, pero en el 2012 le dio un nuevo rumbo a su vida con la creación de La colmena de Sofía, una empresa de apicultura que continúa la tradición marcada por la familia de su marido en las montañas de Navia de Suarna. Reconoce que vio que había negocio en lo que para su suegro era una pasión, «pero también fue la necesidad, con la crisis las empresas redujeron los presupuestos para formación y pensamos que era una alternativa. Para nosotros, la crisis fue una oportunidad».

-¿Tenía algún conocimiento previo sobre apicultura?

-El campo no es mi hábitat. Soy urbanita y no sabía nada de apicultura, pero pensé que no tenía nada que perder, y aquí estoy.

-Y sin embargo...

-Sin embargo, pensé en mis años de experiencia, en que teníamos la materia prima y el conocimiento, y que había que sacarle rentabilidad.

-Y eso que no son buenos tiempos para la apicultura.

-No en otras zonas, pero en la montaña no hay contaminación, no hay pesticidas, es un paraje maravilloso en una de las zonas más despobladas de Galicia. Yo siempre digo que nuestro éxito radica en no hacer nada, porque se trata de dejar a las abejas que trabajen solas. Además, cuando pensamos en convertir esa tradición familiar en un proyecto empresarial, mi suegro solo nos puso dos condiciones; que lo hiciésemos igual que él lo había hecho siempre y que solo comercializásemos la miel de las colmenas, ni el polen ni otros productos, porque todo va en detrimento de la calidad de la miel y de la convivencia de las abejas. Aprendemos mucho de él.

-¿Cómo lo introdujeron en el mercado?

-Pues al principio, mi marido y yo de tienda en tienda. Vigilamos las abejas en el invierno, recogemos la miel y la envasamos como hacía él, sobre pedido. No la tenemos almacenada en envases, a fin de cuentas es un producto vivo. Yo me encargo de la web y de las redes sociales.

-¿Da para vivir?

-Sí, empezamos con 35 colmenas cuando salimos a la calle a probar y ahora tenemos cerca de trescientas. Este cambio de rumbo ha valido la pena. Toda la vida enseñando a emprender, no iba a ser yo la que me pusiera barreras...