«Haré una o dos inversiones al año: quiero involucrarme»

G. Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

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10 dic 2017 . Actualizado a las 04:40 h.

«Quien dice que soy un empresario de éxito tiene pocas referencias de lo que es el éxito». Es la carta de presentación de Diego Mariño. Un catalán de 35 años con raíces en Monforte que está poniendo en marcha su tercer proyecto. En este caso en A Coruña.

Como hombre tecnológico, su primera aventura arrancó en el 2003. Tenía solo 23 años. Abiquo nació de un grupo de investigación. «Buscábamos soluciones asequibles para potenciar la computación distribuida». Hace 15 años no tenían muchas opciones para ejecutar algoritmos complejos. «Hablamos de usar ordenadores para buscar patrones de pliegues de proteínas o renderizar películas en 3D. Buscábamos formas baratas de aprovechar la potencia de los ordenadores». Ésa era la idea y así se gestó Abiquo, una startup en la que Diego estuvo siete años. «La empresa sigue activa. Me fui en el 2010 para dar paso a un equipo gestor profesional. En mi último año abrimos oficinas en Londres y San Francisco. Tras Privalia fuimos la empresa española que más inversión recibió, unos 15 millones de euros».

«Lanzarse a emprender no parecía una locura», sentencia, «pero supongo que mi juventud me pasó factura. Con 21 años me dejé barba para parecer mayor cuando iba a ver a inversores».

Aunque a emprendedores como Diego no les gusta la palabra «pelotazo», él sí lo pegó con su siguiente proyecto. En el 2011 arrancó Ducksboard. Solo estuvo en sus manos tres años. Era de nuevo una startup apetecible para los grandes capitales. «Ducksboard nace de un problema que teníamos en Abiquo: la dispersión del acceso a la información. A medida que en una empresa se crean departamentos y abres oficinas por el mundo, pierdes el acceso a los datos». ¿Qué hizo entonces? Desarrollar un panel de control que mostrase todas las métricas relevantes. Fue en ese momento cuando apareció New Relic, que ya era uno de «nuestros partners». No se puede hablar de cifras en esta venta, «es confidencial», pero el mundo startup de Galicia asegura que fue una operación con muchos ceros. «Después de la venta tuvimos que cerrar Ducksboard como negocio. Tenía sentido económico, pero nos dio la sensación de dejar tirada a gente que apostó por nosotros cuando éramos pequeños». Pero Diego no se desligó de todo. Se incorporó al equipo de New Relic en Portland. Confiesa que siempre tiene «el gusanillo de seguir invirtiendo». Eso hizo que pusiese capital en siguetuliga.com. «Le veo mucho potencial. Han hecho un gran trabajo consiguiendo millones de usuarios. Y voy a seguir invirtiendo. No de forma muy activa porque me gusta involucrarme. Haré una o dos inversiones al año».

Su nuevo proyecto está ahora en IP Global. Diego aterrizó en Galicia buscando calidad de vida para su familia. «Lo que empezó como una agencia, es ahora un hub tecnológico de proyectos de todo tipo. Queremos convertir esas unidades de negocio en empresas independientes, crear más productos e invertir en startups», concluye.

Después de emprender en Barcelona y trabajar en Portland, su nuevo objetivo está en Galicia