«Las empresas escuchan permanentemente a sus empleados en las redes»

Mila Méndez Otero
Mila Méndez REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

SANDRA ALONSO

Se toman todas las precauciones cuando se busca empleo y se tiende a la relajación una vez que se consigue el puesto. Sin embargo, los comentarios que se vierten en Internet nunca dejan de ser analizados por las compañías

05 nov 2017 . Actualizado a las 04:45 h.

La barrera virtual que separa las actuaciones de un trabajador en las redes sociales con la imagen de la marca que lo emplea puede ser muy difusa. Muchas compañías prefieren curarse en salud y organizan talleres para que sus plantillas tengan presente que ellos son el mejor community manager. De sí mismos y, por extensión, de su empresa.

-¿Preocupa a las compañías lo que sus empleados o directivos hacen en la Red?

-Indudablemente. Con las redes sociales han perdido el control absoluto. Los trabajadores también son parte de la imagen que proyectan al exterior.

-¿Incluso en sus cuentas personales?

-La viralidad está en la naturaleza de las redes sociales. Nada es privado en ellas. La gente se dio de alta en muchas sin saber lo que eran, porque las tenían amigos. Cuando empiezan a utilizarlas son más conscientes de su potencial y de sus peligros. Lo vemos en el caso de Facebook. Está decreciendo el porcentaje de usuarios que se dan de alta y los que lo usan.

-¿Esto no es espiar?

-No si la empresa tiene protocolos al respecto y es clara. Tampoco puede ser que dejen abandonado este tema y, cuando surge un problema, adopten una medida drástica, como el despido.

-¿Los despidos motivados por un comentario en Facebook o Twitter están a la orden del día?

-Poco a poco va saliendo jurisprudencia. Lo recoge el artículo 20 del Estatuto de los Trabajadores, el control de la actividad laboral. Hay despidos por perder el tiempo en estas aplicaciones durante la jornada de trabajo o porque te pillan publicando fotos ociosas durante una baja o en un viaje de empresa. También por comentarios publicados o por desprestigiar a compañeros en Internet.

-¿Pero eso no es violar el derecho a la libertad de expresión?

-El artículo 20 también limita el control de la empresa. Sin embargo, siempre puede alegar que la publicación afecta a su imagen o va en contra de sus principios.

-Las redes sociales también se emplean como una vía de desahogo cuando se llega a casa…

-Un trabajador enfadado no es un problema de mal uso de las redes. En el fondo, hay un conflicto de gestión que viene de atrás.

-¿Qué redes sociales pueden jugar malas pasadas?

-No hay una más peligrosa que otra. Un LinkedIn mal empleado, donde se miente en el currículo, puede ser demoledor.

-¿Qué acciones se toman?

-Unas firmas optan por monitorizar las redes sociales. Las escuchan permanentemente. Cogen unas palabras clave, el nombre de la compañía, de los productos, de directivos o de empleados, y rastrean todo lo que se dice sobre ellas. Comentarios positivos y negativos. Otras optan por restricciones como prohibir el uso de redes sociales durante la jornada laboral. En el otro extremo están las que apuestan por diseñar protocolos. Por último, cada vez son más las que se animan a la formación. Empiezan por el nivel directivo y después van bajando. Qué tipo de foto poner en LinkedIn, cómo comunicar la actividad desarrollada… Organizan talleres sobre el manejo de estas aplicaciones y crean comunidades de empleados. Multinacionales como IBM o Telefónica las incluyen en la planificación de sus recursos humanos.

-¿Pueden sacar algo positivo de estas políticas?

-A través de sus comentarios, los empleados hacen una labor comercial. Humanizan la comunicación de un producto porque quien te habla de él es una persona con nombre y apellidos, no una empresa. Sin pretenderlo, generan confianza en la marca. Cuando buscamos un hotel en Booking, ¿De qué nos fiamos más? ¿De la descripción que hace de sí mismo el establecimiento o de las críticas de los usuarios?

«Los empleados hacen una labor comercial. Humanizan la comunicación de un producto»