La industria de los drones alimenta en Galicia nuevos nichos de negocio

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi SANTIAGO / LA VOZ

MERCADOS

JUAN SALGADO

La empresas que forman pilotos o las firmas que fabrican, reparan o gestionan aeronaves no tripuladas están llamadas a ser un motor de desarrollo gracias al polo tecnológico de Rozas

07 jun 2019 . Actualizado a las 16:04 h.

Los drones, antes conocidos como aeronaves no tripuladas, han desatado una fiebre tecnológica a nivel mundial. La consultora PwC hizo público un informe antes del verano en el que analizaba la potencialidad del mercado internacional y sus usos para actividades agrícolas, para infraestructuras, para medio ambiente. Hay cálculos que estiman que el mercado mundial moverá en la próxima década un negocio de unos 65.000 millones de euros. Y Galicia acaba de subirse a ese tren gracias a la colaboración público y privada. La Xunta y las empresas Indra e Inaer invertirán 115 millones en Rozas (Lugo) para convertirlo en un polo tecnológico.

Esta industria emergente ya está alimentando en Galicia nuevos nichos de negocio: empresas que forman y expiden los títulos para pilotos de drones o firmas que fabrican o reparan las aeronaves. O incluso compañías que adquieren drones para la prestación de servicios.

Luis Abelleira, por ejemplo, lleva la escuela de Rozas. Fue la primera certificada de Galicia. «En el sector aeronáutico hay novedades, salen cambios normativos y hay que adaptarse; esto implica recursos porque siempre tenemos que estar atentos para adaptar la formación», aclara. Con una dilatada experiencia, Luis Abelleira precisa que lo más importante no es tanto cómo pilotar el dron sino que el alumno sepa cómo se preserva la seguridad en el aire, es decir, cómo funciona el resto de gente para evitar así accidentes.

«El curso cuesta unos 500 euros para tener el certificado de conocimiento básico, pero luego hace falta sacar un práctico concreto para cada aparato», detalla Abelleira.

 Las inversiones

La Xunta arrancará en el parque de Rozas con una inversión pública de 40 millones, mientras que Indra e Inaer aportarán 75. Está previsto que el parque genere unos 300 puestos de trabajo directos y que su funcionamiento dé actividad a unas 35 empresas y centros de conocimiento. Además, se estima que se generarán pedidos de piezas y componentes por valor de 18 millones, y otros 24 en otros contratos.

M.MORALEJO

Además de los socios del Clúster del Naval, por ejemplo, se beneficiarán de los encargos un buen puñado de firmas. Es el caso de Sivsa, R-Cinfo, Softwcare, Cablerías Auto, Coremain, Celtum, Pildolab, Delta Vigo, Aeromedia, Ingeniería Insitu, Marine Instruments, Televés, Sixtema y Soldatec. Esta última, por ejemplo, tiene sede en O Porriño y fue fundada en el año 2000. Se dedica a la soldadura técnica y a las soldaduras especiales, y también hace desarrollo de drones.

«Empezamos con los helicópteros no tripulados ya en el año 2005 y ahora estamos viendo que estamos en un mercado emergente; lo de Rozas va a ser muy positivo y será totalmente pionera», revela José Manuel Troncoso, directivo y fundador de la compañía.

«Nosotros hemos hecho hasta ahora ocho drones para distintas empresas y prevemos seguir creciendo con los helicópteros más grandes de España», precisa. En Rozas, Indra e Inaer usarán las instalaciones para poner en marcha tres modelos de drones con un alto potencial de mercado a nivel mundial. Se trata de un helicóptero, con unos 150 kilogramos de peso; un avión de unos 1.230 y también un vehículo marino no tripulado que incluye un microrrobot submarino capacitado para recoger muestras.

Necesidades gallegas

Estos modelos se orientan en su utilidad a algunas de las necesidades que presenta el territorio gallego: destacan, entre otras, la prevención de incendios, la gestión de la biomasa forestal, el salvamento marítimo, la lucha contra el furtivismo, el cuidado del patrimonio, las emergencias o los flujos turísticos.

Un dron puede ayudar a ver antes una mancha de fuel en el mar o ayudar en la coordinación de un incendio forestal. El vertido de barcos o el fuego en el monte han marcado en los últimos años la actualidad gallega. Xurxo García fue piloto de helicópteros durante años. Y de hecho llevó los de Emerxencias del 112, pero hace algo más de uno montó una empresa. Exactamente, tienen un dron pequeño y hacen trabajos para otras compañías. «Hemos grabado material y hecho fotos aéreas para bodegas y para trabajos publicitarios, ahí sí hay un negocio; yo soy de los que piensa que sí hay un mercado, pero no para todo el mundo; la formación de pilotos también se está llevando, pero nosotros estamos sacando unos ingresos complementarios», explica.

Indra e Inaer, así como la Administración autonómica, insisten en que el proyecto de Rozas ayudará a hacer de la I+D un motor de desarrollo a nivel local, lo que permitirá generar empleo cualificado y aprovechar el talento de las universidades gallegas. Inaer es hoy en día líder mundial en prestación de servicios en misiones críticas con aeronaves tripuladas. Y está presente en 23 países. Factura 6.000 millones de euros y cuenta con una plantilla en todo el mundo de 35.200 trabajadores. El Grupo Indra, español, está considerado como uno de los líderes mundiales de la alta tecnología y desarrolla su actividad en 149 países. Su facturación en todo el mundo alcanzó el pasado año los 3.000 millones de euros.