Demografía y economía: Cataluña versus Galicia

MERCADOS

En un reciente documento del Foro Económico de Galicia se analiza nuestra economía desde una triple perspectiva internacional: los flujos migratorios, los comerciales y los de capitales. Analizamos esas perspectivas entre Cataluña y Galicia

04 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A raíz de su lectura, aquí nos interrogamos sobre la relación entre esas tres perspectivas comparando la economía gallega con la catalana.

La hipótesis de trabajo es considerar los comportamientos de la población como dependientes de la dinámica económica respectiva. Quiere ello decir que si una economía crece más y genera más empleo ofrecerá más posibilidades para que los hogares incrementen su tamaño y para que los inmigrantes se incorporen a la misma. Por el contrario, una economía menos dinámica y generadora de empleo propiciará la emigración y retraerá el incremento del tamaño medio de los hogares.

Pero, ¿de qué factores exteriores puede depender el más intenso crecimiento económico y del empleo? Evaluaremos a continuación dos que nos parecen más determinantes: la inversión recibida del exterior y el lograr un saldo positivo de la balanza externa.

En un caso se reciben inversiones que directamente generarán empleo o producción (pensemos en el caso, en su día, de Citroen) y en el otro será una prueba directa de que la economía regional es capaz de producir (y generar empleo) a mayor escala de lo que requiere la demanda doméstica (el mejor ejemplo es Inditex). Dos fuerzas externas que empujan, en su caso, la producción y el empleo. Y, en consecuencia, impulsan al final el crecimiento demográfico.

Sobre la primera de ellas (la IDE recibida, o inversión externa directa recibida) presentamos un primer gráfico que resume la situación de los últimos cinco años en Cataluña y Galicia, así como en cada uno de ellos.

Como se observa, para el conjunto del período, a Cataluña se dirige casi un 20 % del total de la IDE recibida por la economía española. Es este un porcentaje muy semejante al del PIB catalán en el conjunto de la economía española (19 %) por lo que podemos decir que Cataluña tiene un atractivo para dichos inversores a la altura de su importancia en la economía española. Ni más, ni menos.

El caso de Galicia, para el quinquenio considerado, es bien distinto. Apenas recibimos un 1 % de la IDE dirigida hacia la economía española, una cifra que está muy por debajo de nuestra importancia en términos de PIB (5 %).

Para no estarlo debiera quintuplicarse en iniciativas semejantes a las de la empresa pública mejicana Pemex en Barreras, de la China Sonagol en Rodman o de la Shangai Kaichuang en Albo por citar algunos de los últimos ejemplos. No solo tomando el control de empresas existentes sino abriendo nuevas oportunidades de actividad y empleo.

Respecto al segundo factor externo que vamos a considerar, presentamos los datos para el año 2015 en un segundo gráfico que recoge el saldo exterior en bienes y servicios para Cataluña, Galicia y el conjunto de España. Es importante resaltar que se trata del saldo total (no solo el que tengamos fuera de España sino también con el resto de España) y no solo de mercancías sino también de servicios.

Si el factor de las inversiones recibidas del exterior nos era mucho menos favorable que en Cataluña lo mismo sucede en nuestra balanza externa. Anotamos una cifra negativa del -2 % del PIB que es inversa de lo que sucede en el conjunto de España. Pero en Cataluña esta cifra casi alcanza un positivo 12 %, lo que supone multiplicar por seis veces el buen dato del conjunto de España.

Un tal espectacular éxito de las ventas sobre las compras externas de la economía catalana no es en absoluto ajeno a la potente recepción de inversiones desde el exterior. Baste decir y resaltar que de ese superávit el conseguido en el resto de la economía española asciende a más de la mitad del mismo.

Cataluña atrae inversión extranjera con quíntuple intensidad de lo que lo hace la economía gallega (respecto al tamaño del PIB respectivo) y la economía catalana es capaz de generar producción y empleo muy por encima de su demanda interna, mientras que en Galicia compramos fuera parte de lo que consumimos.

En consecuencia no debe extrañar que su salida de la recesión económica en los últimos años sea más vigorosa de lo que lo está siendo para le economía gallega. Baste decir que para el conjunto del período, Galicia tiene una recesión de triple intensidad que Cataluña (-0,6 % frente a -0,2 %), según los datos homogéneos del INE.

Pero quizás lo más importante sea comprobar los efectos de todo lo anterior (inversión recibida, saldo exterior, dinamismo del PIB) traducidos en términos de crecimiento de la población, cosa que hacemos en un último gráfico.

En los últimos quince años, mientras Cataluña ha incrementado su población en más de un millón de personas Galicia ha permanecido prácticamente estancada. Ese dinamismo tiene mucho que ver con la capacidad de atracción de inmigración, pues allí se triplica la tasa de población extranjera sobre el total con que cuenta Galicia. También con el impulso inducido de la natalidad en el conjunto de los hogares.

En resumen, el dinamismo demográfico y la atracción de inmigrantes se asocian positivamente con un crecimiento económico que tiene mucho que ver con la consecución de una balanza externa positiva y con la recepción de inversiones extrajeras. En Galicia esa misma asociación es negativa. Una conclusión de la que habría que tomar muy buena nota de cara al futuro.