El sueño de participar en el naval ferrolano con las condiciones alemanas

MERCADOS

Óscar Villar trabaja desde hace cuatro años en el astillero Nobiskrug de Kiel y lamenta el sistema que le obligó a hacer las maletas para poder emplearsequiero volver

15 may 2016 . Actualizado a las 12:49 h.

«Vengo de una ciudad que vive de las construcción naval, me formé y aprendí con la ilusión de hacer allí mi vida». Es el sentimiento de impotencia del ferrolano Óscar Villar, que disfruta en la actualidad de una situación privilegiada en la ciudad alemana de Kiel. Allí se trasladó hace cuatro años para trabajar en la construcción de un súper yate, un velero de 150 metros que le abrió las puertas del mercado laboral germano.

Villar es ingeniero técnico Naval con la especialidad de Propulsión y Servicios de Buque. Se formó en la Universidad de A Coruña, en el campus ferrolano de Serantes, cerca de su casa y también en las inmediaciones del mayor astillero de Galicia, el de Navantia. A pesar de separarle apenas 3 kilómetros de las instalaciones, critica el poco contacto que los centros formativos tenían con los futuros centros de trabajo. «Pasé algo más de 5 años en el campus de Ferrol, y visitamos Navantia tres veces como si fuéramos una excursión de colegio». En Kiel dice ver cada día gente joven con el buzo puesto o en oficinas «metiéndose en el mundo laboral desde antes de la mayoría de edad».

Él llegó a su actual puesto de la mano de una empresa auxiliar de Navantia que le contrató como diseñador de tubería. Después pasó por un proyecto en Río de Janeiro (Brasil) y otro en Sevilla. Desde la capital andaluza dio el salto a Kiel, donde su primer trabajo consistió en el diseño de máquinas del velero más grande del mundo. A los tres meses, la empresa alemana Nobiskrug le ofreció quedarse, con unas condiciones mejores a las que le habían llevado allí. Ahora colabora en proyectos de barcos de guerra para Thyssen Krupp. Su mujer, ingeniera informática, dejó su trabajo en Ferrol, hizo un curso intensivo de alemán y al poco tiempo empezó a trabajar. Y aquel país permitió a estos jóvenes gallegos hacer proyectos personales a largo plazo, como casarse o tener una niña. Porque otro de los inconvenientes que ve desde la distancia es el de las condiciones de trabajo: más vacaciones, más permisos, más tiempo por paternidad, 35 horas semanales... Eso sin entrar en el tema económico. Villar es pesimista en este sentido y cree que «se han perdido muchos derechos que nuestros antepasados se habían ganado». Critica «el despilfarro de dinero» del sector naval y cree que se podría «invertir más en una plantilla con experiencia que subcontratando tanto trabajo».

Aún así, le gustaría volver a Ferrol: «Es mi tierra, donde está mi familia». Y asegura que aquí podría desarrollar su trabajo incluso mejor que en Alemania, «por el idioma y la cultura». Pero lo que no cree que obtendrá aquí nunca es la estabilidad que le otorga el servicio laboral germano.

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