Luis Pineda, una zorra guardando el gallinero

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Las andanzas del presidente de Ausbanc eran más que conocidas, dentro y fuera de los bancos, pero nadie se atrevió a desenmascararlo

24 abr 2016 . Actualizado a las 09:37 h.

Eran sus tejemanejes -algo más que eso, a tenor de las prácticas que relata el juez Pedraz en su auto- un secreto a voces. Desde hace años. Muchos. Sus andanzas eran más que conocidas, dentro y fuera de los bancos, pero nadie se atrevió a desenmascararlo. Han sido necesarias más de dos décadas de tropelías -extorsión, amenazas, pertenencia a organización criminal, fraude en las subvenciones, estafa y administración desleal, en palabras de Pedraz- para que aquello que todos callaban haya visto por fin la luz. Dejando al descubierto al verdadero Luis Pineda Salido, presidente de Ausbanc - fundada en 1986- y defensor de pleitos pobres.

Ahora todos saben que su pretendida cruzada en defensa de los intereses de los más débiles -los clientes de la banca-no era más que una mascarada. Se hacía pasar por un Quijote que luchaba sin desmayo contra los poderosos, pero lo único que le movía era el dinero. Como a tantos otros. A espuertas lo ganó durante años. Hasta 15 millones anuales ingresaba con su entramado empresarial. ¿Cómo? Extorsionando a los bancos. Su técnica, burda, pero efectiva a rabiar: o me das dinero, o te hundo el negocio. Y si no encuentro temas sobre ti, me los invento. Y santas pascuas.

Nacido en 1962, casado y con cuatro hijos, Luis Pineda Salido es mucho más que un enamorado de la Justicia o un emprendedor. Detrás de la figura de este doctor en Derecho encontramos a un luchador incansable y soñador que, con los juzgados como escenario, no ha dejado de perseguir (y conseguir) que los derechos de los ciudadanos sean respetados como se merecen». Así se define a sí mismo en su página web quien desde el pasado lunes duerme a la sombra en una celda de Soto del Real. La misma prisión en la que habita Mario Conde, a quien Pineda se jactaba de haber enviado a la cárcel en los noventa con su cruzada contra los desmanes del exbanquero. Puede que ahora ajusten viejas cuentas en el patio.

De su pasado ultraderechista, poco o nada decía el de Ausbanc. Nacido en el seno de una familia numerosa adinerada de Málaga, mamó de le extrema derecha desde que era niño. Su padre, Carlos Pineda, estuvo ligado al régimen franquista. Y él mismo militó en el Frente de la Juventud, escisión de Fuerza Joven, las juventudes de Fuerza Nueva. Su participación en grupos violentos durante la Transición no es ningún secreto. Su primer encontronazo serio con la Justicia lo tuvo el joven Pineda en 1980 tras participar en el asalto a mano armada a una anciana joyera, María Ignacia Vázquez de Soto, marquesa de San Eduardo, en su casa de Madrid. No había cumplido aún la mayoría de edad. Le faltaban solo unos meses. Y eso fue lo que lo salvó, dejando la condena en unos benévolos tres meses de arresto domiciliario.

Siempre que el tema salía a relucir, Pineda replicaba ofendido que aquello fueron errores de juventud. Que había pagado por ello y que, desde luego, había cambiado. Visto, lo visto, no demasiado. Solo que ahora al malagueño, ya entrado en años, se le ha acabado la bula.