Crecimiento, desigualdad social y goteo hacia abajo

MERCADOS

Algunas corrientes de opinión influyentes en economía consideran que la mejor manera de reducir las desigualdades y carencias es mediante el máximo crecimiento económico posible

17 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Si, para conseguirlo, fuese útil reducir los impuestos eso es lo que habría que hacer a pesar de que se redujesen los servicios públicos para esa población desfavorecida.

Es una estrategia que se vende vistosamente en las tertulias con el dicho de que el mejor euro es el que permanece en el bolsillo del contribuyente. Cuanto mayor sea la renta y la capacidad inversora del contribuyente, más beneficioso será rebajar su factura fiscal pues, de esa forma, su consumo y su inversión harán crecer la economía a toda máquina? con lo que el goteo hacia abajo acabará mejorando (nuevos empleos, mejores salarios) a los sectores menos ricos que así podrán pagar de su bolsillo lo que antes les suministraba el sector público (sanidad, educación, pensiones, etc.).

Tiene interés, por lo tanto, valorar si desde el año 2000 en España se habría cumplido la hipótesis del goteo hacia abajo. No tanto, que también, por su interés retrospectivo, sino porque algunas de las estrategias económicas que nos podrían gobernar a partir del 2016 descansan en la idea de que nuevas rebajas fiscales mejorarán el consumo y el crecimiento, y será así que se reduzca el desempleo y la desigualdad.

En un primer gráfico presentamos la senda de crecimiento económico para España y el conjunto de la Unión Europea entre el 2000 y el 2014 en tasas interanuales del PIB. Como bien se observa, hasta el año 2007 la economía española creció ininterrumpidamente con mayor intensidad que la media europea. Cabría esperar, según los economistas del goteo, que la desigualdad en España se redujese a lo largo de dicho período.

En un segundo gráfico presentamos la evolución de la desigualdad en España y en la UE en idéntico período, cuantificada por el número de veces que los ingresos del veinte por ciento más rico superan los ingresos del veinte por ciento menos rico (conocido como rateo 20/80). Hasta el año 2007 observamos dos cosas: que en España no se reduce la desigualdad (que incluso crece entre 2002 y 2007) y, también, que en el conjunto de la UE el crecimiento económico fue compatible con un incremento de la desigualdad. No se comprueba en consecuencia en ningún caso una relación virtuosa (de goteo hacia abajo) entre crecimiento económico intenso y reducción de la desigualdad.

Ya a partir del comienzo de la crisis se comprueba cómo en el conjunto de la UE la desigualdad se mantiene estable hasta la actualidad (entre 5 y 5,2) mientras que en España se dispara (de 5,5 a 6,8). La situación española tendrá que ver a partir de ese año con un desempleo masivo y tasas de paro máximas en Europa, con una cobertura al desempleo en retroceso galopante, y con una devaluación laboral y salarial planteada como única palanca (junto, como veremos, a las reducciones de impuestos) para recuperar el crecimiento. Lo cierto es que, en cualquier caso, justo después de la mayor fase de crecimiento de la economía española se desata el mayor crecimiento de la desigualdad.

Desastre o posibilidad

Es en este punto en el que los teóricos del goteo se encogen de hombros para añadir, a renglón seguido, que en vez de contemplar esta desigualdad galopante sobrevenida como un desastre habría que verla como una posibilidad.

Pues ahora con costes laborales muy bajos se podrá recuperar la competitividad exterior (mercancías, turismo) y crecerá la economía. Con lo que, ya se lo imaginan, el goteo prometido ahora sí solucionará el desastre de la desigualdad, la pobreza y el desempleo masivos.

Hay dos problemas con esta estrategia aparte de parecerse mucho al cuento de la buena pipa. El primero, que a ese juego de la competitividad en costes laborales juegan con ventaja las economías asiáticas y, el segundo, que desigualdad y pobreza para buena parte de los trabajadores se conjuga mal con dinamismo de la demanda interna.

Ante esta doble dificultad de la estrategia de devaluación salarial (que han denunciado empresarios del mercado interno español como Mercadona), los defensores del goteo hacia abajo añaden una propuesta salvadora que es ya todo un clásico desde Reagan en 1982 o Bush en el 2001: rebajas generalizadas de impuestos. De entrada sufrirán los servicios públicos, pero como quiera que se dinamizará el consumo y la inversión más pronto que tarde se recogerá la cosecha del crecimiento y la reducción de la desigualdad.

Lejos de tal cosa, lo que se comprueba -una vez sí y otra también- es que con esas rebajas se desencadena una aceleración del endeudamiento público y del deterioro del bienestar social. Al respecto presentamos en un tercer gráfico la situación de la presión fiscal relativa en España y la media de la UE.

A la vista de estos datos de presión fiscal interesa anotar dos cosas. La primera es que mientras aquella ascendió en España del 35 al 38 %, como veíamos en la segunda gráfica, la desigualdad estuvo estabilizada. La segunda, que cuando se desploma la presión fiscal (del 38 % al 33 %) es cuando la desigualdad se dispara. No parece que haya ninguna relación virtuosa entre rebajas fiscales y menor desigualdad. Más bien al contrario.

Por no hacer referencia a la lección que nos dan los datos medios de la UE: con una presión fiscal media muy superior a la española, a lo largo de todo el período 2000-2012, su grado de desigualdad se mantuvo en un nivel inferior al nuestro. 

En conclusión: un menor grado de desigualdad social parece estar más asociado a un mayor nivel de ingresos públicos y de progresividad fiscal; y no tanto a un mayor ritmo de crecimiento económico cuanto a que este se consiga con una adecuada participación de las rentas salariales en el producto interior bruto (PIB). Con mayor salario directo en efectivo y mayor salario social en especie. Asuntos para nada reñidos con una inteligente estrategia competitiva.