Daniel Servitje: «El panadero mundial»

Mercedes Mora DANIEL SERVITJE

MERCADOS

29 jun 2015 . Actualizado a las 20:52 h.

«Me maravillo al ver dónde estamos, cuando el fracaso estuvo a la vuelta de la esquina». La frase es de Daniel Servitje, presidente y director general de Bimbo, el mayor grupo de alimentación de México y la primera panificadora del planeta

Heredero de una dinastía, Servitje inició su carrera en la empresa familiar a la antigua usanza. Desde abajo. Amasando el pan en la línea de producción. Cuando todavía era un estudiante. Con 17 años ya pasaba las vacaciones de verano trabajando en la compañía, bajo la atenta mirada de su padre y su tío, los fundadores de Bimbo. Y en esos días, pasó por todos y cada uno de los departamentos de la firma. Había que empaparse del negocio hasta conocerlo al dedillo. Y lo consiguió, porque, cuando acabó la carrera (Administración de Empresas en la Universidad Iberoamericana), cuentan que era todo un experto.

Nacido en Ciudad de México en abril de 1959, tomó las riendas del grupo en 1997, a su regreso a casa tras terminar un master en Estados Unidos, en la Universidad de Stanford.

Lo primero, modernizar la empresa. Después, la expansión internacional. Y en el 2009, con la economía mundial sumida en la peor y más feroz de las crisis desde la Segunda Guerra Mundial, no se amilanó. Se lanzó de cabeza a la conquista de Estados Unidos, colocó la marca Bimbo en el siempre complicado mercado chino, la revitalizó en España y Portugal, y se empleó a fondo para conseguir el control del pan industrial en Sudamérica. Todo una señora apuesta, convertida a la postre en jugada maestra.

En diez años, Servitje se ha comido más de 40 empresas. La última de ellas, todavía está en el plato. Hablamos de la catalana Panrico, propiedad del fondo de capital riesgo estadounidense Oaktree, con el que Bimbo acaba de firmar un preacuerdo de compra. Hacerse con el control del fabricante de los Donuts le costará a la mexicana entre 100 y 140 millones de euros.

Visto, lo visto, no es Servitje, parece, de los que se quedan a un lado esperando que otros tomen la iniciativa. Tampoco de los que se regodean en el éxito y se conforman. «El mundo es de los insatisfechos», suele decir. Bajo su batuta, Bimbo ha conseguido poner los pies en 22 países, algo de lo que a buen seguro su padre, Lorenzo Servitje, estará orgulloso y con lo que quizá soñaba cuando él y su hermano Roberto decidieron dejar el timón de la empresa familiar en manos del menor de sus hijos. Pero para Daniel no es suficiente. «Aún somos un jugador pequeño en el mercado global, tenemos que continuar con nuestra expansión».

«Necesitamos tener hambre para ir a por más» resume este hombre meticuloso, obsesionado casi con las necesidades de los consumidores. Tanto que cada año visita, casi siempre de incógnito, un buen número de hogares para saber qué es lo que consumen, cómo tuestan el pan, cuáles son sus rituales en la mesa... Todo para no perder el contacto con el cliente. «He estado en todos los países en los que estamos presentes. Hasta en China. Lo trato de hacer regularmente, lo llamamos conocimiento profundo del consumidor», explica este panadero con vocación planetaria.

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