¿Sabemos lo que comemos? La cadena alimentaria, una década a examen

Luisa López

MERCADOS

Se cumplen diez años desde que la UE puso en marcha el programa Trace, que permite seguir el rastro de cualquier alimento desde su producción hasta que llega al consumidor.?Estos sistemas exculparon a los pepinos españoles del brote de E.coli ocurrido en Alemania

13 abr 2015 . Actualizado a las 20:51 h.

En los últimos años la población mundial ha vivido en alerta por la irrupción de nuevas epidemias introducidas por medio de la cadena alimentaria. La crisis de las vacas locas, la de la gripe porcina o aviar o la fiebre aftosa han puesto en jaque a consumidores y productores engrosando una trágica lista de brotes que han causado en algunos casos efectos devastadores.

Los procesos en la cadena alimentaria han pasado a examen después de que la Unión Europea pusiese en marcha hace una década el programa Trace (Trazabilidad del Origen de los Alimentos). Pero, ¿qué es la trazabilidad? Según los expertos es la posibilidad de controlar el rastro de un alimento desde su origen hasta que llega al consumidor vigilando cada paso del proceso desde el origen, pasando por la transformación y la distribución. Este historial de los alimentos es un requisito obligatorio desde el año 2005 y  se aplica a todas las empresas alimentarias independientemente del eslabón de la cadena dentro del que se encuentren (sector primario, industrial, mayorista y minorista). Así lo explica, Esther Vázquez, experta en calidad alimentaria y directora de la empresa EV Consultoría Alimentaria: «La trazabilidad no tiene por objetivo únicamente conocer el origen del alimento, sino saber todos los sitios y manipulaciones por las que ha pasado ese producto». Para la experta, existe un caso muy claro que sostiene su argumento. «Me remito al caso de la crisis del pepino. Cuando los alemanes señalaron a España como origen de la infección por E.coli atribuyéndola al pepino, además de hacer un incorrecto diagnóstico del origen de la infección -ya que finalmente se demostró que no eran los pepinos los alimentos involucrados- hicieron un ejercicio muy simple de trazabilidad y señalaron únicamente al origen de la planta española. No tuvieron en cuenta la ruta de esos productos, ni analizaron otros posibles puntos de contaminación más allá de los propios invernaderos españoles», señala.

La importancia, según la experta, radica en conocer bien la ruta de inspección. «Un sistema de trazabilidad es, sin duda, muy útil para proceder a una investigación y encontrar la causa de una alerta sanitaria y para la posterior retirada del mercado del alimentos afectado. Pero de poco vale tener un sistemaadecuado si no lo sabemos utilizar ni entendemos su cometido».

Desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria recuerdan que el conjunto de medidas para seguir un producto desde su origen está estrechamente unido a procesos de innovación empresarial. «Los sistemas de trazabilidad son resortes necesarios que enfatizan los criterios de gestión, siendo complementarios en la innovación empresarial», apuntan desde este organismo. Asimismo, coinciden en que el historial de un alimento es una herramienta básica para la gestión del riesgo. «Aumenta la eficacia de la gestión interna en cuanto al nivel de información disponible sobre los productos y procesos, lo que sin duda contribuye a aumentar la confianza del consumidor».

Pero, ¿cómo podemos saber que un alimento que llega hasta la mesa ha pasado todos esos controles?

Esther Vázquez cree que se deben evitar los mensajes alarmistas. «Un consumidor que va a comprar un producto etiquetado en una establecimiento autorizado no debe plantearse esta cuestión. En lo que respecta al control, la palabra LOTE, o la letra L, que podamos ver en cualquier etiqueta es indicativo de que la empresa ha establecido un sistema de trazabilidad», apunta la experta en seguridad alimentaria.

Con estos sistemas todos ganan, ya que está demostrado que la aplicación de estos modelos aporta grandes ventajas no solo al operador económico, sino a los consumidores y a la propia Administración. Para los primeros supone un aumento en la seguridad, lo que va unido al aumento de beneficios económicos, mientras que para el ciudadano la trazabilidad supone la garantía de que los productos se producen cumpliendo las normativas en toda la cadena agroalimentaria. Para la Administración, este sistema le proporciona una mayor eficacia y rapidez en la gestión de cualquier tipo de incidencia o impacto contra la salud pública en la que tuviera que intervenir.