El naufragio tecnológico ciega el futuro

Xosé Carlos Arias Catedrático de Economía. Universidade de Vigo A ORILLAS DE LA CIFRA

MERCADOS

18 feb 2015 . Actualizado a las 18:19 h.

La Fundación Cotec es probablemente el organismo español más prestigioso en materia de promoción de la innovación tecnológica, y sus estudios son generalmente admitidos como la mejor vía para conocer el estado de esta cuestión entre nosotros. Pues bien, Cotec acaba de publicar su informe Tecnología e innovación en España, 2014, y sus conclusiones no pueden ser más alarmantes. Desde el «que inventen ellos», es de sobra sabido que la economía y la sociedad española han tenido en su escasa capacidad de generar innovaciones uno de su puntos más débiles, pero con la llegada de la crisis la inversión en ese factor crucial ha experimentado un infausto retroceso.

Lo peor es que esto viene a romper con una tendencia positiva que el impulso del cambio técnico venía experimentando en la década anterior: la toma de conciencia del problema hizo que entre 1995 y el 2008 esa inversión no dejara de crecer, con aumentos superiores al 15 % en varios años. Con todo, en las comparaciones internacionales en este ámbito siempre hemos salido mal parados: mientras que el esfuerzo inversor en innovación representaba apenas el 1,4?% del PIB en España en el 2010, en la media de la OCDE alcanzaba el 2,34 %, en tanto que en Estados Unidos era del 2,74 y en Japón del 3,25?%. El problema es que con la crisis todo ha empeorado: a partir del 2009 la inversión se redujo, con caídas continuas que se hicieron mayores en el 2012 y en el 2013 (5,6 y 2,8?%, respectivamente; no se conocen aún los datos del 2014). Un dato complementario y particularmente doloroso es que en el 2013 trabajaban en España 11.400 investigadores menos que en el 2010: ¿no constituye esto una tragedia nacional?

La gravedad de estos datos se hace mayor al constatar que nuestros vecinos y socios han actuado de un modo muy diferente en estos años, pues la inversión en I+D no ha dejado de crecer en el conjunto de la UE durante la crisis. En concreto, en Alemania y Francia se registraron aumentos medios del 4,42 y del 2,82 %, respectivamente, entre el 2009 y el 2013. Algo totalmente lógico, pues si se trata de reconstruir las bases del crecimiento económico en época de graves dificultades, lo primero que se debe hacer es apuntalar la inversión que en mayor medida y con mayor proyección de futuro impulsa la productividad y la capacidad de competir. Y si hay un campo que sin duda destaca por su alcance dinamizador es el del cambio tecnológico (junto al desarrollo del capital humano, otra drama español reciente del que hablaremos otro día). Así lo afirman todo tipo de expertos, pero también la propia UE en uno de sus principales documentos estratégicos: en la Agenda Europa 2020 se plantea una meta de inversión en I+D del 3 % del PIB como requisito para el objetivo de «crecimiento inteligente». No parece que estemos cerca de alcanzarlo.

Y no lo estamos porque la política que se ha seguido por parte de los dos últimos Gobiernos (sobre todo el de Mariano Rajoy) tiene una deriva suicida. Aspiramos a competir con éxito en los mercados globales, pero no, como se suele decir, «a la alemana» (en donde la ratio de inversión tecnológica es del 2,92 %), sino «a la china». Es decir, apostándolo todo a los bajos salarios, algo que a la larga nos condena. El director de Cotec lo expresó con claridad en la presentación del informe: «esta pérdida de capacidad en I+D hará más difícil para España abordar la reindustrialización que exige el mercado global y fomentar un emprendimiento capaz de generar alto valor añadido». Si hay una política que requiere un viraje drástico y urgente es la tecnológica.