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Reflexiones en los mares de agosto

Uxío Labarta PROFESOR DE INVESTIGACIÓN AD HONOREM DEL CSIC

SOMOS MAR

Este año la veda, en la época de puesta, se redujo a solo un mes, así que alguien dará razón

20 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Si se han dado la oportunidad de detenerse en las páginas de Marítima habrán podido seguir análisis y aconteceres en los mares de agosto con los que nos obsequió la Redacción de La Voz de Galicia.

Por generoso en el conocimiento destaca aquel sobre los cefalópodos, más allá del pulpo, explicando las geografías de los mares de origen, desde las Malvinas a Boston, Marruecos, Mauritania, Perú o la India, de los calamares, o luras y chipirones, potas, chocos, o puntillas que llegan y salen de este gran depósito regulador de pescados y mariscos que son los frigoríficos, cetáreas, depuradoras y lonjas de Galicia. La Redacción nos alerta de que los mares propios apenas permitirían consumir un cuarto de calamar por gallego al año.

Asociando el verano del covid, julio y agosto, con un descenso de un 40 % de las capturas de almeja japonesa, babosa y fina, y de un 60% las de berberecho, respecto a las obtenidas en julio y agosto del año pasado, observando al tiempo mejoras desiguales en los precios, se abren preguntas que quizás podrían empezar a responderse conociendo los días de actividad por persona a pie o embarcación, fácilmente relacionables con una demanda estancada o ayudas por cese de actividad; estas sí, efecto de la pandemia.

Interrogantes que no se responden ante la escasez del pulpo gallego, con capturas de 37 toneladas entre el 1 julio y el 11 de agosto, apenas un 12 % de las 300 toneladas extraídas de media en los últimos 20 años. De resaltar que este año la veda, en la época de puesta, se redujo a solo un mes. Alguien dará razón.

Interrogantes e hipótesis que se repiten también con los desprendimientos en las cuerdas de mejillón. «O mexillon afrouxa sen pedirlle permiso a ninguén», que no encuentra respuesta en causas físicas inmediatas, acudiendo para ello a hipotéticos saberes sin conclusión cierta: sean las anémonas, picos de temperaturas en su rango de tolerancia, o al parecer índices de afloramiento más bajos en esta época (sic), para terminar en el arcano del cambio climático. Pero obviando las densidades de plantado, tiempo de permanencia en las cuerdas por limitaciones del mercado, e incluso la sobrecarga en las cuerdas de cultivo por la fijación de semilla sobre ellas. Suceso este último que altera los resultados de la producción y explotación del mejillón, como se ha demostrado y publicado. Caben también otras hipótesis, a la espera de evidencias para poder formularlas.

Entrados ya en septiembre vayan al libro de John Steinbeck Por el Mar de Cortés, un diario de la campaña científica realizada en 1940 en el golfo de California a bordo de un jabeguero de sardinas, el Western Flyer, con su amigo Edward Ricketts, biólogo pionero en el estudio de la ecología intermareal. Encontrarán, junto a divertidas aproximaciones a los biólogos (mejores o peores), una espléndida narración de un trabajo en el mar, llevados por la emoción y la curiosidad, «donde no había servicio a la ciencia, ni identificación de animales desconocidos… simplemente había placer personal. Un placer inmenso». Imprescindible para hacer y pensar la buena ciencia o periodismo. También en el mar.