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El acuerdo pesquero posbrexit, más cerca del precipicio

SOMOS MAR

YVES HERMAN

Michel Barnier admite su «preocupación» por la falta de progresos

21 ago 2020 . Actualizado a las 15:31 h.

«The clock is ticking». Con esta frase apremiante ponía Michel Barnier el broche esta mañana a la séptima ronda de negociaciones del acuerdo posbrexit. El negociador europeo no escondió su frustración por la falta de avances y la actitud negligente de la contraparte británica: «francamente estoy decepcionado y preocupado»

Las cosas han ido según lo previsto. Londres no se ha movido ni un ápice de sus posiciones en lo que respecta a la pesca e insiste en enturbiar las aguas. Y eso ha irritado profundamente al francés, quien cada vez ve más cerca el borde del precipicio: «En pesca no hemos hecho ningún progreso de ningún modo en las cuestiones importantes», deslizó antes de recordar que, junto a los aranceles cero y un marco de relaciones con mismas reglas de juego, los británicos deben garantizar un «acuerdo equilibrado» y «duradero» en materia pesquera. 

Queda poco margen tiempo. En este punto, es «improbable» que se llegue a un entendimiento mutuo, según admite el equipo negociador. Disponen de un mes y medio escaso para dejar los deberes hechos. No solo porque se necesita la aprobación de los parlamentos nacionales y el europeo, sino por la problemática específica de la pesca: Londres y Bruselas deberán tejer el marco de gestión de hasta 100 stocks compartidos, legislar en torno al eventual acceso a las aguas y al mercado interior y establecer mecanismos para reducir la burocracia para sus respectivas flotas a la hora de solicitar licencias.Todo esto está en el aire y amenaza con desencadenar el caos entre los 80 barcos españoles autorizados a pescar en aguas del Reino Unido especies como la merluza, el gallos o el rape. La cerrazón británica también podría deberse a su interés por abrir las aguas a flotas extracomunitarias, aumentando la competencia en sus caladeros. 

Acuerdo a la noruega

Tras la estrategia británica se esconde el deseo de Londres de garantizar el acceso al mercado único de la UE a precio de saldo. ¿Cómo? Replicando el modelo noruego que ha demostrado ser una piedra en el zapato de la UE a pesar de abarcar un número residual de poblaciones de peces. Según ha podido saber este medio, los británicos no aceptarán ninguna propuesta europea que comprometa la soberanía del Reino Unido sobre sus propias aguas. Eso quiere decir que no someterá su gestión pesquera a los requisitos que establece la Política Comunitaria de Pesca (PCP) en materia de límites de capturas y sostenibilidad. El negociador británico, David Frost, acusó esta mañana a la UE de bloquear las negociaciones con esta línea roja. Barnier exige que se respeten los principios de la PCP y se garantice el acceso mutuo a las aguas antes de negociar cualquier otro asunto comercial, tal y como exigió el sector desde que empezó la cuenta atrás.

Presiones 

Los pescadores británicos llevan años exigiendo a su Gobierno que se descuelgue de la PCP para quedarse en exclusiva con los recursos de todo el área de la Zona Económica Exclusiva del Reino Unido, una de las más grandes del mundo. En ellas todavía faenan buques franceses, españoles y holandeses, entre otros. El sector pesquero se queja de que otras flotas europeas se adueñan de sus recursos, pero lo cierto es que las cuotas asignadas para el Reino Unido son ingentes en comparación con las que se asignan a flotas más potentes como la española. ¿Por qué tanta controversia? Mientras España reparte sus cuotas bajo criterios socioeconómicos, el Gobierno británico lo hace con criterios meramente comerciales. Eso explica que vendan sus cuotas a flotas de otros países y que, según apuntó Greenpeace en el 2018, un cuarto del volumen total de capturas admisibles se concentre en manos de solo cinco familias del sector. 

Preparativos

Autoridades europeas, españolas y gallegas se preparan para el peor de los desenlaces. Llevan meses insistiendo en que es muy probable que las negociaciones descarrilen definitivamente, por eso se afanan en dejar atados algunos cabos sueltos de vital importancia para el sector. Aunque el grueso de la flota gallega faena en aguas irlandesas y francesas hay un segmento especialmente afectado por el brexit: los buques de armadores gallegos con pabellón británico. La gran mayoría faenan en el Gran Sol y desembarcan las capturas en los puertos de Celeiro, Burela, Ribeira, Vigo y A Coruña. El año pasado descargaron en los puertos gallegos cerca de 7.000 toneladas de pescado fresco y congelado por valor en lonja de 37 millones de euros, según datos de la Consellería do Mar. De no cerrarse un acuerdo de acceso mutuo a aguas y mercado, todas esas embarcaciones deberán buscar nuevos destinos. A menos que prospere la solicitud que hizo la Xunta el año pasado al Delegado del Gobierno y a la Secretaría General de Pesca pidieron medidas transitorias para que estos buques con bandera de la Union Jack puedan seguir operando con normalidad en los puertos gallegos. «Sería preciso que o Goberno estatal reforzase as unidades de Aduanas e dos Postos de Inspección Fronteiriza co obxectivo de non colapsar as descargas nestes portos», señalan desde Mar.